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¿Se le olvidan las cosas? Es normal
Ramón Sánchez-OcañaFoto: Bigstock
Martes 5 de octubre de 2021
2 minutos
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Foto: Bigstock
Martes 5 de octubre de 2021
2 minutos
La afirmación rotunda de un neurólogo francés puede devolver el optimismo a muchos ciudadanos que han cumplido los 50. En síntesis dice que quien tiene conciencia de que padece algún problema con la memoria, es que realmente no lo sufre.
Sin embargo, la realidad es que a partir de esa edad, más de la mitad de la población se queja de sus fallos de memoria. Es verdad que los fallos forman parte del mismo proceso. Y que nadie tiene mala memoria, sino una memoria perezosa y oxidada; que además, se ve mucho más afectada por la enfermedad o por la depresión que por la edad. El deterioro de la memoria no se puede relacionar con la pérdida de células cerebrales, porque tenemos millones y millones de repuesto; sino con el progresivo aislamiento de las personas. Cuanto más activos sean, cuanta mayor sea su inquietud, cuanto mayor sea su actividad y su movilidad, más útil y más viva será su memoria.
Porque lo cierto es que la memoria se puede mejorar siempre y a cualquier edad. Ya dijimos alguna vez que la memoria es como un músculo que necesita ejercicio. Por eso el peor enemigo de la memoria es la agenda, porque confiamos en las anotaciones y no hacemos esfuerzo alguno.
A todos nos pasa que a partir de los 50 no sabemos dónde ponemos las gafas, o las llaves, o las tijeras. No tiene difícil solución. Lo primero: tener siempre un sitio para cada cosa. Y siempre que alguien lo utilice debe volver a dejarlo donde estaba. Así aparecerán siempre. Usted irá al sitio de las gafas, al sitio de las llaves, al sitio de las tijeras.
Y cuando haga algo, si teme que se le puede olvidar, dígaselo en voz alta. “Estoy apagando el gas...” "Dejo las llaves en la mesita de noche". “He echado un terrón de azúcar en el café. Y un último recurso: visualice la escena. Véase a sí mismo echando el azúcar, apagando el gas, o recogiendo las gafas en la mesilla de noche...
Pero volvamos al Dr. Dubois, reconocido neurólogo francés: Cuanto más se quejan los sujetos de su memoria, menos probabilidades tienen de sufrir una enfermedad de la memoria.
¿Y por qué? Pues porque quien tiene problemas reales de memoria, no tiene conciencia de lo que realmente le ocurre. Padece lo que los neurólogos llaman “anosognosia”, es decir, no es consciente de que le falla la memoria y por tanto, no puede quejarse de que le falta.