El término ictus no ha calado en el gran público. Y cuando se habla de infarto cerebral surge la duda de las palabras porque tenemos asimilado el concepto de infarto al corazón. Entendemos mejor que se nos hable de “ataque cerebral”, aunque no tenga propiedad científica. Es solo una muestra de la poca información que el ciudadano posee acerca de este problema. El ictus puede ser un infarto, una hemorragia, o un simple aviso que actúe como llamada de atención.
Es verdad que si tenemos un dolor precordial e incluso un dolor irradiado por el brazo izquierdo, acudimos inmediatamente al cardiólogo. Sin embargo, no ocurre así cuando se trata de un accidente vascular cerebral. Y no ocurre, porque el paciente no sabe cómo reaccionar. Si se le duerme un brazo, o tiene hormigueos frecuentes en una mano, o de pronto ve nublado o quiere hablar y no puede, no es habitual que piense en algo cerebral y acuda a la consulta. Lo normal es que tras ese episodio, vuelva a la normalidad y el individuo piense en acudir al médico, pero sin urgencia mayor. Y ahí empieza la cadena de errores. Porque si se trata de algún problema de riego, cuanto antes se detecte y antes se trate, no solo tiene mejor pronóstico, sino que –y sobre todo– se impedirá su frecuente y más grave repetición.
Por eso es importante conocer los síntomas. Aunque en un principio hablar de ellos puede crear temores infundados, los especialistas sostienen que el ciudadano debe conocerlos, porque se trata de una urgencia que debe llegar rápidamente al hospital. Los síntomas iniciales deben conocerse para poder tomar medidas. Porque con los tratamientos actuales se pueden obtener muy buenos resultados.
Una cuarta parte de los pacientes podrían librarse de la muerte o de la incapacidad permanente si llegaran pronto al hospital. Sin embargo, apenas una cuarta parte de las personas que sufren ictus llegan al centro sanitario en las primeras seis horas después del accidente. O dicho de una forma más dramática: el 78% de los pacientes con ictus no llegan a tiempo al hospital. Y casi siempre se debe a que el enfermo no reconoce los avisos del ataque.
Síntomas
Así que no lo dude si siente:
- Repentina debilidad o entumecimiento en cara, brazos o piernas.
- Repentino oscurecimiento o pérdida de visión, particularmente de un ojo.
- Repentina dificultad en el habla o en la comprensión.
- Mareos inexplicables, inestabilidad o caídas repentinas, sin ningún otro signo.
También pueden detectarse otros signos de peligro como doble visión, somnolencia, náuseas o vómitos. A veces estos síntomas aparecen de forma momentánea y desaparecen. Estos breves episodios conocidos como ataques transitorios de isquemia son mini-infartos cerebrales. Aunque breves, denotan una potencial gravedad que hace necesaria la atención médica. El problema es que como pueden desaparecer al poco tiempo, muchas personas ignoran que puede ser un aviso importante para tomar medidas.
Recuerde que se produce en todos los grupos de edad, de ambos sexos, en todas las razas y en todos los países. Aumenta con la edad y a partir de los 65 años se inicia una progresión geométrica.
Factores de riesgo
- Hipertensión.
- Tabaquismo (favorece el depósito de sustancias grasas en la carótida, que es la principal arteria del cuello que provee de sangre al cerebro).
- Ateroesclerosis: placas de ateroma en las paredes de las arterias, y especialmente la carótida.
- Enfermedades cardiacas. Pueden producir coágulos que podrían liberarse y bloquear algún vaso o dirigirlo hacia el cerebro.
- Antecedentes de infarto cerebral o síntomas de él. Si ha habido algún accidente menor o se tienen antecedentes familiares es básico tomar cuantas más medidas preventivas, mejor.
- Diabetes. Puede dañar los vasos incluidos los del cerebro. Con nivel de glucosa alto, si hay algún problema en un vaso cerebral suele ser mayor y más grave.
En cuanto al perfil tipo de estos enfermos, la estadística nos dice que se trata de una persona mayor que no vigila su hipertensión, es obesa, consume dieta grasa, fuma y tiene una arritmia cardiaca. Ese es el perfecto candidato al ictus.