Es un síndrome inquietante. Desconocido. Cuando el especialista habla de él, siempre surgen infinidad de preguntas. ¿Piernas inquietas? ¿Y eso qué es?. ¿Cómo es posible que se hable de piernas inquietas durante el sueño y que incluso se llegue a decir eso de que “las piernas no me dejan dormir”. Y, sin embargo, actualmente, cinco de cada cien ciudadanos de la población general y el 40 por 100 de los mayores de 65 años padecen ese problema.
Durante la noche y en situación de reposo empiezan a sentir en las piernas hormigueos, pinchazos, o una sensación de inquietud que materialmente les impide dormir. El problema es que cuando se mueven las piernas, de manera consciente o inconsciente, se alivian los síntomas. Como es lógico, al aparecer de noche y en situaciones de reposo interfiere con el sueño y es, por tanto, una causa importante –y prevenible– de insomnio. Normalmente el trastorno se produce de las rodillas hacia abajo y especialmente en los tobillos.
Cuando se hace el estudio del sueño, los especialistas observan un mayor tono muscular en las piernas.
El problema es, en síntesis, así de sencillo: algo hay que crea una tensión en las piernas, con una inquietud que obliga a moverlas; ese movimiento hace que desaparezca el hormigueo; y hace también que quien lo padece no tenga un sueño de calidad. No es que esté despierto; simplemente es que está en una casi continua alerta, sin conciencia de despertar, pero sin dormir. Se pasa la noche en una situación en que “no duerme del todo, pero tampoco despierta del todo”. La calidad de sueño es tan baja que tiene durante el día un sueño excesivo y se duerme en cuanto se sienta.
En ocasiones, “las piernas inquietas” no solo aparecen al dormir, sino que se presentan en cualquier situación de reposo, viendo la televisión o en el cine. En ese caso, el síndrome es reconocido por el propio paciente que siempre tiene la duda de no saber a qué especialista acudir.
La falta de información y el desconocimiento sobre el trastorno puede contribuir a un error diagnóstico. Como dice un especialista, “para los pacientes es complicado describir las sensaciones y el dolor sobre todo cuando no conoce la enfermedad. De hecho, cuando hablan con su médico, gran parte de los pacientes centran sus comentarios en la imposibilidad de dormir, sin llegar a describir las molestias que sienten en las piernas.”
Candidatos
No hay todavía demasiados estudios como para determinar qué tipo de personas pueden padecer este problema. En principio, cualquiera. Lo que se constata es que su incidencia aumenta con la edad, hasta el punto de que casi la mitad de los mayores lo padecen. También se asocia a algunas circunstancias o enfermedades. Por ejemplo, a la artritis reumatoide o al párkinson. También es mayor el riesgo durante el embarazo. Pero debe hacerse constar que no hay distinción alguna en personas, ni en sexos.
No se saben las causas reales. Hay quien sostiene que puede deberse a una especial sensibilidad superficial, pero parece no tener relación alguna con la piel aunque aparezcan pinchazos y hormigueos. Tiene mayor relación con un déficit de dopamina a nivel de sistema nervioso central, pero no tiene nada que ver con el párkinson (aunque quien padece esta enfermedad puede manifestar el síndrome).
En algunos casos puede tener origen o estar asociado a una falta de hierro (anemia ferropénica); también puede estar relacionado con alteraciones tiroideas, problemas renales, neuropatías o pinzamientos.
En algunos casos se comprueba una tendencia familiar (en un 30 por 100) por lo que hay quien sospecha que puede existir una causa genética.
Sea como fuere hoy está catalogado, por su frecuencia, como el cuarto trastorno del sueño, tras el insomnio, la apnea y las crisis epilépticas en el sueño.
Embarazo
Las últimas investigaciones señalan que el embarazo puede agravar o empeorar el síndrome. Una cuarta parte de embarazadas siente las piernas inquietas por lo menos una vez a la semana y un 15% al menos tres veces. El empeoramiento de los síntomas se inicia alrededor del sexto mes de gestación y llega a su punto máximo en el séptimo y en el octavo. Las mujeres con más edad, con menores niveles de hierro y con más insomnio tienen mayor incidencia del problema.
Soluciones
El tratamiento, según los especialistas de la Unidad de Sueño, suele ser sencillo. Es un tratamiento farmacológico que da buen resultado. El problema es que el síndrome es muy poco conocido incluso por los propios pacientes. En muchos casos, no son conscientes de los espasmos y de las alertas que padecen durante la noche, con lo que sólo advierten una gran somnolencia a la mañana siguiente, una somnolencia que les resulta inexplicable. Y es que las sacudidas, los movimientos de las piernas fragmentan su sueño.
Un análisis del sueño es suficiente para diagnosticar el síndrome bien de forma directa, por los espasmos, bien de manera indirecta por la fragmentación del sueño o la tensión muscular de las piernas.
Atención: si tiene mucho sueño durante el día piense en la posibilidad de este síndrome. Si duerme acompañado, pregunte a su pareja. Puede proporcionarle una valiosísima información.