![Ramón Sánchez-Ocaña Ramón Sánchez-Ocaña](https://www.65ymas.com/uploads/s1/12/41/31/2/ramon-sanchez-ocana.jpeg)
Miércoles 11 de septiembre de 2019
2 minutos
Un 2% de la población parece ser superdotada. Es decir que tiene un cociente intelectual superior a 130. Y en esa situación hay en España, según los datos del Ministerio de Educación, alrededor de 300.000 alumnos. (Por cierto que esa denominación de superdotados, ha sido cambiada oficialmente por la de alumnos de altas capacidades).
Lo curioso es que la Sociedad de Pediatría de Atención Primaria de Extremadura celebró hace algún tiempo un Foro en donde entre otros muchos, se abordó este tema. Y, por ejemplo, se planteó cómo diagnosticar y tratar a niños superdotados. Porque aunque se cree que por lo menos 2 de cada 100 tienen esa supercapacidad intelectual, resulta que la gran mayoría está sin diagnosticar (hasta el 98 por 100). La doctora Maria Isabel Peguero comentaba entonces que “habitualmente, son los padres los que detectan la superioridad mental del niño. Sin embargo, el diagnóstico suele tardar porque antes de los tres años puede confundirse con simples precocidades. Suele ser entre los cuatro y los siete años cuando los pediatras podemos realizar un diagnostico fiable”.
¿Y como se puede notar que un niño es “de alta capacidad” como se define oficialmente?. Pues hay una serie de características que, desde luego quien primero las notan son los padres: tienen mayor sensibilidad emocional, un nivel de autocrítica más amplio, empatía, pasión, autoexigencia y perfeccionismo. Pero eso no impide que en ocasiones manifiesten inestabilidad emocional o que en vez de esa empatía, se muestren introvertidos. “No sólo tenemos que basarnos en pruebas psicométricas; también tenemos que valorar su cognición y los factores emocionales que conforman la personalidad del niño”, explicaba la doctora Peguero.
Lo que más puede llamar la atención es que un gran porcentaje de superdotados tiene un bajo rendimiento escolar y hasta un 40% tiene auténtico fracaso en las aulas, debido a la falta de interés y de motivación. Se encuentran con que el plan de estudios no les provoca el más mínimo estímulo y se aburren. Los expertos sostienen que en estos casos se deben de tomar las medidas educativas necesarias e informar a los padres de cómo colaborar. “Los niños mejoran rápidamente si se siguen las pautas adecuadas”, concluye la especialista.