No es que el tiempo desarrolle una determinada patología mental. Sino que quien padece algún problema mental lo sufre más o lo manifiesta más en unas determinadas circunstancias climatológicas. En otras palabras: no es que el tiempo nos vuelva locos, es que el que lo está, se vuelve más loco cuando por ejemplo, hay viento del Este.
La doctora María José Gómez González realizó su tesis doctoral sobre este tema. Ella estudió todos los ingresos en un hospital psiquiátrico murciano de una década: 15.123 historias clínicas. Después comprobó qué circunstancias climatológicas había precisamente en el día del ingreso. Y pudo ver cómo cada patología o cada brote de alteración mental estaba relacionada con una determinada situación del tiempo.
El problema al sintetizar todo este trabajo es que hay que dividirlo y compartimentarlo por patologías, por horas, por días, por estaciones e incluso por fases de la luna.. .Porque la estadística es rotunda en este sentido cuando hay luna llena o está en cuarto creciente, aumentan los ingresos psiquiátricos. Quizá es que hay una ionización positiva o algo así.
Lo que sí está demostrado es que la a ionización negativa de la atmósfera nos produce estado de bienestar –se comprueba cuando se va a la orilla del mar–. Y llegaron a hacerse pruebas interesantes: a un grupo de niños bronquíticos se les facilitó una atmósfera cargada de iones negativos y al grupo testigo se le mantuvo el tratamiento de siempre. Los “ionizados” curaron mucho más deprisa.
Una de las conclusiones más destacables del trabajo de la doctora Gómez es que la temperatura cálida, con luna creciente, humedad relativa de 60 por 100, temperatura menor de 25 grados y viento suave del este, son las circunstancias más comunes para la alteración mental.
Suicidios, de día
Otra comprobación inequívoca por su evidencia estadística es que casi todos los ingresos psiquiátricos se producen de día (excepto los de alcohólicos, drogadictos o urgencias “no demorables”). Seguramente es porque tanto el enfermo como los familiares esperan al día para llegar al hospital. Y la doctora Gómez demuestra que ocurre lo mismo con los suicidios. Prácticamente, no hay suicidios de noche.
La mujer, por ejemplo, elige el día y un día lluvioso para acabar con su vida. Además, se puede comprobar que los suicidios siguen un ciclo determinado de frecuencias. Aumentan a primeros de otoño y siguen su curva ascendente hasta junio y julio, que es cuando se producen más casos. Después, hay un descenso brusco en el mes de agosto.
El 38% de suicidios, en días lluviosos
Que el tiempo influye en nuestro comportamiento y, por tanto, en nuestra manera de enfermar no parece admitir duda. No hay más que ver cómo la literatura y el cine recrean ambientes para dar sensaciones concretas. Una película de misterio sin tormentas y relámpagos, no estaría bien ambientada.Los espías se ven al amanecer y con frío para que el vaho salga de su bocas, mientras se suben el cuello del abrigo.
Se sabe que en primavera hay más accidentes de tráfico. Y cuando amenaza una tormenta hay como una distribución eléctrica distinta en el aire. Hay más accidentes y más desgracias personales. La amenaza de tormenta provoca un bochorno especial que crea tensión y agresividad. Y cuando la tormenta descarga todo es al revés.Y es que se invierte la polarización de la atmósfera.
Está "aventado"
Los vientos se muestran como los fenómenos que mayor influencia ejercen en el ser humano. Hasta el punto de que cuando alguien se muestra un tanto extraño, el saber popular habla de que “le ha dado un aire”. Y significativa es la expresión “está aventado”.
Para la doctora Maria Jose Gómez, los vientos del este, no muy fuertes, con temperatura cálida son los que más propician los ingresos psiquiátricos.
Y es que hay vientos que concentran todas las iras. Los hay que se llaman “de las brujas” y que podrían considerarse atenuantes en algunos delitos. Es el mistral del sur de Francia o el sirocco de los italianos; o el foehn de los Alpes; el Santa Ana de Estados Unidos o el chinock de las Montañas Rocosas. O si se quiere, el terral de Málaga. La atmósfera entonces se carga de iones positivos y hay un aumento no ya de ingresos psiquiátricos, sino también de riñas conyugales, de asesinatos...
Se cuenta que Churchill no iba a las costas francesas del Mediterráneo si los meteorólogos anunciaban estos vientos. Y durante años hubo cirujanos en una zona de Alemania que si se les anunciaba el foehn sólo operaban las urgencias. La doctora Gómez, tras su tesis añade que está comprobado que con estos vientos aumentan las hemorragias.