Intencionadamente aparece el artículo masculino ante el tortícolis, una afección que nos empeñamos en poner en femenino. En el lenguaje coloquial todos hablamos de LA tortícolis. Los especialistas, sin embargo, dicen EL, porque proviene de la expresión latina tortis collum, es decir, cuello torcido. Es quizá uno de los padecimiento más comunes y menos los niños, todos tenemos experiencia de algún episodio de este tipo.
Las causas de este mal, tan molesto y doloroso como inoportuno, pueden ser muy diversas y abarcan desde alteraciones en las vertebras cervicales, a trastornos congénitos, pasando por enfermedades nerviosas, afecciones inflamatorias de nariz y garganta y, sobre todo, debido a problemas musculares.
Recordemos que los músculos voluntarios se contraen y relajan según las órdenes que recibe del cerebro. Imaginemos por un momento que un músculo se contrae con fuerza y se niega después a relajarse (es lo que se llama espasmo o tetania). Surge el dolor y todos lo hemos comprobado alguna vez en forma de calambre. Pues bien, una de las causas más frecuentes del tortícolis es precisamente esta. Los músculos que mueven el cuello y la cabeza se contraen y por alguna razón no se relajan .
El dolor que acompaña a un tortícolis de origen muscular tiene su origen en dos factores distintos:
- Por un lado, hay un espasmo muscular violento, que, al ser mantenido en el tiempo, es doloroso por si mismo, ya que produce una especie de fatiga del músculo.
- Pero por otro, la posición forzada a la que se somete a los huesos (en este caso los del cuello, las vértebras) durante un tiempo excesivo, también se hace dolorosa. Estar en cuclillas no produce dolor en las piernas, pero si recorremos cien metros en esa postura, sí dolerán.
Los factores que pueden predisponer a un tortícolis son muchos y de muy distinta índole. No podemos olvidar el mecanismo de acción muscular. Para que se produzca esta contracción mantenida sin la consiguiente relajación –tanto en el cuello, como en cualquier otro lugar– es necesario que la orden que llega al músculo por el nervio correspondiente se mantenga sin que le llegue la contraorden. Le llega la orden porque estamos hablando de músculos voluntarios. Es decir, que puede haber un problema nervioso en la génesis del tortícolis. Por eso, en determinados estados de nerviosismo o de agitación nerviosa, no necesariamente patológica, puede aparecer este cuadro.
Otro factor determinante tanto de tortícolis como de otro tipo de calambre es la falta de preparación muscular. Y prueba de ello es que en muchas ocasiones se produce durante la realización de un ejercicio físico –a veces simplemente la marcha– para el que el músculo no se encuentra preparado. En ocasiones, basta un giro de la cabeza o un esfuerzo excesivo.
Muchos casos aparecen tras haber soportado una carga sobre los hombros o haberla levantado con los brazos.
En el mismo sentido se puede considerar como factor desencadenante de un tortícolis la debilidad muscular generalizada o la pobreza en la masa muscular.
El tortícolis suele aparecer en circunstancias muy concretas:
- Tras un periodo largo de inactividad, o de fijación del músculo en acortamiento. Eso que decimos de dormir en una 'mala postura'.
- Tras una exposición al frío –corriente de aire– que actúa sobre el músculo provocando su contracción. La tiritona no es más que la contracción muscular generalizada por el frío.
- Y la unión de los dos factores anteriores, que es en realidad la causa más frecuente.
El tortícolis tiene su prevención que se basa, como es lógico, en evitar los factores desencadenantes_
- Es importante realizar ejercicios que pongan en funcionamiento los músculos del cuello. Evitará así no sólo el tortícolis, sino los problemas de las vértebras cervicales. Gimnasia de cuello a base de girar la cabeza es suficiente.
- Muchas 'malas posturas' durante el sueño no son tanto en la cama, en donde una almohada correcta es fundamental, sino en la cabezada que se da en el sillón después de comer. Ahí, la relajación muscular fuerza una distensión, que se torna más tarde muy dolorosa. Un pequeño almohadón donde reposar la cabeza puede prevenir ese tortícolis.
- Si ya se produjo, conviene la visita al traumatólogo sobre todo si son muy frecuentes, puesto que puede ser la expresión de alguna carencia alimentaria (sales, por ejemplo) o significar algún problema nervioso. Un relajante muscular mejorará los síntomas.