Los datos son preocupantes. Puede calcularse que diez de cada cien niños menores de 12 años presenta algún problema psiquiátrico. Y por lo menos el 20% si extendemos la edad hasta los 18. Y no podemos olvidar la afirmación de los especialistas: el 40% de los trastornos psiquiátricos adultos comenzaron en la infancia. La Dra. Mardomingo, una de las más cualificadas especialistas en psiquiatría infanto-juvenil, señala que aumentan los casos de depresión y cada vez en gente más jove ; aumentan también los trastornos de ansiedad y los trastornos de comportamiento. Las causas habría que buscarlas en el cambio experimentado en la estructura familiar; en los cambios de pautas y modelos educativos y desde luego en los cambios sociales, con un giro también en la escala de valores. En definitiva, la vida se ha hecho mucho más difícil, mucho más compleja.
Los trastornos más comunes en la infancia y en la adolescencia son los relativos al déficit de atención e hiperactividad (que afectan a un 10-15 por 100), los trastornos de comportamiento (6-8 por 100) y los trastornos de ansiedad. Otros menos frecuentes y más graves son, por ejemplo, los trastornos generalizados del desarrollo –como el autismo– o la esquizofrenia. Otros problemas son las enfermedades psicosomáticas, la depresión, los trastornos del aprendizaje y los problemas de personalidad.
La frecuencia de la incidencia de problemas psiquiátricos en esta etapa de la vida varía con la edad, el sexo, y el nivel socioeconómico. En los niños son más frecuentes los trastornos de comportamiento, como la agresividad; mientras que las niñas se ven más afectadas por la depresión o la ansiedad. Precisamente, la depresión se manifiesta por igual entre niños y niñas hasta los 12 años, mientras que en la adolescencia afecta mas al sexo femenino. Los trastornos de conducta, por el contrario, afectan siempre más a los varones, aumentando la incidencia con la edad. Los trastornos de alimentación producen más problemas en las adolescentes; y la adicción a drogas y otras sustancias se suelen diagnosticar más en chicos que además, aunque no exclusivamente, suelen pertenecer a clases sociales desfavorecidas.
Actualmente y a través de los colegios se orienta a los padres de los síntomas cuya duración y repercusión podrían alertar sobre un posible trastorno. Por ejemplo, aislamiento o falta de relación con otros niños de su edad, tanto en el ámbito escolar, como social; el retraimiento y la falta de comunicación en casa. Otro síntoma de alarma sería la ruptura brusca en la evolución normal de un niño o un adolescentes que hasta ese momento había mantenido un comportamiento más o menos ajustado, con un rendimiento académico aceptable. De pronto modifica su comportamiento, aparece el fracaso escolar...
Y hay dos momentos críticos: entre los 7 y los 10 años, un momento que coincide con una nueva etapa en sus vidas que se caracteriza por mayores exigencias escolares y un periodo de socialización más pronunciado. El otro pico de incidencia comienza hacia los 14 años, con la entrada en la adolescencia. En el primer pico hay más presencia de niños y en el segundo, la incidencia está más igualada con las niñas.
Y el problema grave es el que comentábamos al principio: el 40% de los trastornos psiquiátricos del adulto comienzan en la infancia.