Cada vez a edades más tempranas aparecen esas dilataciones venosas de las piernas que llamamos varices. Una de cada tres personas que se cruce por la calle tiene algún signo varicoso. Y especialmente, si es mujer.
Los especialistas señalan que no todas las venas que se ven son varices, aunque sí la gran mayoría, especialmente las que aparecen en las piernas. Y ahí entra de lleno, además del problema circulatorio, el problema estético. Hay que insistir: no toda vena visible es una variz. Es cierto que en cuanto vemos la vena en una pierna pensamos en este problema; pero puede realmente no serlo. A esa vena visible en el brazo no le damos la misma consideración.
Cuando alguna válvula no cumple su función se produce una de esas dilataciones venosas. Quizá el problema estético –que al principio es uno de los que más preocupa– sirva como llamada de atención, porque no se trata sólo de que la pierna se vea deformada por las venas engrosadas, sino que es un problema que puede ser importante. No se puede olvidar que la variz y la trombosis tienen una base genética común. Es decir, hay que tomárselo en serio.
Se suelen achacar las varices al sobrepeso o al estar demasiado tiempo en pie. Sin embargo, cuando se sabe que el 85% de las varices son hereditarias, se deduce que los otros factores tienen muy poca influencia. De todos modos, el embarazo –que al aumentar la presión abdominal dificulta la circulación de retorno– el estatismo y la falta de ejercicio ayudan a que la predisposición hereditaria desarrolle las varices. Todo aquello que pueda entorpecer la circulación de retorno, debe evitarse. Por ejemplo, ligas, fajas apretadas, o el simple cruce de las piernas por la presión que una ejerce sobre la otra.
Hay pocos datos epidemiológicos en torno a las varices. Quizá el más llamativo es el del estudio que se hizo entre pacientes que acudían al médico de cabecera, en un determinado día. Entre ellos, había un 60% que las padecía. Pero si hablamos de la población general, se puede calcular que hay alrededor de un 20% de varicosos.
Diagnóstico
Si se sospecha que realmente hay una variz, se debe acudir al médico para que realice el diagnóstico correcto y valore la situación, con ecografía o con lo que sea preciso. Se trata de comprobar que alguna válvula no está cumpliendo su función y tomar después la decisión de cómo hay que resolver el problema.
Lo importante es tomar conciencia de que se trata de un problema serio, y no solo un problema estético. Recuerde: la variz y la trombosis tienen una base genética común.
Causas que ayudan
Hay algunos factores que favorecen la aparición de varices. El primero es permanecer mucho tiempo de pie. Si a eso se añade una postura estática, es decir, sin flexiones de las piernas, el riesgo es aún mayor. Otro factor importante es la obesidad. Y, como hemos dicho, el embarazo. Y es que al aumentar la presión abdominal se hace más difícil la circulación de retorno y aumenta la presión sobre las piernas.
La embarazada debe dormir de lado y, a ser posible, sobre el lado izquierdo para no presionar la vena cava.
Se deben evitar elementos que ciñan las piernas para que no se dificulte el drenaje venoso. Ligas, fajas, etc, si afectan a las piernas, son perjudiciales para las varices. Por la misma razón no es recomendable que una mujer embarazada cruce las piernas. La presión de una sobre otra entorpece la circulación.
Consejos
-Si está de pie, cada dos horas debe descansar cinco o diez minutos. Sentarse en una silla, por ejemplo y poner los pies ligeramente en alto.
- En el embarazo, meter los pies en agua fría por la mañana y por la noche.
- Es muy aconsejable el clásico ejercicio de la bicicleta. Tumbada en una cama o en el suelo, eleve las piernas e imite un pedaleo. Es cuestión de voluntad y no de tiempo. Todos podemos perder unos minutos para caminar en esa bicicleta imaginaria.
- Evitar la postura estática durante mucho tiempo. El ama de casa favorece –al estar siempre en pie, con postura muy parecida– la aparición de las varices.