Quizá haya quien se sorprenda si decimos que la primera obligación del veterinario es la salud de las personas. Sin embargo, ese es uno de sus deberes: velar por la salud de las personas a través de la salud animal. Y no hablamos ya del cuidado que deben recibir las mascotas que conviven en el hogar. Parece claro que si vive como un miembro más de la familia, debe tener la atención sanitaria que corresponde a ese miembro tan especial de la familia. Hablamos de un tema mucho más amplio como es el de las zoonosis (más exactamente, antropozoonosis), que es como se conoce a las enfermedades animales que pueden pasar al hombre.
Cada día adquieren una mayor relevancia porque crecen las posibilidades de contagio. Se conocen cerca de 200 y es muy posible que muchas de ellas sufran transformaciones serias al pasar de un reservorio a otro. Baste recordar el caso de las llamadas vacas locas o la amenaza de la gripe aviar. (Nada digamos de la pandemia de coronavirus que estamos viviendo y sufriendo. No sabemos aún si la transmisión parte del murciélago. Los especialistas de la OMS siguen investigando en el mercado de Wuhan).
Tenemos que tomar conciencia de que los animales pueden actuar como reservorio de algún virus para difundirlo y contagiar al ser humano. Por eso, son muchas las investigaciones que se realizan sobre animales para asegurar la salud de la población. Aunque no solemos reparar en ello, hay más de 150 enfermedades que pueden ser transmitidas al hombre por los animales. Constituyen la mayoría de las infecciones y parasitosis que afligen a la humanidad. ¿Cómo pueden llegar a nosotros? Pues o por contacto directo con los animales infectados o bien indirectamente por contacto con un medio contaminado por los animales. En todo caso, por un animal enfermo o transmisor.
Una de las más extendidas es la leptospirosis. Las bacterias responsables de esta zoonosis son frecuentemente propagadas por los roedores, los gatos, las bestias, los cerdos y los animales salvajes. Estos microorganismos penetran en el ser humano mediante heridas o rozaduras cutáneas o también a través de membranas intactas de la boca, nariz o de los ojos. Provocan fiebre, dolores musculares e ictericia.
Otro problema muy común es la salmonella. Porque aunque hablemos así en general de esta bacteria, debe saberse que hay más de 1.000 tipos diferentes de salmonellas. Las salmonelosis originadas por los alimentos de origen animal contaminan cada año a millones de personas y causan importantes pérdidas económicas en el ganado. Las salmonelosis puede evolucionar bajo la forma de una gastroenteritis aguda, enteritis o septicemia. Tanto los animales como el hombre se pueden transformar en portadores crónicos asintomáticos y contribuir a la propagación de la enfermedad.
El inventario sería extenso. Citemos solo las más conocidas: la rabia, por ejemplo; o la brucelosis, que se contagia frecuentemente por productos lácteos contaminados; la tuberculosis bovina, la toxoplasmosis, la triquinosis o la hidatidosis, que son los ejemplos más comunes.
Sin duda, las zoonosis son una amenaza para el hombre y de ahí que se necesite una profilaxis y una lucha contra este riesgo en los reservorios animales.
No lo olvide: de la buena salud de nuestros animales depende, en buena parte, nuestra propia salud.