Hay una relación muy estrecha entre los colores y la salud. Porque la hay sobre todo con nuestra psicología. Resulta llamativo cómo nos influyen por ejemplo a la hora de comprar. Un envase en que aparezcan letras rojas sobre fondo amarillo o blanco parece transmitirnos ganas de vivir, vigor, fuerza. Si el fondo es rosado y las letras son azules tiene una idea femenina, cremas de belleza o una delicadeza culinaria. Así nos lo explicaba el psicólogo José Elías: El rojo es el color excitante. Sería el color ideal para un tónico. Es un color que anima. El rojo nos encontramos con él, nos sale al paso. Tenemos la costumbre de asociarlo con el vigor, con el fuego, con la energía. De todos modos, hay que introducir algún elemento blanco o más débil de tono, porque está demostrado que demasiado rojo puede inducir a la violencia.
El amarillo
Domina en lugares tan curiosos como en las estanterías de las farmacias. Es color de luz. Tiene connotaciones de cierta fuerza, de voluntad, despierta y estimula. Es el color que más aumenta el tono muscular. Y además, el amarillo es uno de los colores que mejor se ve (dicen que es porque mejora los músculos de acomodación del ojo). Es, con el naranja, un color optimista y vital. En el naranja se combina lo mejor del rojo y lo mejor del amarillo. Sugiere fiesta y alegría. Es un color liberador.
El verde
Es el color de la naturaleza. Es la expresión de la juventud, de la vegetación, del frescor, de la esperanza. Da idea de serenidad y equilibrio. Tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso.
El color blanco
Es clave porque lo que el blanco da es paz. Es luz. El blanco es el símbolo de la afirmación. Es el símbolo de lo positivo. Quiere decir Sí.
¿Y curan?
Desde luego, aunque haya mucho escéptico es verdad que hay auténticos especialistas en cromoterapia. Y hay ejemplos históricos curiosos: En China, a quienes tenían enfermedades infecciosas se les rodeaba de rojo; en la Edad Media, se pintaba a la gente de amarillo. Aquí mismo se ponía a los niños con sarampión una luz roja. ¿Por qué?. Pues porque al enfermo le molesta la luz y en vez de ponerle una luz tenue se le pone roja, porque así no se ven las manchas de la enfermedad.
Lo que si está demostrado es que influyen en el estado de ánimo. Una de las primeras medidas contra la tendencia a la depresión es lograr una fuerte iluminación. Una habitación clara y luminosa predispone a la acción y a la alegría. Hay dos ejemplos que se han hecho clásicos: alguien que entre de pronto en una sala excesivamente iluminada se sentirá cohibido y hablara poco. Y si entra en una sala con muy poca iluminación, se va a sentir aislado, inseguro, nervioso. (Dicen los expertos que incluso intentará hacer ruido, toser, carraspear...).
Hay hasta un catálogo de los colores con sus correspondientes acciones. El rojo, es un color vital, todo lo contrario que el azul que parece atraer el sueño y dicen que va bien para las dolencias de piel. El amarillo es el color de la irritación, del desequilibrio.
En todo caso, hay quien sostiene que cada color tiene su poder específico y lo asocia a una dolencia. El rojo iría bien para combatir el reuma y la bronquitis. El naranja, para el asma y las piedras biliares; el verde, para la úlcera y la gripe; y el azul para la piel. Pero claro, es una pura teoría basada en creencias tan antiguas como dudosas.