Es verdad que nos rodean cada vez más sustancias capaces de provocar procesos alérgicos; pero no cabe duda de que resulta inquietante el aumento exponencial de problemas como el asma. Y es que parece existir una relación inversa entre las infecciones en la infancia y la aparición tardía de alergias. Es decir, que las infecciones padecidas durante la primera etapa de la vida, protegerían contra las enfermedades alérgicas.
El niño, hoy, se mueve en un ambiente bastante aséptico, se le cuida y se le médica para evitar enfermedades. Pues bien, esa protección podría desviar al sistema inmune hacia una respuesta alérgica. Es quizá una de las razones por las que en familias donde hay varios hermanos (que se contagian las infecciones) hay menos alergia. Y por la misma causa, quien padece alergia es el primero, o el hijo único.
También el modo de vida occidental puede ser causa de la expansión del asma. La mayoría de niños vive en grandes ciudades y su jornada está determinada por mucha tele, videojuegos, poco aire puro, escaso ejercicio físico y una alimentación poco natural. A todo ello hay que unir el creciente estrés que afecta a los niños, la contaminación, la exposición repentina al frío, y algunos medicamentos.
Otro de los factores que pueden influir en el incremento del asma puede ser el cambio en las costumbres dietéticas. La reducción del consumo de frutas y verduras, ricas en compuestos antioxidantes, puede añadir vulnerabilidad a los pulmones frente a la acción de sustancias irritantes. Los conservantes y colorantes de alimentos envasados también pueden estar en el origen de algunos procesos asmáticos. El consumo de alimentos como cereales, nueces, verduras y productos lácteos pueden contribuir a una mejor función pulmonar.
Pero hay soluciones. Un tratamiento prolongado y cumplido escrupulosamente por el paciente mejora de manera significativa. Los especialistas insisten en que en el principio de la crisis asmática hay una inflamación y que como tal debe ser tratada. El problema estriba en que los efectos del tratamiento antiinflamatorio se producen a largo plazo. Durante un ataque de asma se utilizan para controlar los síntomas de ahogo los broncodilatadores. Pero como nos decía un conocido neumólogo: “No conviene abusar de ellos fuera de las crisis; porque su consumo excesivo puede agravar la enfermedad, ya que su efecto principal de apertura de las vías respiratorias facilita la respiración, pero no mejora el problema de fondo, que es la inflamación y, por tanto, la enfermedad sigue inexorablemente su curso”.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica recomienda las siguientes normas:
- Aireado del colchón, preferiblemente de fibra sintética y exposición al sol con posterior aspirado de la superficie, al menos una vez por semana.
- Las almohadas, preferiblemente de fibra, deben meterse en la secadora al menos una vez por semana.
- Las sábanas deben lavarse semanalmente en agua a más de 55 grados.
- El alérgico debe utilizar fundas protectoras para envolver el colchón y las almohadas.
- Reducir la presencia de cortinas, muebles y alfombras.
- Reducir la humedad.
- Evitar la presencia de animales domésticos.
- No se recomiendan estufas de gas.
- Evitar la presencia de insecticidas, ambientadores, humos de tabaco y sustancias olorosas.
- En niños alérgicos evitar juguetes de paño o de peluche.
- Los suelos de la casa deben ser lisos y las paredes pintadas con materiales plásticos.