La revolución sénior, una gran oportunidad para todos
Francisco ValleFoto: Big Stock
Domingo 23 de abril de 2023
ACTUALIZADO : Lunes 25 de septiembre de 2023 a las 15:26 H
3 minutos
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Domingo 23 de abril de 2023
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Hasta hace bien poco, la imagen que la sociedad ha tenido de las personas mayores estaba unida a connotaciones negativas, como, por ejemplo, que eran una carga social, un colectivo inactivo, improductivo, dependiente y demandante de ayuda y de cuidados. Una imagen que no es ni justa ni veraz. Actualmente, gracias a los avances en la medicina, la alimentación y los hábitos de vida, este colectivo tiene una importante mejora en su condición física y una esperanza de vida muy superior a la de generaciones anteriores.
Frente a los que ven en el envejecimiento un lastre para la sociedad -vemos todos los días afirmaciones en ese sentido desde las pensiones hasta los servicios sociales-, la longevidad es una oportunidad, una de las mayores oportunidades de presente y de futuro que nuestra sociedad tiene que afrontar de manera inmediata.
Sin embargo, como lo demuestra el estudio Los sénior, un colectivo injustamente olvidado por las marcas, las encuestas de 65YMÁS y las numerosas cartas a la directora del diario (más de 10.000 al año), los mayores siguen percibiendo que se les trata injustamente, de manera discriminatoria y que no se les tiene suficientemente en cuenta, fundamentalmente por una cuestión de edad.
El “edadismo”, esa forma de discriminación a causa de la edad está fuertemente arraigada en nuestra sociedad, desde el mundo laboral hasta el familiar, y se sigue transmitiendo entre generaciones. Esta realidad, junto a políticas públicas y sociales insuficientes, han llevado muchas veces a que los mayores sean un segmento poblacional objeto de condiciones de vulnerabilidad, abandono y maltrato.
Envejecimiento activo
Hoy en día es un sector importante de población que tiene capacidad para seguir realizando actividades productivas (no sólo laboralmente) y continuar contribuyendo al desarrollo y bienestar de la familia y la sociedad más allá de la jubilación. Son una fuente de conocimiento y experiencia que debemos saber aprovechar y son un pilar emocional y social indispensable.
Son una pieza clave de nuestra economía, porque los mayores son un segmento de la población con rentas medias, con pocas o ninguna carga económica (especialmente cuanta más edad tienen esas personas), con mucho tiempo para el ocio, para los cuidados personales, para la cultura, para su familia…
Como consumidores, son fieles a sus marcas de referencia, pero con más tiempo y mayor capacidad de análisis y comparación, más exigentes. Entonces, si son un pilar clave desde el punto de vista familiar, social y económico, ¿por qué se les margina en la toma de decisiones, por qué se les discrimina por razón de su edad, por qué se desprecian sus capacidades?
Nuestra economía, nuestro tejido empresarial, nuestros servicios públicos y privados, nuestras infraestructuras, nuestras instituciones y nuestro marco regulatorio tienen que atender a este segmento. No sólo desde los cuidados, la sanidad o los servicios sociales, desde el ocio, la cultura o el turismo, sino desde las finanzas a la tecnología, pasando por la industria, y la investigación, el desarrollo y la innovación, creando productos, servicios y soluciones dirigidos a estas personas.
La longevidad necesita que los agentes económicos y sociales y las estructuras públicas trabajen conjuntamente para generar las condiciones para construir y desarrollar un tejido económico y social que atienda a las necesidades de más de un tercio de la población. Tenemos los mimbres para convertir a España en el referente de la atención a la longevidad, tanto a nivel económico, de emprendedores, empleo y calidad de vida, como en servicios sociales, dependencia o sanidad, una oportunidad que, si sabemos aprovecharla, redundará en el bien de todos.