Muchos profesionales de la medicina responderían afirmativamente a esta pregunta inicial. Pero también mucha gente, especialmente femenina, diría, “de mito, nada; yo me siento cansada, agotada, sin gana de nada”.
La realidad es que sin que se deba 'medicalizar' la situación, lo cierto es que hay un porcentaje de población que siente de manera negativa la llegada de la primavera. Y cuando se pide que enumeren los síntomas, van desde ese bajo tono vital que caracteriza la astenia, hasta apatía, debilidad muscular y malestar general. Lo curioso es que es más notable por la mañana y según avanza el día, van disminuyendo los síntomas.
No hay una causa aparente, aunque algunos especialistas dicen que se puede tratar de una secuela infecciosa; como si fuera el resto de una infección vírica, tras haber sufrido una gripe o un catarro.
Algunos psiquiatras -porque no todos están de acuerdo- dicen que la astenia es la manifestación de una depresión parcial; una depresión leve, de tipo estacional y que se manifiesta con los rasgos típicos de la depresión: cansancio, apatía, alteraciones de sueño e incluso dolores de cabeza.
Lo curioso es que en pleno estado de salud, de pronto aparece este problema. No hay ganas de trabajar y físicamente se podría sentir como un proceso gripal. El problema es que como no tiene manifestaciones clínicas evidentes, no parece tener entidad como para acudir a una consulta. No parece lógico llegar ante el medico y decirle simplemente: “doctor, no puedo más. Estoy cansado. No se de qué, ni qué tengo”.
Es verdad que la llegada de la primavera nos hace sentir de otra forma
La primera alteración proviene de que hay mucha más luz. Por tanto más calor, más tiempo de día y menos de noche. Por eso te sientes más libre, como con menos ropa. Y a veces, con una especie de alegría distinta. Pero otras veces, el organismo lo vive a su manera. Lo saben bien los ulcerosos, porque la ulcera les protesta en primavera. Lo saben los depresivos, que ante la eclosión de la luz se deprimen más. Y lo saben, sobre todo, los alérgicos. La primavera a ellos les altera no solo la sangre sino también la nariz, los bronquios, la garganta, todo. Y lo saben también las madres embarazadas, porque viven el embarazo más al aire libre, pasean más, van menos abrigadas y comen cosas más frescas, más frutas, más verduras.
¿La sangre altera?
No. Se dice para que rime con primavera. Pero no hay esa alteración. Es verdad que nos sentimos un poco distintos; pero nada más. Son alteraciones muchas veces sin importancia que afectan más a la mujer que al varón aunque la diferencia va descendiendo.
No se sabe estadísticamente a cuánta gente afecta, porque no se acude a la consulta. Se calcula que apenas cinco de cada cien pacientes van al médico. Entre otras cosas, porque estar cansado, con nuestro modo de vida, entra dentro de lo lógico y a nadie se le ocurre ir al médico a confesarle simplemente que esta cansado. El sector de población más propenso es el de mujeres de alto nivel sociocultural y que rondan la cuarentena. Como no hay medio de diagnóstico más que las confesiones del paciente, es una afección prácticamente subjetiva.
Qué podemos hacer
Lo primero, seguir con la actividad de siempre aunque nos cueste un poquito más de trabajo. Y a ser posible estar al aire libre, con luz natural. Suprimir el estrés. Y mirar las cosas con cierta perspectiva, Tener un ritmo regular en horarios de comida y de sueño. Y no consumir estimulantes de ningún tipo. Porque esa sería una mejoría momentánea que agravaría después el cuadro.
Y es útil una dieta adecuada . Por ejemplo, recurrir a todos los alimentos que nos puedan proporcionar vitaminas del grupo B, como son verduras de hoja verde, pimiento, tomate, carnes. También es útil acudir a los alimentos ricos en hierro porque quizá ese cansancio pueda estar relacionado con un déficit de este mineral. Carne roja, legumbres, pescado azul. Y no olvide entonces aportar vitamina C con frutas como la naranja, porque así permitirá una mejor absorción del hierro. Y recuerde que siempre es mejor hacer cuatro o cinco comidas pequeñas al día, que dos copiosas.