Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Problemas para dormir, un mal de nuestra época

Ramón Sánchez-Ocaña

Viernes 19 de marzo de 2021

10 minutos

Insomnio: una alteración del sueño común en los mayores

Viernes 19 de marzo de 2021

10 minutos

El sueño es de una gran complejidad. Esa imagen de placidez con que lo tenemos asociado es falsa. Especialmente en algunas etapas en las que se produce una auténtica tormenta cerebral. Incluso puede haber más actividad que cuando estamos despiertos. Y hay una fase sumamente interesante: de pronto, en pleno sueño, profundamente dormidos, movemos rápidamente los ojos. Lo hacemos todos, varias veces durante todas las noches. Es la llamada fase REM, iniciales de Rapid Eye Mouvement, movimiento rápido de los ojos. Es en esta etapa precisamente cuando soñamos...

Partamos de una realidad imponente: la tercera parte de nuestra vida la pasamos durmiendo. (Lo que quiere decir, más o menos, que de nuestra vida, veintidós años completos los pasamos durmiendo).  Pero no es un tiempo perdido, ya que el sueño es el gran reparador funcional de nuestro organismo.

Hasta hace muy poco no se sabia qué ocurría mientras dormíamos. Se creía que el sueño tenía unas fases muy claras y concretas. Una de duermevela inicial, otra de sueño profundo y una tercera etapa próxima al despertar en la que se iban recuperando poco a poco las funciones.

Sin embargo, gracias a los registros cerebrales se sabe que no es así. Mientras dormimos se producen una serie de fases que van desde el sueño leve al sueño profundo y que se repiten varias veces durante la noche

Las fases

En los laboratorios del sueño, con electrodos conectados para ir registrando todo, se analiza el sueño durante varias noches para conocer el patrón de cada uno. Tras muchos estudios se pudo determinar que todos pasamos por varias fases a lo largo de la noche. Los electrodos permiten comprobar la actividad cerebral mientras se duerme, el tono muscular e incluso los movimientos de los ojos.

La primera etapa-llamada fase 1 es un estado de somnolencia. El electro aparece aplanado. Es posible que en ese momento, el individuo se despierte alguna vez, que dé varias vueltas. Empieza a disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca y respiratoria.

En la fase 2 se puede ver ya una diferencia en las curvas que miden la actividad cerebral. Aparecen nuevas ondas. En esta etapa, si se estimula al durmiente, se puede comprobar que la reacción interna es dos veces mayor que si estuviera despierto. Un estímulo cualquiera hace que su corazón lata mas deprisa, como asustado.

En la fase 3 varía la actividad cerebral. Se hace más plana, más lenta... Se inicia lo que podríamos llamar sueño profundo, que se hace mucho mas evidente al pasar a la cuarta fase.

En la fase 4 empieza ya a ocurrir algo que no se sospechaba. Es en esta etapa cuando se dan lo que podríamos llamar sueños anormales. Las pesadillas, por ejemplo. La actividad muscular es mínima. La presión sanguínea y el ritmo cardiaco llegan a su punto mas bajo. Es muy difícil que se reaccione ante un estímulo exterior. En estas fases 3 y 4 se reduce la actividad eléctrica cerebral. La función reparadora del sueño parece tener lugar en estos momentos.

Fase REM. Es una de las fases más interesantes. La tranquilidad del que duerme  desaparece. La actividad cerebral es enorme. En el registro, los ojos se mueven deprisa de un lado para otro. Por eso se llama precisamente fase REM. El individuo, aparentemente tranquilo, es un torbellino mental. De ahí que se hable también de sueño paradójico. Porque incluso la actividad cerebral supera muchas veces a la que se tiene cuando se está despierto.

Sin embargo, el tono muscular es mucho mas bajo que el de etapas anteriores. El músculo que más descansa en este momento es el de la nuca. Los estímulos normales no sirven para despertar en esta fase.

El ser humano pasa por esta etapa varias veces durante la noche. Se calcula que  una cuarta parte del tiempo que dedicamos a dormir la pasamos en esa fase de actividad cerebral.

En los niños  esta etapa dura el doble que en los adultos. Además, la actividad no es  solo cerebral. El corazón se acelera notablemente. El  número de pulsaciones aumenta hasta un 10%. La respiración se incrementa alrededor de un 20 por 100. Y todo, además, con irregularidad. Es cuando  los músculos descansan más. Y quizá también  el cerebro. Porque esa actividad que se registra de la mente se debe a los sueños. Es en esta etapa cuando se producen las ensoñaciones.

El sueño es pues un estado que no es de desconexión total, ni de pasividad. Hoy ya se tiene la idea clara de que el sueño tiene como misión fundamental restaurar el cerebro. Y no solo proporcionar descanso, ya que el descanso físico, se puede obtener con la relajación, o simplemente, sentándose en un sillón.

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Los problemas

Son muchas las posibles alteraciones del sueño. La apnea, (paradas respiratorias que no permiten un descanso real); la hipersomnia (al no dormir bien por la noche, el día se pasa sufriendo un sueño insoportable); o el sonambulismo (andar dormido, ser una cabeza dormida con un cuerpo despierto). Pero de todas ellas, el insomnio es la más frecuente, la que mas preocupa y la que más repercute en  nuestro entorno social y laboral.

El  insomnio  puede presentar tres variantes muy claras

Puede ocurrir que se plantee como el insomnio tradicional y clásico: el individuo se acuesta, pretende dormir; pero el sueño no llega. Trata por todos los medios  de dormirse, pero no lo logra. Entonces piensa y piensa; y es cuando empieza a oír sus propios latidos. Generalmente surgen preocupaciones que estuvieron soterradas durante el día. Las desecha. Trata de llamar el sueño a voces, pero esas mismas voces no le dejan dormir...

También es frecuente una alteración de sueño interrumpido. Se duerme la primera etapa de la noche. Después se despierta y es cuando ya resulta difícil volver a conciliarlo. Suele ser este un insomnio penoso, porque en plena noche es cuando se imaginan las cosas más negras que se puedan dar. Hay como una proyección vital negativa. Si hay alguien de viaje surge la preocupación. Si hay algún problema de salud, se pone uno en lo peor...

Y por último, está ese déficit de sueño que se produce cuando se despierta excesivamente temprano y ya no se puede volver a dormir. Se dan vueltas, se mira el reloj, se sabe que aun falta mucho para que el despertador suene, que se podría aprovechar para prolongar un poco mas el descanso; pero no es posible...

Son las tres alteraciones que mas se padecen

Y algo que deberíamos tener en cuenta es que el insomnio o la alteración del sueño NO es una enfermedad en sí. Es un indicador. Algo pasa que impide dormir. Y no olvidemos lo que muchos especialistas dicen: nuestra forma de DORMIR no es más que un reflejo de nuestra forma de vivir...

Muy frecuente

Alrededor de un tercio de la población confiesa tener problemas con el sueño. Y en una encuesta realizada hace algún tiempo se pudo concluir que:

24 % tardaba mucho tiempo en dormirse

23 %   se despertaba mucho por la noche

19%  se despertaba temprano

21%  no estaba contento con su sueño

8% tomaba algún fármaco para dormir.

Una primera conclusión: la gran mayoría de adultos querría dormir mejor.

Buscando las causas

Son muchos los factores  que pueden influir en nuestra calidad de sueño. Por ejemplo, vivir una situación estresante. El nerviosismo aleja el sueño. También hay enfermedades que impiden el sueño, como pueden ser todas las que cursan con algún dolor, como las reumáticas. O las jaquecas.

Algunos fármacos pueden producir insomnio, especialmente aquellos que tienen  un efecto estimulante. Y aunque parezca mentira  medicamentos utilizados para combatir el insomnio lo pueden producir en las últimas horas del sueño. Porque  alteran  en mayor o menor grado, la estructura, el patrón de cómo dormimos.

También pueden alterar el sueño  sustancias  excitantes  como pueden ser el café y el tabaco. Y  aunque en muchos casos parezca lo contrario, el alcohol es el causante de muchos insomnios. Es verdad que el alcohol es un buen inductor del sueño. Pero tras una primera fase queda después su componente de excitación.

Y no puede olvidarse que uno de los primeros signos de la depresión o de padecimientos de síndrome de ansiedad es el insomnio.

Dormir lo suficiente

Todas las personas admiten como pauta ideal dormir lo suficiente. ¿Pero cómo se marca esa suficiencia? ¿Es lo mismo para el dormilón que para el que tradicionalmente duerme poco? La verdad es que si se hiciera la pregunta al público de cuánto debemos dormir, la mayoría  nos diría que ocho horas. Y sin embargo muy pocos adultos logran dormirlas...

Cada uno –y es una primera afirmación que debe tenerse en cuenta– tiene sus necesidades. Se debe dormir con regularidad, pero siempre dentro de una flexibilidad. No ocurre nada si hay altibajos.

Retrato robot

El insomne  tiene una personalidad muy definida, con unos rasgos que son reconocibles por una casi permanente ansiedad, con una cierta tendencia a la depresión. NO comunica sus emociones y no exterioriza la hostilidad o la pasión. Es de los que rumian las cosas y les dan muchas vueltas. Son esas personas que siempre  comentan...."Tenía que haberle dicho.” No se relajan, no duermen... Y van a la cama como si se fueran a examinar... "A ver cómo lo hago yo esta noche..." Y establece entonces un circulo vicioso. Las emociones no las exterioriza. Como dicen los especialistas  parte de una internalización de las emociones. Eso le lleva  a estar en una alerta emocional permanente. Esa alerta provoca  ansiedad y  una disposición fisiológica para la acción. De ahí, de esa activación surge el insomnio. Por experiencia sabe que el insomnio no es agradable y teme que el insomnio se prolongue, lo cual le lleva a cerrar el círculo en la alerta emocional, para iniciar nuevamente el proceso...

Insomnio, una alteración del sueño común en los mayores

En busca de ayuda

  • Basta que a uno le preocupe la escasez de sueño para que surja el problema. Lo primero que debe hacerse es localizar la causa.
  • Las personas mayores deben saber que el sueño cambia. Son muchos los que a partir de cierta edad confiesan que su sueño no es bueno. Y no es que sea malo: es que es distinto. Es fragmentado. No se duerme de noche, pero esta la cabezada después de comer...
  • El sueño es un poco como el hambre. Hay que ir a la cama cuando se tiene sueño. Es absurdo  forzarlo. Eso nos pone nerviosos y es peor. Lo ideal seria que si el sueño tarda, no nos preocupáramos.
  • Un rato de lectura siempre viene bien.
  • Las pastillas podrían suponer una ayuda transitoria. En cualquier caso, piénsese que se trata de un medicamento y que debe manejarlo el médico.
  • En cuanto a los alimentos debe buscarse la regularidad. Y acostarse un par de horas después de haber comido.
  • A partir de cierta hora no deberíamos tener actividades alertantes; debemos ponernos nosotros también en el crepúsculo. O dicho de otra forma : bajar el volumen de nuestro cerebro.
  • Un detalle importante para  dormir bien es no dar importancia al insomnio. Y pensar, porque muchas veces es así, que cuando dormimos mal, cuando decimos eso de "No he pegado los ojos en toda la noche", no es cierto. Muchas veces soñamos que no dormimos. O tenemos la sensación de haber pasado horas despiertos, cuando apenas fueron minutos.
  • Ah! . Y quite los relojes de la vista.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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