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El riesgo de los medicamentos por Internet
Ramón Sánchez-OcañaJueves 12 de marzo de 2020
2 minutos
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Jueves 12 de marzo de 2020
2 minutos
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Para que un fármaco pueda estar en el mercado tiene que superar una serie de pruebas que lo avalen y sean una garantía para sus consumidores. Aun así, cuando los grandes números permiten análisis globales, se pueden descubrir interacciones insospechadas que obliguen a retirarlo de las farmacias. Ha ocurrido, ocurre y ocurrirá. Por eso hay una vigilancia permanente.
En esta era de Internet y de la comunicación sin control, se ponen al alcance de todos los usuarios los principios activos de interés comercial. Según las temporadas, se nos ofrecen productos para luchar contra la disfunción eréctil, o para lograr una cabellera lustrosa o adelgazar sin el más mínimo esfuerzo.
Es posible que en muchos casos no haya problemas. En otros puede haberlos. Y serios. Se piden a una dirección electrónica y previo pago de una determinada cantidad. ¿Y que llega por el correo? ¿Es el fármaco solicitado? ¿O es simplemente un placebo con una presencia parecida? Nadie podrá darnos garantías.
Pero vamos al comienzo de estas líneas. Si en algunos casos de laboratorios responsables, fármacos contrastados y estudiados tienen que ser retirados por originar trastornos desconocidos, ¿qué podrá ocurrir con esos pseudo medicamentos que nos brindan desde el anonimato? Baste un ejemplo: un derivado sintético de las anfetaminas, como es el éxtasis, tiene tal adulteración que resulta hasta cómico (si no fuera por sus connotaciones trágicas) comprobar qué contiene. Algunos análisis dicen que tiene anfetamina, sí. Pero también se ha encontrado estricnina, polvo de antibiótico, cafeína, tiza, detergente y hasta comida para peces. Y para darle el brillo exterior, laca del pelo o barniz de coche.
Pero hay más. Aun yendo todo bien, utilizando fármacos con garantía, el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos nos dice que durante un año más de 300.000 pacientes recibieron una medicación errónea que motivo un 5 por 100 de los ingresos hospitalarios.
¿Se imagina lo que puede ocurrir cuando no hay control del contenido y nadie se hace responsable? Trasládelo a otro ámbito. ¿Se atrevería a consumir una lata de conservas de la que sospecha su contenido y no tiene garantía alguna de su elaboración?