Satisfacción laboral y tránsito a la jubilación
Bartolomé FreireFoto: Big Stock
Miércoles 10 de mayo de 2023
4 minutos
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Miércoles 10 de mayo de 2023
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Es evidente que el trabajo no significa lo mismo para todos: vocación para unos, recurso para generar ingresos económicos para muchos y castigo bíblico para algunos. En un extremo están aquellos para los que el trabajo constituye el eje central de su identidad y viven su pérdida como una brecha en la continuidad de su vida. Y en el otro, los que desean desprenderse de una obligación pesada o conflictiva y aprovechan la oportunidad de cerrar cuanto antes ese capítulo de su historia personal.
En mi estudio sobre la jubilación, del libro La Jubilación, una nueva oportunidad (2017, LIDeditorial) encontré que entre las personas jubiladas a la edad estipulada y las que aplazaron su fecha de jubilación, predominaban los hombres con niveles más altos de formación académica y que manifestaron haber ocupado puestos directivos que favorecieron su desarrollo profesional. Las menciones a problemas habidos fueron más escasas y superiores las declaraciones de estar satisfechos con su recorrido laboral.
Desde esa óptica, resulta comprensible que esperaran a cumplir la edad obligatoria para jubilarse o que postergaran, cuando fue posible, su jubilación. Algunos también encontraron la forma de dar continuidad a sus habilidades profesionales una vez jubilados. Un empresario entrevistado habló así de su jubilación: “Todo lo que hago no es trabajo; hago lo que me divierte y, como no se hacer otra cosa, vengo mañana y tarde”.
Sin embargo, no todos los que ocuparon un puesto estimulante, bien remunerado o gratificante esperaron a la edad oficial para jubilarse o trataron de extender su ejercicio profesional. Hubo también quienes se prejubilaron con la intención de ampliar sus horizontes en la nueva etapa.
Decisiones que también dependen del ambiente laboral
Hay otra consideración importante que apareció en el estudio referido: la retribución personal del trabajo no depende únicamente de su relevancia profesional, social o económica, sino también de que el propio cometido o el ambiente laboral potencien las capacidades del trabajador y gratifiquen necesidades importantes para él o para ella. Encontré a personas con un trabajo básico, cuya abnegación laboral había sido una fuente importante de estímulo y autoestima. Ellos también retrasaron su jubilación y continuaron sus ocupaciones cuando les ofrecieron la oportunidad de hacerlo.
Por otro lado, descubrí que un nivel académico y laboral más bajo, la ausencia de gratificación personal y la existencia de conflictos laborales estimulaban la prejubilación voluntaria. Uno de mis entrevistados lo manifestó así:” Tener un trabajo puteante es lo que más me ha hecho añorar la jubilación. Se llevaba las mejores horas del día y la mayor parte de mis energías. Cuando volvía a casa no me quedaba nada”.
La insatisfacción laboral puede ser continuada o más bien tratarse de cansancio, pérdida de motivación o inadaptación al final del recorrido. Los que no logran adaptarse a los cambios pueden sentirse obsoletos o desplazados por colegas más jóvenes o tecnológicamente más avanzados. Las respuestas de las empresas a los cambios que experimentan contribuyen o no, a que sus trabajadores de más edad se adapten a ellas.
Prejubilaciones de mujeres
Más mujeres que hombres se prejubilaron voluntariamente y lo hicieron por diferentes motivos, entre los que primaron los relativos al tipo de trabajo y el deseo de recuperar el centro de sus vidas después de años de dedicación a satisfacer deseos ajenos. La distinta relevancia del rol laboral, para los hombres y mujeres que entrevisté, también influyó en su distinto acceso a la jubilación, duplicando ellas el porcentaje de prejubilaciones voluntarias. Imagino que este hecho está cambiando y que muchas mujeres jóvenes, que hoy dedican el mismo tiempo y energía en su formación y posterior desempeño laboral que sus colegas masculinos, desearán en el futuro mantener ocupaciones en las que se sientan personalmente realizadas.
Es decir, existe una correlación entre el grado de satisfacción laboral o el tipo de trabajo que se realiza con la predisposición a jubilarse o prejubilarse. Sin embargo, la voluntad de pasar a la jubilación, como cualquier decisión humana, está multideterminada y existen otras razones que impulsan el deseo de jubilarse como tener planes para activar cambios aplazados de vida o contar con un sustento económico seguro, unos hijos autosuficientes y una buena relación de pareja. También hay temores asociados a una transición tan importante que pueden contribuir a retrasarla como: a sentirse solo, vacío o inútil.
Para terminar, quiero decir que dejar el trabajo obligatoriamente a una edad fija no tiene en cuenta la disparidad de estados, físico y mental, de personas con una misma edad. Ante tanta variedad sería conveniente establecer el tránsito a la jubilación como un proceso más flexible, teniendo en cuenta la salud individual y las exigencias del puesto de trabajo y permitir que los trabajadores participen, con sus preferencias, en cuando y como dan ese paso.