Más que de una mujer, el rostro parece de un viejo hombre calvo, con rasgos desproporcionados, grandes orejas y profundas arrugas, boca apretada e inexpresiva y mirada insulsa. La figura resulta aún menos agradable por su gran escote y sus pechos redondos y arrugado. Tiene un capullito de rosa entre los dedos, señal de buscar pretendiente.
Completa lo grotesco del personaje un ridículo gran tocado con un manto blanco que cuelga sobre los hombros.
Massys era contemporáneo y amigo de Erasmo de Roterdam, humanista y erudito que fue, al finalizar la edad media, el escritor más famoso en Europa. Publicó muchos libros entre ellos El Elogio de la Locura que daría tema a Massys para su satírica pintura.
Erasmo equipara locura a necedad o estupidez. En ambas obras, pictórica la de Massys y literaria la de Erasmo, aparecen todas las caras de la estupidez, cuidadosa y apasionadamente descritas provocando risa o molestia. También refiere a los varones diciendo que los hay ¨fatigosos, arrugados, pelados, sin dientes e impotentes, pero que de tal modo les vemos amar la vida, que hacen todo lo posible por rejuvenecerse; y así, el uno se tiñe las canas, el otro disimula la calva con una peluca postiza, el otro se guarnece la boca con dientes, que acaso pertenecieron a un cerdo; éste se muere de amor por una jovencilla y comete por ella más extravagancias que un adolescente, y no es raro que cuando ya están decrépitos y con un pie en la sepultura, se casen con alguna jovenzuela sin dote¨
Mientras la imagen del anciano sigue siendo representada de manera idealizada, también aparecen con recurrencia durante el Renacimiento y el Barroco en personajes burgueses adinerados o en su contracara, seres nada apreciables como este que nos muestra Massys.
Hoy, la lista de cosas que los humanos hacemos para parecer jóvenes es extensa. Es considerable lo que una postura antiage logra en estos días en beneficio de una joven imagen.
Por supuesto que vale recordar los aportes de una dieta adecuada, de ejercicios físicos incorporados a la vida cotidiana y la búsqueda de actividades diversas propiciadoras de una vida saludable. Es sorprendente el conocimiento acumulado en nuestro tiempo para vivir un buen envejecer.
Sin embargo, la obra Grotesco de mujer vieja tiene hoy su correlato en personajes que han recibido cirugías por demás, que viven con angustia y hasta desesperación el hecho de tener las marcas del tiempo en su cuerpo. Ello muestra condiciones de vulnerabilidad, son factores de alarma en un proceso de envejecimiento ya que son rasgos que llevan a vivir como traumáticos hechos esperables.
Contrariamente a lo que una sociedad enceguecida por los fetiches (dinero, poder, fama, imagen de eterna juventud, etc.) puede creer, la construcción de un sí mismo complejo, abierto a nuevos intercambios y en permanente y generosa relación con otros, es el mejor antídoto para las posibilidades de longevidad que nuestro tiempo brinda.
Grotesco de mujer vieja, Quinten Massys, flamenco, de 1525 aproximadamente, óleo sobre madera, de 65 por 46 cm. Se encuentra en la Galería Nacional de Londres, Inglaterra.
Sobre el autor:
Carmen de Grado
Carmen de Grado es Licenciada en Psicología, Máster en Psicogerontología, ex docente en la Universidad Maimónides de Buenos Aires (Argentina) y actualmente en el Instituto Iberoamericano de Ciencias del Envejecimiento (INICIEN).