Viejo desnudo al sol, 1871, óleo 76 por 60 cm., obra de Mariano Fortuny que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
Esta obra de Mariano Fortuny nos muestra el torso desnudo de un hombre. Con influencias de Ribera, a quien el autor admiraba, esta pintura de pincelada suelta, casi impresionista, pone el énfasis en la expresión gozosa del mayor, que parece decirnos que la vida es buena.
Con gesto relajado y gratitud en su semblante, hay mayores que, como este, han aprendido a valorar el tiempo que les queda. A apreciarlo como nunca antes lo habían hecho. Es la clara consciencia del final lo que los mueve. La tensión persiste. No pueden liberarse de preguntas sobre cómo obrar mejor, ni qué decir de cómo afrontar las injusticias a las que el medio sociocultural les somete.
Sin embargo, la pregunta sobre qué es aquello que les permite seguir adelante persiste. Cierto que el peso y la complejidad de las relaciones humanas más cercanas se han hecho cuerpo, están cristalizadas en los cuerpos. No obstante, también está presente una clara noción de lo vital, tal vez con más fuerza y vigor que antes.
No es presuntuosa, como no es presuntuosa esta obra, ni la figura de este hombre sencillo, desnudo casi, que con su postura y sus ojos, algo cerrados, deja entrar la vida en él. Está en sintonía con las buenas gentes de Machado que "danzan o juegan"... "que no conocen la prisa ni aún en los días de fiesta"... que "donde hay vino beben vino, donde no hay vino agua fresca".
El rostro de este hombre mayor que pinta Fortuny manifiesta la percepción luminosa de ese punto en el que lo vital expresado en el cuerpo se une a una fusión con el cosmos y con los otros de índole espiritual, en el que la muerte aparece muy unida a la vida, no hay miedo ni dolor, sino gratitud.
Sobre el autor:
Carmen de Grado
Carmen de Grado es Licenciada en Psicología, Máster en Psicogerontología, ex docente en la Universidad Maimónides de Buenos Aires (Argentina) y actualmente en el Instituto Iberoamericano de Ciencias del Envejecimiento (INICIEN).