Harrison Ford, Meryl Steep, Iñaki Gabilondo o Manuela Carmena... Son solo ejemplos de personajes públicos que han superado los 70 años, pero que no encajan exactamente con la imagen preestablecida de "una persona mayor". Tampoco las mujeres que se reinventan tras su jubilación y son las "reinas del gimnasio" o de la Universidad de Mayores. Algo ha pasado en los últimos años que ha hecho que la edad cronológica ya no sea un parámetro tan útil para establecer la diferencia entre jóvenes y mayores, sino más bien su estado de salud y autonomía. Fruto de los cambios socioeconómicos y el aumento de la esperanza de vida en las últimas décadas se abre ahora una nueva generación heterogénea de "mayores" mucho más activos, con mejor salud y más dueños de su tiempo que en generaciones anteriores. "Antes uno se sentía 'viejo' a los 65 años, ahora eso se ha retrasado al menos una década", explican los expertos.
Sin embargo, "hablar de un único perfil del mayor es una trampa ya que engloba a muchas personas diversas, con diferentes estados de salud, diferentes experiencias vitales y edades muy diferentes que van desde los 65 a los más de 100 años", matizan los expertos. Poco tienen que ver los personajes públicos mencionados, con la vecina del sexto que vive sola o el abuelo que cuida a sus nietos en el parque, salvo que forman parte de los más de 8 millones de personas mayores de 65 años que hay en España (19% de la población) y que en los próximos años irán en aumento, según datos del INE (@es_INE).
"Dentro de los 'mayores' yo diferenciaría por lo menos dos etapas. Estamos hablando un rango que abarca 45 años de diferencia, gente que ha vivido experiencias muy diversas, y que por lo tanto presenta una heterogeneidad mucho mayor que en épocas anteriores", explica Irene Lebrusán, sociológa e investigadora del CNIE (@cenie_es) y la Universidad de Harvard (@Harvard). Por eso es muy importante separar entre los más jóvenes del grupo - mayores de 65 años- y los que son mayores de 80. El primero sería el más activo y autónomo, mientras que el segundo protagonizaría en general más situaciones relacionadas con enfermedades, edadismo, soledad o maltrato... tal como destaca un informe de la Fundación Pilares (@FPilares) sobre los nuevos roles del mayor en la sociedad.
De perfil pasivo a rol activo
El perfil del mayor de hoy en día ha cambiado de manera extraordinaria en la última década. Muchos mayores ya usan la tecnología, quieren viajar, desarrollar nuevas habilidades, tener nuevas experiencias, mantener y potenciar nuevas redes sociales, así como aprender y acudir a actividades grupales. Dentro de su heterogeneidad hay un rasgo común, "los mayores de 65 años actuales llegan en mejores condiciones a esta edad que las generaciones anteriores", explica Gloria Fernández-Mayoralas, investigadora del Grupo de Investigación sobre Envejecimiento-CSIC (@EnvejecerCSIC). Antes una persona tras jubilarse o a partir de los 70 años se consideraba "mayor" debido a que "la mayoría mantenía un modo de vida socio-pasivo". Ahora eso no llega en la mayoría de los casos hasta los 80, cuando se inicia por lo general el mayor declive que desemboca en mayor pérdida de la autonomía y enfermedades, según la Sociedad Española de Geriatría (@seggeriatria). "La investigación confirma así que los 70 son los nuevos 60 y los 60 los nuevos 50", opina la investigadora.
"Cuando empezamos a estudiar el envejecimiento en los años 80, veíamos que las condiciones de salud eran peores cuanto más bajo era el nivel de estudios. Ahora las personas que llegan a los 65 años, en general, están más formadas y con más nivel socioeconómico que sus padres y eso tiene una relación directa el nivel de salud a partir de mejores condiciones de vida y la práctica de estilos de vida más saludables desde una edad temprana". Sin embargo hay un gran cambio en cuanto a la red familiar y social que se ha visto reducida. "Esto afecta tanto a los cuidados como a la disponibilidad de tiempo libre", explica Fernández-Mayoralas. "El otro gran cambio es la mayor presencia de mujeres con un rol activo. Es más, se podría decir que la vejez está feminizada ya que cerca del 65% de los mayores son mujeres y superan en cinco años (85,7) la esperanza de vida de los hombres (80,4), según datos del Envejecimiento en Red.
Edad biológica vs estado de salud
"El envejecimiento es un éxito, significa que vivimos más", recuerda Irene Lebrusán, pero los cambios de la última década hacen que la tradicional división en tres edades (juventuz, madurez y vejez) empiece a quedarse obsoleta. En un reciente estudio publicado en The Lancet, un grupo de científicos propone una nueva forma de medir el envejecimiento de la población, que pone la atención en el estado de salud y la severidad de los problemas de enfermedad y discapacidad, en vez de seguir pensando sólo en la edad cronológica - basada en la fecha de nacimiento-. El estudio muestra que los españoles de 75 años tienen el mismo nivel de problemas de salud que una persona promedio de 65 años en el mundo.
La esperanza de vida saludable pretende añadir una nueva dimensión a la cantidad de vida, midiendo también su calidad. Suele construirse a partir de datos generales sobre la morbilidad crónica y sobre la salud autopercibida. Entre las personas de 65 y más años, las mujeres destacan por tener una esperanza de vida mayor que los hombres, pero su esperanza de vida saludable es menor, por la mayor supervivencia y morbilidad de las mujeres. "Efectivamente se habla mucho de enfermedades, pero porque vivimos más años y surgen ciertas patologías relacionadas con la edad como al alzhéimer o problemas de movilidad", señala Lebrusán. A partir de aquí surge otra dicotomía entre la vejez y lo que se considera viejo. La mayoría asocia ser mayor con los achaques por lo que si no tienes problemas de salud, esta percepción se retrasa", opina Gloria Fernández-Mayoralas.
Envejecer sin ser mayor
Con una perspectiva de 15-20 años de vida en buenas condiciones a partir de los 65 años, aparece un nuevo factor a tener en cuenta: el tiempo. "Se abre una puerta al decidir sobre qué hacer con el tiempo libre de cada uno y cómo tomar o no un rol activo en la sociedad. "Esto es especialmente importante en el caso de la mujer. Antes se quedaba en casa cuidando de los nietos y ahora mujeres más formadas tienen un abanico de actividades físicas, formativas, culturales, en las que pueden y quieren participar y que se engloban dentro del envejecimiento activo", explican los expertos. "El perfil pasivo se va diluyendo y se retrasa en la mayoría de los casos..... Eso sin olvidar el potencial que tiene el colectivo senior como consumidores al disponer de más tiempo y recursos", apunta Gloria Fernández-Mayoralas.
Otro rasgo interesante que señalan los expertos es el del asociacionismo y el voluntariado. "La investigación ha confirmando que es una tendencia que va en aumento en los últimos 15 años, que responde por un lado a nuevas inquietudes y que funciona por otro lado como una red de apoyo colectiva", explica Fernández-Mayoralas. El rol del mayor ha cambiado de manera absoluta, ahora quiere aportar a la sociedad, ayudar y ofrecer su experiencia y conocimientos para progresar. "Un ejemplo de ello son los yayoflautas", recuerda Lebrusán. A los mayores actuales "les preocupan más temas de su entorno, que se salen del ámbito privado y familiar, y se movilizan contra los problemas de la crisis, las pensiones, la precariedad residencial, etc".
Grandes retos: entornos amigables y cuidados
De cara al futuro el debate del envejecimiento gira en torno a si viviremos más pero peor, o si viviremos más, y solo los últimos años de vida serán los más duros. En 2068 España será el país más envejecido del mundo con 14 millones de personas mayores de 65 años (29% de la población), según estimaciones del CSIC. Todo esto afecta a temas tan diversos como la salud, la autonomía y las redes de apoyo. También al entorno físico adaptado a personas con movilidad reducida, demencias, como serían las Ciudades Amigables con los Mayores.
"Hemos creado entornos para familias, pero los hijos se van marchando y los servicios básicos están alejados unos de otros. Esto pasa tanto en el entorno urbano como en el rural, afectado además por la despoblación. Hay que pensar también en los futuros entornos físicos residenciales de vivienda compartida, cohousing,..... de manera que se pueda minimizar que las personas terminen en residencias de mayores. Hemos perdido los antiguos vecindarios, por lo que también han cambiado las redes de cuidados", explica Fernández-Mayoralas.
Los cuidados son la otra gran cuestión que se deriva de una pirámide de población cada vez más envejecida y con pocos nacimientos. "Hay que apostar porque el papel de los cuidados se revalorice, tanto si se paga, como si se da dentro de la familia. Si socialmente no los estamos valorando, el problema es que se genera un círculo negativo. Es vital que haya una discusión social respecto a este punto y también sobre la soledad asociada. Esto sí será un problema ya que necesitamos que haya un equilibrio intergeneracional. Los políticos deberían centrarse en estas cuestiones ya que la clave del problema del envejecimiento está ahí", concluye Lebrusán.
Evolución de la población de más de 65 años (1900-2068)
Perfil del Mayor en España 2019. Envejecimiento en Red-CSIC
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.