Irene Alcaraz
Aprende a diferenciar si procede de un mosquito, araña, chinche, garrapata, pulga, avispa o abeja
Para muchos, verano es sinónimo de disfrutar y darse más de un capricho. Lo mismo ocurre para algunos de los insectos hematófagos (que se alimentan de sangre) típicos de esta estación, como los mosquitos, chinches, pulgas y garrapatas. Otros insectos simplemente coexisten con los humanos y, mientras no les molestemos, ellos tampoco atacarán nuestra piel. En este segundo grupo estarían las avispas, abejas y arañas.
Aunque la picadura de todos estos bichos comparten rasgos comunes (prurito, enrojecimiento, hinchazón), existen ciertas características singulares que nos ayudarán a identificar en nuestra piel al culpable.
Mientras no derive en complicaciones, como una alergia o la transmisión de una enfermedad más grave, este ejercicio detectivesco servirá únicamente para atajar el tratamiento específico que necesita cada picadura.
Mosquitos, un clásico
Es la picadura por excelencia y es por tanto a la que atribuimos las características estándar mencionadas anteriormente. Lo bueno de estos pequeños bultos rojos es que son los que suelen desaparecer más rápido, por lo que, siendo los más frecuentes, son también los menos preocupantes.
Mordedura de araña
Las arañas no pican, sino que muerden, por lo que podremos identificar su mordedura si encontramos sobre la zona afectada dos pequeños puntos de punción rojizos. Suelen tardar más tiempo en desaparecer, por lo que se recomienda, durante ese tiempo, lavar frecuentemente la zona y estar alerta de que no aparezcan otros síntomas fisiológicos.
La técnica de las chinches
Las mordeduras de chinche se caracterizan, a diferencia de las de mosquito, de venir en grupo (a veces en línea discontinua) y ser mucho más molestas y difíciles de quitar. Aparecen la mayoría de veces en brazos, piernas, cuello, cara y manos. Aunque se producen de madrugada mientras dormimos, el motivo de que no nos despertemos es que junto a la mordedura sueltan un leve anestésico que las hace imperceptibles al momento, como asegura la compañía de plagas Rentokil.
Suelen tardar en desaparecer entre una y dos semanas, momento en el que debemos revisar colchones y sofás para evitar que se conviertan en una plaga.
Identificar una garrapata
Como la picadura de garrapata no es excesivamente molesta, muchas veces para identificar si tenemos una hace falta estar pendiente. Si por ejemplo hemos pasado muchas horas en una zona campestre, conviene hacer una revisión visual, atendiendo especialmente a las zonas húmedas y cálidas del cuerpo, como axilas e ingles.
Introducen la cabeza en nuestra piel, con la que van chupando la sangre, y dejan el cuerpo al descubierto, por lo que esta picadura se caracteriza porque el culpable no abandona la escena del crimen. Es decir, sobre la zona enrojecida y molesta, encontraremos el cuerpo de la garrapata, que tiene el tamaño y la forma de una lenteja. Es importante que la retiremos con un movimiento certero, ya que de quedarse la cabeza dentro, debemos acudir inmediatamente al hospital.
Pulgas en humanos
A diferencia de la garrapata, que realiza una única picadura, las pulgas pueden realizar toda una excursión por la piel, dejando a su paso picazones muy molestas. Aunque en realidad es más correcto hablar de mordeduras que de picaduras: las pulgas se adhieren con unas garras que tienen al término de sus patas y abren de un mordisco la piel para acceder al conducto sanguíneo, lo que suelen repetir varias veces por la zona. De ahí que una única pulga produzca muchas marcas rojizas y ardorosas.
Las avispas
El picotazo suele ser molesto y doloroso, e igual que el mosquito, produce prurito durante varios días. Se trata de una picadura muy similar a la del mosquito, solo que es muy difícil que se produzca de noche, ya que las avispas no pican si no sienten una amenaza hacia ellas o su colmena. Es frecuente que se extienda un poco la rojez, pero si se hincha, podría ser por una alergia y habrá que acudir al médico.
Cuidado con el aguijón de la abeja
La diferencia con la avispa es que la abeja dejará clavado el aguijón, lo que hará que muera seguidamente. Sin embargo, para el humano, la dosis de veneno es tan despreciable que no produce más que una hinchazón y ardor temporal. Lo importante en este caso es retirar el aguijón lo antes posible y asegurarse que la zona está siempre desinfectada.