Victoria Herrero
Consejos
Consejos antes de elegir una silla elevadora para salvar las escaleras de casa
Una ayuda técnica para la vivienda que facilita el día a día de personas con movilidad reducida
Con el paso de los años puede que la movilidad de una persona se vea reducida y eso hace que se piense más seriamente en el momento de adaptar la vivienda a estas nuevas circunstancias. Una serie de obras y reformas donde uno no se debe olvidar, en el caso de que sea necesario, de la instalación de una silla elevadora si la casa cuenta con escaleras de uso frecuente. Es decir, para ir a la parte de arriba donde, en ocasiones, se encuentran los dormitorios.
Las ventajas de este tipo de sistemas de movilidad
Incluso sin problemas de movilidad evidentes, un pequeño tropezón en estos escalones puede provocar una caída que, en esta parte de la casa, puede resultar muy aparatosa y, en algunos casos. hasta grave. Para ello, una de las medidas es apostar por la compra e instalación de este tipo de mecanismos que salvan las dos alturas. Además, se adaptan con facilidad a todo tipo de escaleras por medio de una instalación que realizan los profesionales en poco tiempo y sin ningún tipo de molestia para los residentes.
Eso sí, antes de colocarlas se debe comprobar la calidad y firmeza de la escalera donde se ubicará, ya que no se aconseja su uso en aquellas que sean más endebles o desmontables.
En definitiva, una ayuda técnica que garantiza que las personas que habitan en dicha vivienda hagan una vida lo más segura, cómoda y autónoma posible moviéndose con total libertad de una estancia a otra.
Aspectos a tener en cuenta
Pero antes de nada, lo primero de todo es tener presente la zona donde se va a colocar este tipo de sillas salva escaleras. Y es que no es lo mismo que la zona sea totalmente recta hacia arriba, esté formada por varios tramos separados por algunos descansillos o bien haga algún tipo de giro o curva, incluso en forma de caracol. Sea cual sea, la versatilidad de los modelos existentes en el mercado hace que, en algunos casos, incluso se puedan sortear pendientes de hasta 70º, así como soportar una carga de cerca de 150 kilogramos.
Además, otro aspecto a tener en cuenta es elegir el modelo que mejor se ajuste en el caso de que los peldaños se encuentren en el interior de la casa o bien en la parte de fuera, para acceder a la puerta principal de la vivienda. En este último caso, dichos mecanismos se han diseñado de tal manera que resisten las inclemencias meteorológicas.
Una vez se barajan estas dos premisas de forma clara, es el turno de poner el foco de atención en otro par de requisitos mínimos previos a su compra, que atañen al espacio disponible para colocar la silla con total comodidad. Así, lo más recomendable en este tipo de circunstancias es que la escalera tenga un ancho mínimo de entre 65 y 75 centímetros para que se pueda mover y acomodar el asiento, además de no perder de vista la altura de la persona que va a usarla a la hora de colocarla.
No obstante, lo bueno es que en la mayoría de los modelos existentes en el mercado la parte donde el usuario se sienta se puede plegar cómodamente para que no ocupe nada de espacio cuando no se esté usando.
Aunque este tipo de sillas elevadoras funcionan con un sistema de motores y una batería, es necesario tener un enchufe cerca para 'alimentar' el cerebro que la pone en marcha en milésimas de segundo. Por eso, a la hora de instalarla en un tramo de escalera es bueno comprobar si hay una toma de corriente eléctrica no demasiado lejos. En caso contrario, se podría poner un cable alargador discretamente camuflado bajo una alfombra, con una canaleta o por dentro de la instalación eléctrica. Pese a esta circunstancia, este tipo de ayudas técnicas tienen un consumo energético reducido.
El único desembolso mayor es el coste inicial que se hace por su instalación: alrededor de unos 2.000 o 3.000 euros en modelos estándar o superando los 10.000 cuando se trate de tramos enlazados o más complicados de cubrir.
¿Cómo funcionan?
En la mayoría de los casos, sobre todo las que son más modernas, funcionan de forma sencilla accionando un pulsador que se encarga de poner en marcha la silla en cualquier dirección. En algunos modelos, este tipo de mandos se pueden controlar de forma remota por otra persona, cuando sea necesario.
En definitiva, un sistema automático que reconoce que ha llegado al destino final y se detiene para que la persona mayor pueda bajar cómodamente y sin riesgo de caerse de la silla. Incluso si se produce un corte de electricidad, este tipo de ayudas de movilidad se pueden seguir usando si previamente se ha cargado la batería que incorporan.
Y como la seguridad es una máxima en este tipo de dispositivos, incorporan un arnés o cinturón especial que evita que la persona tenga cualquier tipo de caída desde la silla. Incluso hay modelos que también cuentan con un teléfono añadido a la estructura (y conectado a la línea fija de casa) por si hubiese una emergencia y la persona que está subida tuviera que hacer una llamada ante una necesidad.