Teresa Rey
Consejos
Consejos para conservar las hierbas aromáticas frescas para nuestras creaciones culinarias
Como su vida es limitada, es importante conocer las distintas formas en que podemos prolongarla
Las hierbas aromáticas y las especias nos sirven para dar color y sabor a las preparaciones culinarias. Son además un buen recurso para sustituir a la sal e impedir que los platos pierdan su gusto. Por otro lado, hay que saber usarlas, porque si nos sobrepasamos podemos enmascarar otros sabores, el de los ingredientes principales que hayamos empleado en nuestra elaboración, y esto al final resultaría nefasto para el paladar.
Premisas previas
Uno de las características de estas hierbas es que tienen una vida limitada, de modo que es importante conocer distintas formas de conservarlas para que no se nos estropeen demasiado rápido. Generalmente las encontramos empaquetadas en los supermercados, pero las puedes comprar en macetas. De esta forma podrías disponer de hierbas frescas en cualquier momento, aunque esto es una cuestión muy personal.
Dentro del tipo de hierbas que se usan para cocinar hay dos clases: las frágiles y las robustas. Las primeras son el perejil, el estragón, la albahaca o la menta, entre otras. Se utilizan normalmente picadas para cocciones rápidas o ensaladas, además de marinadas y en majadas con otros ingredientes, tal y como se explica en el libro 300 Técnicas de la cocina vegetariana (Ed. Océano Ambar). Las robustas tienen las hojas más gruesas: tomillo, laurel o romero son algunas de ellas. Por su condición son más apropiadas para guisos o caldos que requieren de más tiempo de cocción.
Antes de saber cómo conservar las hierbas aromáticas debes fijarte en cómo se encuentran a la hora de comprarlas. Cuanto más sanas y vigorosas las adquieras, serán de mejor calidad, y así su aroma y frescura aportarán a tus platos el sabor que deseas conferirles. Las puedes conservar frescas durante unos días, si piensas que te van a durar y las vas a utilizar en un periodo corto. Las otras opciones que tienes son secarlas o congelarlas.
Mantenerlas frescas
En el caso de que desees mantener frescas, lo primero que tienes que hacer es lavarlas y secarlas. A continuación, las introduces en una bolsa de plástico y las metes en la nevera. En el caso de que sean hierbas de hojas más delicadas, es mejor que las envuelvas en un papel de servilleta y luego en la bolsa de plástico. De esta manera, estarán más protegidas.
Si se trata de hierbas con tallos largos, puedes cortarlos un poco e introducirlas en una jarra de agua. Luego colocas una bolsa que cubra las hojas y ya estarían listas para la nevera. Tendrás que ir cambiando el agua con cierta frecuencia para que aguanten más tiempo.
Todas ellas se pueden conservar de esta manera más o menos frescas durante una semana. Pasado este tiempo, debes plantearte el congelarlas, porque de lo contrario se te pondrán malas y tendrás que tirarlas. Si decides congelarlas, has de saber que conservan sus propiedades en buenas condiciones entre tres y seis meses.
Congelarlas
El proceso de congelación es algo más tedioso, pero es una manera de no desperdiciar nuestra compra. En este caso, lo ideal es utilizar una cubitera. Primero tienes que picar las hierbas, solo las de hojas finas. Introduce pequeños montoncitos en los espacios destinados para los cubitos y luego cúbrelos con agua, puedes añadir un poco de aceite oliva también. A continuación, las guardarás en el congelador. Tras solidificarse es recomendable que pases los cubos de hielo formados a bolsas de plástico.
Si se trata de hojas robustas, no se tienen que picar, solo se separan en pequeños ramos y se congelan siguiendo el mismo proceso. Estos cubitos así preparados resultan muy útiles para utilizarlos en sopas, guisos o similares.
Hay otra manera de congelar, en especial si te gusta más conservar las hojas enteras, sin trocearlas. En este caso, tendrás que ir haciendo distintos ramos, no muy grandes, y sumergirlos en agua hirviendo. Luego los has de colocar en un recipiente con agua fría, que detenga la cocción y fije el color. Después, los secarás en papel de cocina, arrancarás las hojas y las guardarás en una bolsa para dejarlas por último en el congelador.
Secado y aceite de oliva
Si quieres secarlas, el proceso es muy sencillo. Primero, coge el manojo, átalo por abajo con un cordel y cuélgalo con el tallo hacia arriba. Has de escoger un lugar que sea seco, pero a la par tiene que estar bien ventilado y que no entre la luz de forma directa. Cuando se hayan secado, retirarás las hojas. El resto lo guardas en un recipiente de vidrio con tapa para que se pueda cerrar herméticamente.
Las puedes secar en el horno también. Solo tendrás que coger el manojo y ubicarlo sobre una bandeja específica para este electrodoméstico, en cuya base hayas situado papel para hornear. Después las horneas con la puerta entreabierta, removiéndolas de vez en cuando, hasta que se sequen del todo.
Otra forma de conservarlas es en aceite de oliva. Tienes que picar las hojas e introducirlas a continuación en un recipiente de vidrio. Echas el aceite hasta que queden bien cubiertas y lo remueves con cuidado. Cierras la tapa y lo dejas en un lugar fresco, y sin que le dé la luz. En este caso, puedes mezclar varios tipos de hierbas.