La relación entre abuelos y nietos, una experiencia única

Los nietos y los abuelos están unidos por un vínculo fuerte e incondicional, muy distinto al existente entre padres e hijos.  Hablamos, eso sí, de aquellos abuelos que están presentes en la vida de sus nietos y comprometidos con su desarrollo y bienestar.  Pero, ¿qué hace que esta relación sea tan particular? La respuesta tiene diferentes claves.

La primera, sin duda, es el paso del tiempo. Los abuelos vienen de un tiempo pasado y representan los orígenes de la propia familia. Son el contrapunto al mundo global y tecnológico de hoy en día, testigos de una cultura pasada en donde todo transcurría más lento y las cosas se hacían de otra forma. Son los guardianes de la experiencia y los valores familiares, el vivo ejemplo de una vida vivida, en la que sucedieron cosas buenas que pudieron disfrutar, y cosas malas que tuvieron que superar. ¡Qué mejor ejemplo para aquellos que están dando ahora sus primeros pasos!

Además, los abuelos tienen la capacidad de adaptarse al ritmo del tiempo de sus nietos, sin sentir la necesidad de pisar el acelerador. Pueden pasar rato jugando con ellos, esperando con paciencia su turno, contarles cuentos, dibujar, cantar… Y sobre todo, contarles las historias de la familia, cómo eran sus padres de pequeños, dónde iban en verano, las anécdotas de sus viajes… ¡Cuántas veces las escucharon ya, y cuántas veces les gustaría escucharlas de nuevo!   Los abuelos ayudan a sus nietos a saber de dónde vienen y, sobre todo, a entender que todos formamos parte de una misma “cadena” familiar, que el mundo no empezó cuando ellos nacieron, ni acabará cuando se vayan, sino que todos somos fruto de cientos de generaciones pasadas y formamos parte de la misma historia. 

Otra clave importante es que los abuelos no son los primeros responsables de la crianza de los nietos, la cual corresponde  al padre y a la madre. Si bien pueden apoyarles en esta labor, ofreciéndoles su ayuda u orientación, no tienen la obligación de desempeñar la función parental.  Ello les da la libertad de poder estar con sus nietos simplemente disfrutando de ellos, estando presentes y viviendo el momento. Y, en este sentido, los padres no deberían tener miedo a que los abuelos puedan mirar en exceso o consentir a sus hijos, pues es mucho más lo que estos ganan emocionalmente en la relación, que lo que puedan “perder” en educación.

Y si los abuelos ya no están, los padres pueden ayudar a sus hijos a construir el abuelo interior, a través de las historias de sus vivencias con ellos, haciéndole presentes en las vidas de sus nietos.

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