Cada dos semanas, Antonio García visita, acompañado de tres perros de agua español (una raza autóctona del país), las residencias de los municipios gaditanos de Arcos de la Frontera y de Algodonales, donde le esperan, impacientes, decenas de residentes.
Según Antonio, el contacto periódico con estos animales “les cambia la vida”. Y lo dice con conocimiento de causa: es experto en terapia con canes y presidente de la Asociación Española del Perro de Agua Español.
Cuando llega a las residencias, los mayores le reciben con aplausos. “Quieren que nos quedemos allí”, comenta. La dinámica de la terapia, que Antonio ofrece de una manera altruista, es muy sencilla: consiste en que los canes se acerquen a los residentes y traten de jugar con ellos. “No ladran para no asustar a los mayores. Se comunican con ellos tocándoles con el hocico o con las patas”, asegura. Y explica el proceso: “Yo le doy una pelota de tenis al perro y éste se la da a la persona. Si no hace caso, el can se la pone encima. Además, también hacemos juegos con sillas y ellos dan órdenes a los animales. El ver que los perros les hacen caso les aumenta la autoestima”.
Así, la actividad no sólo es útil para que los participantes interactúen con el animal, ya sea jugando con él o acariciando su pelaje (muy similar a la lana de las ovejas), también sirve para que los residentes socialicen entre ellos. “Hay gente que lleva cuatro meses allí y que no han hablado entre ellos. Gracias al perro pueden comenzar una conversación”, afirma.
Una raza de perro autóctona especial para las terapias
En cierto modo, Antonio es el descubridor de esta raza o, al menos, fue la persona que lo definió "morfológicamente". “Mis abuelos tenían perros de agua y, cuando tenía 15 años, me di cuenta de que no aparecían en los libros”, recuerda y señala: “Nadie se preocupó por hacer 'un estándar' de estos animales”.
Una de las características que les hacen ideales para las terapias es “el tacto de su lana, que es muy suave y no produce alergias”, asegura. Además, por genética, estos canes "tienen una predisposición a la dependencia de los seres humanos”, apunta. Y añade: "El perro de agua español trabaja porque le gusta, se siente bien agradando a los demás".
No obstante, aunque estos animales son muy sociables, también influye que se les eduque bien y, en eso, Antonio es experto. “Nunca les enseño con comida, lo hago con caricias y juego”, comenta.
Un remedio para la soledad
“En Ubrique (municipio de la provincia de Cádiz donde trabaja), hay cinco ancianos que tienen perros de agua y salen a la calle con ellos. Se los hemos regalado”, cuenta. Los canes están entrenados por él para asistir a las personas mayores. Algunos podrían incluso llegar a realizar tareas como abrir puertas o “buscar el mando de la televisión”. “Les falta hablar”, dice irónicamente.
En su opinión, “es totalmente viable” que estos animales vivan con personas de más edad. “Lo único que necesitan es que se les esquile una vez a año”, explica. Asimismo, también es importante mantener las jerarquías y que el animal sienta que “es el último”. “No quiero que un perro domine a un mayor. El alpha es el dueño”, apunta.
Por último, por su experiencia con los animales, Antonio desaconseja recurrir a otras mascotas para acompañar a los mayores. A su parecer, el perro es siempre fiel y no funciona sólo con incentivos. “Jamás te van a traicionar”, concluye.