Los meses de febrero a mayo es la mejor época para comer fresas, ya que aunque es posible encontrar fresas y fresones en España durante prácticamente todo el año, estos meses últimos del invierno y comienzos de primera constituyen el mejor momento para tomarlas. Las fresas se caracterizan por su llamativo color, sabor y su aporte en vitaminas y minerales. Junto con su escaso aporte calórico, este alimento es una opción perfecta que, sin embargo, requiere de un cuidado especial debido a su fragilidad.
La fruta y la verdura forma parte de cualquier dieta equilibrada y saludable. Aprovechando que están en temporada, las fresas son una muy buena opción, ya que entre sus características destaca que son muy poco calóricas (33 kcal por 100 gramos) y bajas en azúcares (5 gramos por 100 gramos). También sobresale su aporte en minerales como el magnesio, el potasio, y el fósforo; en vitaminas, como vitamina C y E, ayudando a fortalecer el sistema inmunitario; y antioxidantes, lo que ayuda a retrasar el envejecimiento celular. Además, los granos de las fresas estimulan el tránsito intestinal, es rica en fibra, contiene un 90% de agua, y son muy saciantes, lo que ayuda a perder peso.
Son frutas que además podemos utilizar en diversas recetas, como por ejemplo en granizados, batidos, jaleas, mermeladas o en gelatinas, guarniciones, ensaladas, salsas y vinagretas; y de múltiples formas, ya sea al natural o añadiéndoles azúcar y nata. También podemos tomarlas con zumo de naranja o con unas gotas de vinagre para potenciar su sabor.
También tiene otros usos fuera de la cocina, ya que están presentes en diversos productos cosméticos debido a sus propiedades y su agradable olor. Sin embargo, se trata de un alimento muy delicado que hay que conservar y tratar con cuidado para alargar su vida y comerlas en el mejor estado posible. En este sentido, la Organización de Consumidores y Usuarios (@consumidoresocu) ha dado algunos consejos de compra y conservación de las fresas.
Cómo comprar y conservar las fresas correctamente
Para consumir las fresas en buen estado, es necesario que sean recogidas en el momento oportuno, y que después sean conservadas en buenas condiciones de almacenamiento y a temperatura adecuada. Así, en el momento de escoger cuál llevarnos, desde la OCU recuerdan que una buena fresa debe estar entera, sin señales de podredumbre, limpia, conservar el cáliz y un corto pedúnculo, no presentar sabores ni olores extraños y estar lo suficientemente desarrolladas y maduras.
Con todo esto en cuenta, al llegar al supermercado o cualquier superficie donde vayamos a comprarlas, deberemos buscar aquellas que presenten una piel brillante, roja y uniforme, y que tenga el rabillo de un verde vivo. Podemos comprobar visualmente el estado en que se encuentran las fresas recordando lo anterior. No es necesario tocarlas, solo con mirarlas podremos ver aquellas que presenten un cáliz marchito, frutos inmaduros, demasiados pasados o tengan magulladuras, por ejemplo, y así descartarlas.
Aconsejan a su vez evitar aquellas cajas que contengan muchas capas de fresas o los envases que no permitan apreciar bien el fruto. Una vez compradas y debido a su fragilidad, deberemos consumirlas lo antes posible y conservarlas en buenas condiciones. Para ello, deberemos guardarlas directamente en la nevera, ya que será la mejor forma de retrasar su deterioro.
También deberemos evitar amontonarlas y, aunque deben lavarse siempre antes de consumirlas, no se deben sumergir, pues el agua también puede acelerar el proceso de putrefacción. Por ello, tampoco es recomendable lavar la fruta antes de guardarla, solo antes de comerla y solo aquellos trozos que vayamos a consumir, ya que la presencia de humedad puede favorecer la aparición de moho. Para evitarlo, podemos guardar la fruta sobre un recipiente con papel de cocina y separar aquellas piezas ya contaminadas del resto para que el moho no se extienda. Del mismo modo, conviene no quitar el rabillo hasta después de lavarlas.
Por último, aunque los envases en los que vienen permiten en la mayoría de los casos que no se amontonen, puede ser preferible cambiarlas de recipiente si el actual no lo permite. En este sentido, podemos cambiarlo por uno amplio en el que las fresas no se toquen entre ellas, y taparlas con papel film con agujeros para evitar que se acumule el gas carbónico en su interior.
Si no tenemos intención de consumirlas pronto, también podemos optar por congelarlas, lo cual nos permitirá consumirlas en el momento que prefiramos, utilizándolas para diferentes recetas, como batidos con leche o incluso helados.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.