El Valle del Almanzora es una comarca enmarcada en el noroeste de Almería que agrupa dos de las tres partes en que se divide el río Almanzora, concretamente sus cursos alto y medio formando el curso bajo parte de la comarca del Levante Almeriense.
En esta bella parte de la provincia de Almería la herencia nazarí es la más importante de cuantas impregnan su cultura, costumbres, tradiciones, monumentos y restos arqueológicos como se puede comprobar a lo largo de la Ruta Morisca del Valle del Almanzora.
Purchena
La ruta comienza en Purchena, fundada en el siglo IX, en tiempos del emir Abdallah por los Marines de Pechina, siendo llamada Hisn Burxana, de donde procede su nombre actual. Su fortaleza se remonta al siglo X y ya en 1125 sufrió, y resistió, el asedio de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Navarra. No obstante, Purchena vivió una etapa de dominación cristiana bajo el reinado de Alfonso X el Sabio que la menciona en sus escritos y que en 1258 se la cedió a su hermano Felipe como regalo por su boda con la princesa Cristina de Noruega.
Poco después Mohammed I fundó el reino nazarí de Granada y en él se incluye Purchena. Esta fue la época de mayor esplendor de la ciudad. Fue en aquella etapa cuando se reestructuró la alcazaba para proteger los accesos a Baza y acoger a toda la población en caso de ataque.
Ibn Battuta, el más famoso de los grandes viajeros musulmanes, aseguró en su libro de viajes 'A través del Islam' que en el siglo XIV Purchena tenía varias mezquitas. "Yo he visto con mis propios ojos en Purchena... un alminar que se menea sin que se invoque el nombre de ningún califa ni de nadie. Es el alminar de la mezquita más principal de la ciudad... y no está ladeado ni torcido", escribió Ibn Battuta.
La ciudad se entregó en diciembre de 1489, junto con Baza, Guadix y Almería a los Reyes Católicos mediante capitulación pactada por Cidi Yahya Alnayar. Sin embargo, los hermanos Ibrahim y Abufar Abenedir, alcaide y alguacil respectivamente de Purchena, no aceptaron las mercedes y regalos de los monarcas y prefirieron marcharse con la cara alta y todos sus servidores y amigos a África.
Esta época de la historia de Purchena es también protagonista en obras de grandes escritores contemporáneos como Antonio Gala, que la incluyó en 'El manuscrito Carmesí' y Amin Maalouf que hizo lo propio en 'León el Africano'.
Del rico patrimonio histórico y cultural de purchena cabe destacar la Iglesia Parroquial de San Ginés, cuya construcción se inició hacia el 1550 por el arquitecto Juan de Orea, y no se acabó hasta fechas inmediatas a la rebelión de los moriscos. Su estilo es renacentista con notorias influencias del mudéjar granadino. La Iglesia está ubicada en el lugar donde se encontraba la antigua mezquita musulmana y vino a sustituir a otra consagrada desde 1505, a Nuestra Señora de la Encarnación, que probablemente pudo estar ubicada en el cerro del Castillo. En 1983 la Iglesia fue declarada monumento histórico-artístico por la Junta de Andalucía.
La Alcazaba es una antigua ciudadela nazarí entre cuyos restos se han encontrado numerosas monedas, piezas de cerámica y metales. Subiendo por su acceso original se encuentra un gran torreón, la Torre del Agua, que fue construida con sillares de piedra en su base y el resto de mampostería en hiladas careadas, con cantería en las esquina. En su interior existe una mina con un nacimiento de agua que desemboca en un aljibe.
La Atalaya de Purchena es una torre de vigía situada en un cerro situado a 1,5 km de las ruinas de la Alcazaba. Fue erigida en el siglo IX, exactamente en el año 888. Es una torre de planta circular construida en época nazarí. Su altura aproximada, en el momento de su construcción y estando en uso, pudo haber sido de unos diez metros.
En Purchena se celebran en el mes de agosto los Juegos Moriscos de Abén Humeya en los que junto a pruebas atléticas de deportes tradicionales de la cultura nazarí, se celebran conferencias y encuentros musicales, gastronómicos
La gastronomía de Purchena es representativa de la rica cocina almeriense. Entre los platos típicos que conviene degustar están la olla de trigo, las gachas con leche o con caldo pimentón, las migas de trigo y la fritada de conejo o cerdo.
Una actividad que se intenta no perder es el ritual de la matanza, que se hace antes de Navidad. En la misma se suelen comer las migas con tajadas, y se hacen embutidos y tortas de chicharrones, como postre. En la Navidad son típicos los mantecados caseros y las tortas de manteca. Para la Cuaresma se elaboran las albóndigas de bacalao y el empedrado, un arroz con bacalao y habichuelas.
En el verano es costumbre hacer gazpacho y ensalada asada compuesta de pimiento y tomate asado, sal, aceite de oliva, aceitunas y cominos. Asimismo, como postres se comen chumbos, higos, uvas y melones que se producen en sus campos en abundancia. Como repostería destacan los hornazos de San Marcos, un bollo que se cuece en el horno al mismo tiempo que el huevo duro que lo culmina, los bizcochos borrachos, buñuelos de viento y roscos fritos que se suelen hacer en Semana Santa.
Tíjola
Desde Purchena se toma la carretera que remonta el río para llegar hasta Tíjola, otra ciudad de capital importancia en la historia morisca.
Durante el siglo VIII, en los tiempos de Abderramán I, se construyó en lo que hoy es esta localidad almeriense, una fortaleza a la que se bautizó como Tachola'. Pero dos siglos después, en la resplandeciente época de Abderramán III se había convertido en la ciudad-fortaleza de 'Tájela', aunque más tarde, en los mapas de Reino de Granada figurase como 'Texora'.
Cuando los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón, atacan y conquistan entre 1489 y 1492 en Reino de Granada la localidades se conocía como Tixola y se ha comprobado que la villa no pasa a denominarse con el topónimo actual de Tíjola hasta el año 1830.
Ya en el siglo XVI, debido a la constante cooperación de los moriscos con los piratas berberiscos, aumentó la intransigencia de los cristianos viejos y la intolerancia de las autoridades eclesiásticas de Granada lo que llevó a los moriscos a sublevarse en lo que pasó a la historia como la Guerra de las Alpujarras que se libró desde 1568 hasta 1570.
Al término del enfrentamiento, todos los cristianos nuevos fueron desterrados del Reino de Granada y ante la situación en que quedaron las ciudades, villas y lugares, el rey Felipe II decide en 1571 confiscar las fincas rústicas y urbanas que habían sido propiedad de los moriscos para repartirlas posteriormente.
Una visita a Tíjola no estaría completa sin conocer la Iglesia Parroquial de Santa María, construida entre los siglos XVII y XVIII en estilo franciscano. El templo está bajo la advocación de la Virgen del Socorro, patrona de Tíjola. Junto a la puerta de la Iglesia se encuentra el busto de Diego María Garrido, un sacerdote nacido en la también almeriense localidad de Cuevas del Almanzora que pasó sus últimos 30 años de vida en Tíjola y fue nombrado en 1953 hijo adoptivo de la ciudad.
Por último, debemos recordar que son muchas las ermitas de las que Tíjola presume. Ahí está la Ermita Santuario de la Virgen del Socorro, de 1650. Se trata de un templo con planta de cruz latina en el que la fachada cubierta exterior, la torre y el cimborrio tienen evocación mudéjares.
También merecen una visita las Ermitas de María Auxiliadora, San Cayetano, El Salvador, San Sebastián y de la Virgen del Carmen.
Y para reponer fuerzas tras la visita conviene recordar que la gastronomía de Tíjola es muy variada y se basa en la Dieta Mediterránea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Sin duda uno de sus platos más típicos de Tíjola es el rin ran que se elabora con bacalao desalado y desmigado, patata, cebolla, pimentón dulce, ñoras o pimientos choriceros secos, ajo, aceite de oliva y sal.
Otros platos típicos de la cocina de Tíjola son: las gachas, la frita, las migas, las torta gachas… y los maimones que se preparan con picatostes, ajo, pimentón, huevos duros y jamón serrano.
Algunos de sus dulces típicos son los suspiros, hornazos y los paparajotes elaborados a base de huevo, azúcar, levadura, leche, harina, limón, canela y, por supuesto, una hoja de limonero, que, pese a que no se come, es el gran protagonista.
Serón
Desde Tíjola, la ruta prosigue hasta Serón un pueblo de bonita estampa que invita a pasear por sus rincones, a perderse por sus callejuelas, a subir y bajar sus cuestas al encuentro de la historia que atesora y de los vestigios de su pasado andalusí o, posteriormente, de su época minera.
Se alza en la ladera norte de la Sierra de los Filabres, dominando desde su altura el Valle del Almanzora. De origen musulmán, presenta una estructura piramidal con calles estrechas y sinuosas que nos llevan hasta la parte más elevada que aparece coronada por su castillo nazarí del siglo XIII.
Y es que Serón fue fundado por nazaríes en el siglo XIII como fortaleza defensiva y jugó un papel muy importante durante las guerras moriscas del siglo XVI por su situación estratégica puesto que se trataba de la puerta oeste del Reino de Granada al Valle del Almanzora.
El entramado urbano del casco antiguo de Serón está constituido por estrechas callejas de pronunciada pendiente también de origen nazarí y en el lugar donde existió una mezquita se alza hoy un templo parroquial construido en el siglo XVII.
En el siglo XIX, la revolución industrial llevó el desarrollo económico al territorio con la explotación de yacimientos mineros de hierro en la Sierra de los Filabres. Compañías de origen inglés explotaron el preciado recurso durante la práctica totalidad del siglo XX hasta el cierre definitivo de la explotación en 1968.
La localidad conserva la práctica totalidad de la arqueología industrial del siglo XX, concentrada en el poblado minero de Las Menas, así como las infraestructuras de transporte por ferrocarril en las inmediaciones del valle.
Para reponer fuerzas tras la visita conviene tener presente la excelencia de las cazuelas de habas y el ajo colorao, una crema de patata y tomate en la que, sin embargo, los protagonistas son el pimiento seco y el pimentón.
La tradicional sopa moruna recibe su nombre de la influencia que la cultura árabe dejó en estas tierras con su sopa harira, habitualmente servida para romper el ayuno los días de ramadán. Se elabora un rehogado de verduras a las que se añade carne picada normalmente de cordero aunque también se utiliza el vacuno, lentejas, pimientos y especias como cilantro y azafrán.
Pero no por lo anterior hay que olvidarse de las tradicionales patatas en ajopollo. El ajopollo es una salsa que se hace machacando en un mortero aceite de oliva, ajo majado, pan frito remojado en vinagre y almendras previamente fritas. Las patatas se cortan en dados de un par de centímetros que se hierven en una cazuela de agua con laurel, perejil, pimienta y azafrán. Después se añade un huevo escalfado y se sirve con el ajopollo escalfado recién hecho.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.