Con los años, el campo en España ha ido perdiendo algunas leguminosas que antes eran tradicionales y básicas para la alimentación de la población. Es el caso de la almorta, con cuya harina se elaboran las tradicionales gachas; la alholva, también conocida como fenogrego, que tanto se aprecia en la cocina india, y aquí se ha olvidado; la algarroba, que ha pasado de alimento para el ganado a ser considerado una joya gastronómica, y el mejor sustituto para el chocolate; o el garbanzo negro.
Por su baja productividad, por la competencia que ha llegado de otros mercados o, sencillamente, porque nuestros gustos, recetario y formas de comer han cambiado, el cultivo de estas variedades, con los años se ha ido perdiendo. El garbanzo negro es todo un desconocido ahora mismo, aunque en el pasado fue muy cultivado en España y en todo el Mediterráneo. Más allá de que es una legumbre muy sabrosa, se trata de una variedad muy resistente a la adversidad, que no se riega y que puede soportar el frío y la sequía. Y eso es lo que comparten todas estas variedades, es justo lo que necesitamos ahora.
Investigación pionera
Así, la Comunidad de Madrid está llevando a cabo un estudio para la recuperación del cultivo de diferentes plantas leguminosas desaparecidas de los campos, como las citadas almorta, la alholva, la algarroba y el garbanzo negro, con el fin de ofrecer una alternativa de cultivo sostenible a los agricultores y adelantarse a las consecuencias de los ciclos de sequía
Carlos Novillo, consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, ha destacado la importancia de la innovación en el ámbito rural para dar soluciones rentables y efectivas al campo, y ha incidido en que “el caso de este proyecto está basado en la recuperación de cultivos olvidados hace más de 50 años y que, se sabe, fijan biodiversidad y nitrógeno al suelo, tan importantes ambos para la supervivencia de la agricultura y nuestro entorno rural”.
El Ejecutivo regional efectúa estos ensayos desde 2020, a través del Instituto de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), (@midra_i), en varias parcelas que ocupan 15.000 metros cuadrados de la finca experimental de La Chimenea, en Aranjuez. Este trabajo forma parte del programa GENVCE (Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos en España), para conocer su viabilidad en el territorio nacional.
En el caso madrileño, los investigadores están constatando, tras tres temporadas de cosecha y la aplicación de diferentes técnicas de cultivo, la resistencia de estas variedades de leguminosas a las enfermedades, las altas temperaturas de la zona Sur de la región y la falta de agua. Además, de cara a su comercialización, destacan por su alto contenido en proteínas y aminoácidos, lo que las hace idóneas para incluirlas en una dieta más saludable.
🌱 Investigadores del @midra_i trabajan para recuperar cultivos de leguminosas desaparecidas como la almorta, la alholva, la algarroba y el garbanzo negro.
💧Con ellos habrá una alternativa de cultivo sostenible y resistente ante los ciclos de sequía.
— Medio Ambiente▪️Comunidad de Madrid (@medioambientecm) August 21, 2023
Los superalimentos, un futuro para el campo madrileño
Además de la recuperación de las leguminosas olvidadas, el IMIDRA ha comenzado este año otra investigación que trata de conocer cuáles de los cereales denominados como superalimentos podrían ser cultivados con éxito en la región. El trigo sarraceno, el sorgo, el teff o el amaranto son variedades de cereales y de seudocereales sin gluten, procedentes de países con climas y suelos similares al madrileño, de ahí que los ensayos vayan encaminados a conocer su adaptabilidad.
Desde el punto de vista económico, existe el convencimiento de que estas variedades pueden tener éxito debido al incremento de la demanda de este tipo de alimentos entre los consumidores. Además, se une el interés mostrado por la Política Agrícola Comunitaria (PAC) por aumentar la superficie de su cultivo. De forma paralela, los expertos del IMIDRA tienen puesto parte de sus esfuerzos en la futura creación de un Banco de Germoplasma para la conservación de estas semillas (leguminosas y superalimentos) e impedir su desaparición, como ocurrió con el garbanzo negro.
Si se llevara a cabo, este sería el cuarto Banco de Germoplasma del IMIDRA. El primero, instalado en la finca experimental El Encín, en Alcalá de Henares, conserva cerca de 300 variedades de verduras, frutas y hortalizas de la región; el segundo, el Banco de Germoplasma Animal, que guarda muestras seminales de ovino, vacuno, porcino y caprino de Madrid y España, en el Centro de Selección y Reproducción Animal (CENSYRA), en Colmenar Viejo; y, por último, y de más reciente creación, el Forestal (BIFORMAD), que alberga semillas forestales de planta salvaje de la región, en la finca experimental La Isla Forestal de Arganda del Rey.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.