Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
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Sábado 27 de marzo de 2021
ACTUALIZADO : Miércoles 19 de enero de 2022 a las 9:52 H
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La gastronomía española es muy rica y uno de los grandes atractivos para los visitantes de nuestro país. Y, dentro de esa variedad, nos encontramos con algunos platos que nos pueden llamar la atención o que pueden dejar con la boca abierta a más de un turista por lo raros que son. Repasamos algunos de los platos de nuestra gastronomía que pueden sorprender a quienes nos visitan.
Uno de los platos típicos de Madrid y se elabora principalmente con tripas de cerdo o de vaca, a veces mezclado con morro o pata de cerdo. Normalmente, los callos son un guiso especiado, con un ligero sabor picante, salsa intensa y textura dura y gelatinosa a la vez.
Es un plato que se puede encontrar en casi cualquier punto de España, especialmente en el interior. A quien le gusta este plato, disfruta con la búsqueda de los caracoles, aprovechando los días de lluvia. Después, hay que dejarlos que suelten todas las babas, limpiarlos muy muy bien y cocinarlos en un guiso con especias, chorizo, tocino, etc.
Un pez prehistórico que se cocina en su propia sangre. La localidad de Arbo (Pontevedra), en la desembocadura del Miño, está considerada la capital mundial de la lamprea. De hecho, es difícil verla fuera de Galicia porque no se capturan muchos ejemplares. Y, a la hora de limpiarla hay que tener cuidado para no perder su sangre, ingrediente indispensable para prepararla a la bordalesa. Lo cierto es que es un pescado de aspecto desagradable.
Todos estos alimentos tienen en común su procedencia: el cordero. Depende de la zona de España donde nos encontremos, se llaman de una forma y su presentación puede varias. Pero todos ellos son intestinos de cordero. En Madrid son los entresijos y gallinejas, que se sirven en tabernas populares y ferias durante las fiestas más castizas.
En ambas Castillas y Aragón, por ejemplo, hablamos de madejas o zarajos. Los intestinos se enredan alrededor de un tallo, se cuecen y se fríen.
Cocinada a la plancha y servida con un majado de ajo y perejil o con salsa brava. Así la podemos encontrar en muchos bares y tabernas en Madrid la oreja del cerdo. Se sirve cortada en trozos y tostada y su textura llama la atención cuando la pruebas, en parte por las zonas gelatinosas y el contraste con los cartílagos de la oreja.
Tiene el aspecto de unas tajadas de carne, pero su color no engaña. La sangre de cerdo o de cordero se deja cuajar, se corta en trozos y se cocina con cebolla, ajo, tomate, laurel o algunas especias, licores o vino.
Un manjar escaso y difícil de preparar que podemos encontrar en Cuenca y Zamora, por ejemplo. De textura gelatinosa, las crestas de gallo se guisan como los callos y suele ir acompañado con almendras y ñoras.