Algunos conventos y monasterios madrileños deberían contar con más de una estrella Michelín ya que de ellos salen algunas de las delicias reposteras más exquisitas de nuestro país.
Se trata de recetas centenarias realizadas con productos naturales y de calidad y hechos de manera totalmente artesanal. Desde el siglo XV ya hay constancia de las elaboraciones de las religiosas que preparaban pasteles para agasajar a sus benefactores.
La gastronomía madrileña no es ajena al gusto por la repostería que se continúa elaborando en los conventos de la región. Rosquillas, compotas, pastas, mazapanes... cualquiera de estas variedades sirve para alcanzar la gloria a través del paladar y hoy vamos a recorrer algunos de esos lugares en los que se elaboran esos deliciosos dulces conventuales de la Comunidad de Madrid.
Mantecados en el convento del Corpus Christi de Madrid
Declarado Bien de Interés Cultural en 1981, el convento de las Carboneras del Corpus Christi, también conocido como 'Convento de las Carboneras' pertenece a la orden de monjas jerónimas y está situado en la popular plaza del Conde de Miranda con fachada a la del Cordón, en la capital de España. Su curioso nombre se debe a un cuadro de la Inmaculada Concepción de María que fue encontrado en una carbonera y donado al convento.
Fue fundado en 1607 por Beatriz Ramírez de Mendoza, condesa viuda del Castellar y dama de la Reina Ana de Austria que también era sobrina de Juan Zapata de Cárdenas, obispo de Palencia tras cuyo fallecimiento aplicó a la fundación del convento una manda pía del prelado.
Los terrenos en que fue edificado eran propiedad de los antepasados de la condesa y la primera abadesa fue sor Juana del Corpus Christi, hija de la fundadora que más tarde también profesaría y serían, madre e hija, enterradas juntas en el coro de la iglesia.
Es imposible pasar frente a este convento y resistirse al olor de los anises que desprende sin detenerse a comprar, a través del torno, unos deliciosos dulces elaborados artesanalmente por las monjas y entre los que tienen especial fama sus mantecados.. Unos dulces de clausura que siguen haciendo bueno el tradicional dicho que asegura que 'de Madrid al cielo'.
Garrapiñadas en Alcalá de Henares
En Alcalá de Henares se encuentra el convento de San Diego, de las Franciscanas Clarisas, conocidas como 'las Diegas de Alcalá' por ser San Diego de Alcalá su patrón. Está situado en el número 3 del callejón de Santa María, frente al Colegio Mayor de San Ildefonso.
En su fachada, caracterizada por la sencillez de sus líneas, destaca la imagen de San Diego de Alcalá que fue canonizado por Sixto V en 1568. El santo se presenta con una cruz y unas flores en las manos que resultan difíciles de apreciar a simple vista porque la imagen está protegida con una rejilla metálica.
También en la fachada del edificio se encuentra el escudo del Cardenal Cisneros. Esto se debe a que en su día el edificio albergó los talleres de la imprenta de la Universidad que fundó en la ciudad complutense el prelado y que ha llevado a los historiadores a pensar que allí pudo haberse imprimido la famosa Biblia Políglota Complutense.
La clausura ha trascendido el buen hacer repostero de las monjas y la fama del único dulce que elaboran, sus almendras garrapiñadas, ha trascendido mucho más allá de la localidad madrileña.
Hechas con almendra y almíbar de azúcar tostado, las garrapiñadas de estas monjas se han convertido en el dulce alcalaíno por excelencia y está documentado que vienen elaborándose en el convento ininterrumpidamente desde el siglo XVIII.
Mermeladas en Loeches
Al este de la Comunidad de Madrid, entre Alcalá de Henares y Arganda del Rey, en la subcomarca natural de la Alcarria de Alcalá, se encuentra Loeches, una localidad que hunde sus raíces en la época celtibérica del siglo IV a.C. y que fue declarada Villa por Carlos I en 1555. Fue Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares y Valido del rey Felipe IV quién adquirió el señorío de Loeches en 1633. También en Loeches el Duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, fijó el Panteón familiar de la Casa de Alba.
Fue en 1596 cuando se estableció en Loeches una congregación de carmelitas cuyo convento fue fundado por Íñigo de Cárdenas y Zapata, caballero de la Orden de Santiago, y su esposa Isabel de Avellaneda.
Las monjas llevan allí desde entonces una vida sencilla, de oración, fraternidad y trabajo. Sin embargo se han hecho famosas porque con las frutas de temporada elaboran exquisitas mermeladas, compotas, delicias e higos carmelitanos, marca de la casa, que tanto bien hicieron a la propia Santa Teresa de Jesús en el que sería el último viaje de su vida hacia Alba de Tormes en 1582.
Todos ellos están elaborados artesanalmente, de acuerdo a la tradición secular de las hijas de Santa Teresa. Además, las hermanas Carmelitas también realizan escapularios bordados en oro y otros artículos religiosos.
Turrones en las Clarisas de Chinchón
Chinchón se encuentra en el sureste de la Comunidad de Madrid, en la comarca de Las Vegas y desde 1974 su casco histórico, que incluye su tan famosa como única Plaza Mayor, es reconocido como Conjunto Histórico-Artístico.
Aquí se ubica el Convento de las Clarisas que fue fundado en 1653 por el V Conde de Chinchón, Francisco Faustino Fernández de Cabrera y Bobadilla, si bien las obras del edificio habían comenzado más de medio siglo antes, en 1597 siguiendo el proyecto de Nicolás de Vergara, maestro mayor de la catedral y del Arzobispado de Toledo.
Fueron encargados de trabajar en su construcción los mejores maestros de cantería que ya habían participado en erigir el monasterio de San Lorenzo de El Escorial y lo hicieron bajo la supervisión los hombres de confianza del Conde de Chinchón Diego Fernández de Cabrera, el padre Jerónimo Fray Antonio de Villacastín y el maestro Pedro Sánchez.
Es en este convento donde las hermanas Clarisas elaboran sus justamente famosos dulces que van desde las rosquillas fritas, soplillos y mantecados nevados, al turrón de praliné de almendra y la pasta de almendra con masa de mazapán. Y por si esto fuera poco, en Semana Santa también se pueden adquirir sus tradicionales hornazos.
Trufas de chocolate en Valdemoro
A tan solo 25 kilómetros de la capital de España, en la comarca de la Sagra, se encuentra Valdemoro y allí se ubica un Convento de las hermanas Clarisas construido gracias al mecenazgo del Duque de Lerma, señor entonces de la villa, en el siglo XVII.
El diseño corrió a cargo de fray Alberto de la Madre de Dios, uno de los arquitectos más prestigiosos de su tiempo, y se distribuye en torno a un claustro central cuadrado tal y como era costumbre en las construcciones monásticas de la época. Su fachada, también típica de la época, presenta cajones de mampostería asentados entre franjas de ladrillo.
El convento está incluido en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura como conjunto histórico, y goza de protección integral dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro.
Y es allí donde las monjas Clarisas elaboran sus justamente alabadas pastas castellanas, palitos de San Antonio, trufas de chocolate, empanadas de atún o tarta de almendras, además de otros exquisitos dulces como los almendrados de la abuela, las pastas corazones y las pastas de florecillas.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.