La región de Madrid es rica en repostería tradicional. Existen muchos postres asociados a diversas fiestas a lo largo del año, como los buñuelos para el día de los santos, las rosquillas tontas y listas de San Isidro; la corona de la Almudena o las banderitas madrileñas, la tarta con la que se celebra el dos de mayo, día de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, es en Navidad cuando las pastelerías de toda la región despliegan sus encantos y los madrileños y visitantes desatan su lado más goloso.
De las pastelerías y confiterías artesanas de toda la región, así como de los conventos y monasterios madrileños salen las especialidades más demandadas en estas fechas. Hablamos de postres tradicionales, recetas centenarias hechas con productos naturales y de calidad, de forma artesanal y con mucho mimo.
Este es un recorrido por algunos de los dulces que llenan estos días nuestras bandejas de dulces, la repostería de la región de Madrid más especial para las fiestas navideñas.
Durante las navidades, el turrón es uno de los dulces que los madrileños más demandan en el canal artesano de pastelería, según la asociación Pasteleros de Madrid. Aunque hay mucha innovación en torno al turrón, con nuevos sabores y texuras, el turrón artesano duro y el turrón artesano blanco son la estrella de estas fechas y los más vendidos, seguido del turrón de chocolate y el de yema.
En el Monasterio de la Inmaculada Concepción de Chinchón, las monjas Clarisas elaboran numerosos tipos de dulces, entre los que destaca el turrón. El más famoso y especial es el turrón de praliné de almendra.
Después del turrón, el producto navideño artesano que más venden las pastelerías de Madrid son los polvorones, y los mazapanes. Junto a las pastelerías, todos estos dulces navideños también son especialidad de los conventos y monasterios. En el citado Monasterio de la Inmaculada Concepción de Chinchon, las monjas Clarisas hacen con mimo una pasta de almendra con masa de mazapán que se la quitan de las manos. También elaboran unos deliciosos mantecados nevados.
En el Convento de San Diego (callejón de Santa María, nº 3), las Clarisas elaboran sus ya famosísimas almendras garrapiñadas. Estas monjas, popularmente llamadas "almendreras" o "las Diegas de Alcalá", permiten adquirir los dulces, a través del torno, todos los días.
Estas monjas de la congregación de las Jerónimas, en el Monasterio de Corpus Christi, en Madrid, llamado ‘Las Carboneras’ por un cuadro de la Inmaculada encontrado en su carbonería cuentan con la receta más antigua de Madrid.
Hacen galletas, pastas de té, pastas de almendras, naranjunes, sequillos… aunque las estrellas son los mantecados de Jerez, los nevaditos y muy especialmente los mantecados de yema. Son monjas de clausura y venden sus dulces a través del torno del monasterio, situado en el corazón del Barrio de los Austrias.
El día cinco de enero, el día de Reyes… y cada vez durante toda la Navidad, la región de Madrid, como tantos otros lugares de España, huele a agua de azahar. Es uno de los postres más tradicionales, el Roscón de Reyes. Una rosca de un delicado y tierno bollo, hecho con agua de azahar y decorado con frutas confitadas y azúcar, siempre con un regalito o figurilla oculta en su interior. Lo introdujeron en España los Borbones y es de origen bordelés, aunque lo hemos convertido en nuestro símbolo dulce de la Navidad, especialmente en Madrid.
Ya sea seco, o relleno con nata o trufa es una de las estrellas de todas las pastelerías de la región, en torno a las que se llegan a formar largas colas. A los madrileños les encantan los roscones tradicionales, pero en Madrid también hay mucha innovación alrededor del Roscón. No en vano, este año se ha alzado con el premio al mejor Roscón el que elabora Umiko Bake, una confitería especializada en dulces japoneses, como los mochis. Se trata de un roscón esponjoso, de textura increilbe, cubierto con una singular glasa de azúcar, sin fruta escarchada, pero con un toque de ron y ralladura de yuzu.
El Convento de las Clarisas en Valdemoro es especialista en pastas castellanas, trufas de chocolate, empanadas de atún o tarta de almendras, además de otros exquisitos dulces como los almendrados de la abuela, las pastas corazones y las pastas florecillas. En estas fechas, las trufas son un auténtico ‘must’.
A los madrileños les encantan los churros y las porras con chocolate durante todo el año… aunque en estas fechas este desayuno se hace imprescindible. ¿Hay acaso una mejor forma de empezar el año, el día uno de enero, que con un buen desayuno a base de churros y una chocolatada?
La chocolatería de San Ginés es un lugar histórico para saborear los churros con un chocolate caliente para entrar en calor, aunque hay churrerías especializadas por toda la Comunidad de Madrid.
En Loeches, las hermanas del convento de las Carmelitas Descalzas (Plaza de la Duquesa de Alba, 3), elaboran de forma completamente artesanal, mermeladas y compotas a base de azúcar y frutas de temporada que recogen directamente de su huerto. Los higos carmelitanos son el producto más característico del convento.
Las palmeritas de hojaldre son otro dulce habitual en las pastelerías madrileñas. Pueden ir bañadas en chocolate, glaseadas, en coco y otras creaciones. Las más famosas están en el pueblo de Morata de Tajuña, aunque se pueden encontrar en toda la región y también en la capital.
en la bandeja del turrón que centra las mesas en todas las sobremesas de estos días, no puede faltar el turrón, el mazapán, los mantecados… pero tampoco las rosquillas. En el resto de España son muy típicas las roscas de anís, pero aquí contamos con las rosquillas de Alcalá, un delicioso dulce hecho con varias capas de hojaldre y con un glaseado de yemas de huevo delicioso.
