La ruta por las Villas de la Comunidad Madrid es un recorrido de once destinos singulares, que destacan por su imprescindible patrimonio cultural, que se reparten por distintas comarcas de la geografía madrileña y están rodeadas de paisajes tan diversos como páramos, campiñas y alcarrias, piedemontes, lomas y dehesas, así como los paisajes de alta montaña de Guadarrama y Somosierra.
Todas las Villas mantienen intacta su autenticidad rural sin por ello dejar de ofrecer al visitante una cuidada infraestructura turística de calidad preparada para satisfacer las necesidades de quienes se acercan a visitarlas.
Villas de Madrid, es un programa promovido por el Gobierno regional que tiene como objetivo promocionar los recursos que ofrecen municipios de menos de 20.000 habitantes diversificando de esta forma el flujo de turistas hacia áreas menos visitadas de la Región y dando visibilidad a localidades que tienen menos oportunidad de dar a conocer sus recursos culturales o naturales.
Pero es que además, esta ruta permite conocer y disfrutar de los productos y gastronomía típicos de cada uno de las once localidades que en esta segunda entrega (después de que en la primera recorriésemos Manzanares El Real, Patones, San Martín de Valdeiglesias, Villarejo de Salvanés, Colmenar de Oreja y Nuevo Baztán) realizaremos una ruta que nos llevará por Torrelaguna, Buitrago del Lozoya, Chinchón, Navalcarnero y Rascafría.
Torrelaguna
La villa de Torrelaguna se enclava en el Valle medio del Jarama, al nordeste la Comunidad de Madrid, lindando ya con Guadalajara y su origen se hunde en los tiempos más remotos como lo demuestra no solo la existencia de un castro ibérico sino también yacimientos arqueológicos que dan fe de algún tipo de poblamiento en la prehistoria.
Los orígenes de la actual Torrelaguna están en la aldea independiente de la ciudad de Uceda, en Guadalajara, que se creó cuando los ciudadanos de dicha población establecieron una granja en la actual ubicación de la villa madrileña para aprovechar las fértiles vegas al pie de las sierras.
Cuando los musulmanes llegaron a la población, ésta ya contaba con sus siete barrios o granjerías. De esta época procede el propio nombre de Torrelaguna que, a pesar de su apariencia enteramente castellana, podría ser en realidad un híbrido entre 'torre' y el nombre de la tribu bereber de los 'laggūna', ya que en toda la región de la Marca Media (una de las demarcaciones territoriales en que estaba dividido al-Andalus) la presencia militar musulmana la constituyeron sobre todo guerreros de este origen que se asentaron formando colonias agrícolas y, con el tiempo, se confundieron con la primitiva población hispanovisigoda.
Ya en la Reconquista, en 1390 Juan I de Castilla concede a la Villa su independencia y se produce en Torrelaguna el asentamiento de importantes familias que traen la prosperidad a la localidad y se comienza a formar su enorme patrimonio histórico artístico que llevó al conjunto urbano de esta villa madrileña a ser declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1974.
La estructura urbana de la localidad en la que vivió el patrono de Madrid, San Isidro Labrador, deja ver su impronta medieval y en ella destaca su espléndida Plaza Mayor donde nos encontramos con el ayuntamiento, en el antiguo pósito o almacén de grano, fundado en el siglo XVI por el cardenal Cisneros (hijo de esta localidad como también lo fue Santa María de la Cabeza). De lo sugerente que resulta esta Plaza Mayor y su entorno habla bien a las claras el hecho de que fuera una de las localizaciones de la famosa película 'Orgullo y pasión' protagonizada por Cary Grant y Sofía Loren.
Pero también es de obligada visita la iglesia parroquial de La Magdalena, del siglo XV, uno de los mejores ejemplos del gótico madrileño y que fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1983. Se construyó sobre otra iglesia anterior con una planta y alzado de tres naves que albergan retablos barrocos y platerescos entre los que sobre todo destaca el retablo mayor churrigueresco de 1752 atribuido a Narciso Tomé.
La abadía de las Madres Concepcionistas Franciscanas Descalzas fue, desde el siglo XVI, una abadía para mujeres y en ella destaca la capilla con su portada plateresca atribuida a Juan Gil de Hontañón así como el mausoleo renacentista de los fundadores que hay en su interior.
La ermita de Nuestra Señora de la Soledad data del siglo XIV, es de estilos gótico y barroco y fue en el siglo XVIII cuando se convirtió en ermita-santuario de la Patrona de la localidad.
Aunque solo queda su fachada también merece la pena conocer el Palacio de Salinas, renacentista y atribuido a los Gil de Hontañón, puesto que se considera como la antecesora de la también madrileña Universidad de Alcalá de Henares.
Por último conviene también conocer la muralla medieval defensiva y delimitadora del fuero de la villa de la que se conservan algunos tapiales y entradas como la Puerta del Cristo de Burgos, el famoso abujerón, agujero hecho por los franceses en la Guerra de la Independencia, o la torre de la Tercia.
Pero una visita a Torrelaguna no estaría completa sin probar las especialidades su cocina típica como las migas con uvas, una preparación de origen pastoril que es elaborada principalmente con pedazos de la miga de pan de hace varios días tostadas y acompañadas de carnes y verduras picadas, además claro está, de las uvas.
Otra especialidad imprescindible de esta localidad madrileña es la sopa castellana, una receta tradicional que ha perdurado por lo deliciosa, energética y reconfortante que es, especialmente cuando hace frío, pero, también, gracias a que nuestras madres y abuelas nos han ido traspasando sus artes culinarias para hacer con tan solo cuatro alimentos, pan, huevos, ajo y jamón, un plato muy grande.
Y no podemos tampoco olvidar el cordero asado hecho en horno de leña tradicional, con ingredientes muy básicos para que prevalezca, en todo momento, el sabor de la propia carne.
Buitrago del Lozoya
A los pies de la sierra de Guadarrama se alza orgullosa de su belleza la villa de Buitrago del Lozoya que recibe su nombre del río que la circunda y ofrece al visitante su incomparable antiguo recinto amurallado que cobija su casco urbano declarado Bien de Interés Cultural.
Este recinto defensivo es de origen musulmán, fue construido en el siglo XI y restaurado casi continuadamente hasta 400 años después. La muralla está constituida por dos elementos principales en un recorrido de más de 800 metros: el adarve bajo y el adarve alto.
El adarve bajo es el tramo de muralla que transcurre paralelo al río Lozoya y debido a las posibilidades defensivas que este aporta, la muralla no excede de los seis metros de altura y dos metros de grosor. Tampoco se construyeron torres ni cubos, pues habrían sido innecesarios y solo cuenta con una serie de contrafuertes en su flanco este.
Por su parte, el adarve alto abarca los flancos sur y suroeste de la muralla. En esta parte la altura es más heterogénea, no bajando de nueve metros y alcanzando los 16 metros en la parte correspondiente a la Torre Albarrana o Torre del Reloj. En estos flancos el espesor es de tres metros y medio y por ser la zona más vulnerable del recinto se introdujeron numerosos elementos defensivos como torreones, macizos, barbacana, foso, una torre albarrana y un alcázar.
De incuestionable influencia árabe, también merece, y mucho, la pena visitar el castillo de la villa de Buitrago de Lozoya, un conjunto arquitectónico gótico mudéjar del siglo XV con planta rectangular, siete torres y un patio de armas central. Se trata de un recinto enmarcado dentro de la muralla en su esquina sureste y cuenta con un foso que lo protegía de las invasiones. Las torres son todas diferentes entre sí, habiendo incluso una de planta pentagonal y el acceso se realiza por una puerta en forma de recodo que se sitúa bajo una de las torres.
De entre los muchos personajes históricos que habitaron este castillo es necesario destacar a Juana la Beltraneja que mantuvo enconada guerra civil contra su tía, Isabel la Católica.
Otro lugar de obligada visita en la villa madrileña es la Casa del Bosque, una muy interesante casa de campo para recreo de los duques del Infantado construida a principios del siglo XVII según el modelo de las villas italianas de la época y que se encuentra a unos dos kilómetros de Buitrago, dentro de la finca de 'El Bosque'.
El Puente del Arrabal, más conocido como Puente Viejo, cruza el río Lozoya y comunica el recinto amurallado con el antiguo arrabal del Andarrío. A pesar de encontrarse ciertamente deteriorado, aún conserva en perfecto estado su vano central de medio punto y algunos arcos de lo que fue un acueducto que conducía el agua hasta los arrabales.
Por su parte, la Iglesia de Santa María del Castillo, otra de los grandes bienes patrimoniales de Buitrago de Lozoya, fue concluida en el año 1321 y consta de una sola nave, de planta y alzados góticos. La entrada principal es de estilo gótico flamígero mientras que la esbelta torre es un bello ejemplar del estilo mudéjar.
Por último, también es importante visitar el Museo Picasso donde se exponen las obras del maestro malagueño que reunió y donó al pueblo el que fuera peluquero e íntimo amigo del artista, Eugenio Arias Herranz, hijo natural de la localidad. El museo se inauguró en 1985 y alberga una colección de 60 obras de Picasso, casi todas con una dedicatoria especial para su amigo Arias. Entre las obras se pueden encontrar cerámicas, grabados y bocetos cuya temática también es variada, aunque abunda la relacionada con el mundo taurino debido a la afición que tanto unió a ambos personajes durante su exilio en Francia.
Por lo que a la gastronomía se refiere, como ya ha quedado dicho, Buitrago de Lozoya está ubicado a los pies de la sierra de Guadarrama donde la incomparable calidad de los pastos es una de las claves del sabor y la ternura de sus carnes, de la 'Carne de la Sierra de Guadarrama' con Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Esta carne es de las razas Avileña-Negra Ibérica, Limusina, Charoles y sus cruces. La raza Avileña-Negra Ibérica es una raza autóctona que se caracteriza por la excelente calidad de su carne y que es originaria de las zonas de montaña del centro de la Península. El porcentaje de Avileña-Negra Ibérica es significativo alcanzando el 60 % de las vacas madres. Además, la experiencia de décadas ha venido demostrando la perfecta adaptación de las razas Limusina y Charolesa a la zona geográfica de esta IGP.
Dentro de la IGP 'Carne de la Sierra de Guadarrama' existen tres tipos: la ternera, el añojo y el cebón. En cualquier caso, sea cual sea el tipo elegido, la 'Carne de la Sierra de Guadarrama', siempre es sinónimo de acierto y excelencia como lo garantiza su pertenencia al sello de alimentos'M Producto Certificado' que avala su excepcional calidad.
Chinchón
En el sureste de la Comunidad de Madrid nos encontramos con la villa de Chinchón, mundialmente famosa, entre otras cosas, por su imprescindible plaza Mayor, uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura popular española cuyas primeras casas con soportales y balcones se remontan al siglo XV aunque fue en el XVII cuando quedó totalmente cerrada.
Declarada en 2008 cuarta maravilla de la Comunidad de Madrid, esta plaza goza de una protección integral de grado 1, su forma es irregular y los edificios que la delimitan tienen tres plantas con galerías adinteladas que suman entre todos ellos 234 balcones de madera denominados 'claros'.
Este era el lugar de encuentro donde se celebraban las ferias de ganado y aquí el concejo compró unas casas en 1499 para acometer sus reuniones, estableciéndose el Ayuntamiento en el mismo lugar en el que se encuentra en la actualidad.
Desde su construcción, la plaza ha albergado numerosas eventos tales como fiestas reales, proclamaciones, corral de comedias, juegos de cañas, corridas de toros, ejecuciones, autos sacramentales y todo tipo de actos religiosos, políticos y militares, además de servir como plató de cine en películas como 'La vuelta al mundo en 80 días', 'El fabuloso mundo del circo' o, más recientemente, 'Asteroid City' dirigida por Wes Anderson y protagonizada por Tom Hanks, Scarlett Johansson y Bill Murray.
Pero en Chinchón también es importante conocer el Castillo de los Condes aunque solo se ha de contemplar desde el exterior, porque no es posible visitarlo. Aun así desde fuera esta edificación del siglo XV es imponente a pesar de que ha sufrido todo tipo de embates. De hecho, el primero de todos fue su destrucción, pero más adelante el III Conde de Chinchón decidió levantar el actual sobre la base de las ruinas que quedaban, pero lamentablemente en el siglo XIX fue expoliado durante la Guerra de la Independencia y muchos de sus materiales se usaron para reparar caminos, aceras y casas.
Junto a esta fortaleza está el Castillo de Casasola, erigido en el siglo XV y que es otro de los lugares de interés que nos ofrece la villa como también lo son la Torre del Reloj de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Gracia, que es la más antigua de Chinchón, la Casa de la Cadena, un edificio barroco del siglo XVII, el teatro Lope de Vega y el Monasterio de los Agustinos, hoy convertido en Parador de Turismo.
Por lo que a la cocina de Chinchón se refiere, la villa nos ofrece unos productos típicos cuya calidad y excelencia han sido ampliamente reconocidas y premiadas.
Nos referimos a su famoso anís, cuya producción ya estaba documentada a principios del siglo XVIII, elaborado desde tiempos inmemoriales con matalahúva. En Chinchón se produce anís dulce con un 35% de grado alcohólico, seco, con un 43% de alcohol y también seco especial, que con su 74% de alcohol está oficialmente considerado como la décimo segunda bebida más fuerte del mundo.
Un anís excepcional que, por descontado, juega un papel protagonista en mucha de la repostería típica de esta localidad madrileña que cuenta con dulces tan representativos como las tetas de novicia, las pelotas de fraile, las tortas, las rosquillas y las prudencias.
Otra de las joyas gastronómicas de Chinchón es su 'ajo fino', justamente considerado como uno de los mejores del mundo, de color blanco y nacarado y capaz ensalzar hasta lo más alto cualquier plato al que se incorpore. Estamos ante un verdadero tesoro gastronómico cultivado con mimo en pequeños terrenos y minifundios de la vega del río Tajuña.
Navalcarnero
A 31 kilómetros al suroeste de la capital de España se encuentra la Villa Real de Navalcarnero, una localidad de gran riqueza artística y paisajística que cuenta ya con 500 años de historia.
La villa estuvo bajo la jurisdicción de Segovia desde 1499 hasta 1627. De ahí el nombre de esta Plaza de Segovia que junto a la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, Monumento Histórico-Artístico, con la que conforma un Conjunto Histórico Artístico declarado Bien de Interés Cultural, es el elemento más representativo de la localidad madrileña.
La Plaza de Segovia ha sido y es el centro neurálgico de Navalcarnero por las edificaciones que lo delimitan, algunas levantadas a lo largo del siglo XVI. Como espacio público que es, buena parte de los edificios que lo constituían cumplían funciones comunales y la casa del concejo o el ayuntamiento es el mejor ejemplo de ello. Junto a ésta se encontraban la cárcel y a pocos metros la casa de las carnicerías y la casa de pastelería, ambas de propiedad municipal. No muy lejos, aunque fuera de este recinto, se levantaba la tienda de abacería donde se expedían el aceite, el vinagre, el pescado seco y otros productos de primera necesidad.
Destaca su planta irregular, espaciosa y abierta, con unas bellas estructuras porticadas en tres de sus cuatro lados. Esta asimetría y la diversidad formal de sus fachadas dotan al conjunto de un atractivo añadido y pintoresco, que la convierten en un ejemplo único dentro de la arquitectura popular castellana.
La plaza era también un escenario de carácter festivo. En las galerías abiertas de su edificios se arremolinaban los espectadores para presenciar los festejos públicos como las tradicionales corridas de toros. Su cercanía al acceso principal de la iglesia parroquial y a la ermita de la Veracruz permitía que este espacio formase parte del recorrido de las procesiones religiosas.
A lo largo de los siglos la plaza de Navalcarnero ha sido testigo excepcional de innumerables acontecimientos históricos. Nació con el nombre genérico de “plaza pública”, pero en documentos municipales de 1832 se la cita como “plaza real”. Pocos años después, en 1839, era conocida como “plaza de la Constitución” y a partir de 1935 como “plaza 14 de abril”. Finalmente, desde 1937 se identifica como “plaza de Segovia” en conmemoración a la vinculación y dependencia histórica que mantuvo durante 128 años con la capital castellana.
Por su parte, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción comenzó a construirse en la primera mitad del siglo XVI y presenta un cuerpo de tres naves separadas por arquerías.
De estilo renacentista, el templo se finalizó a comienzos del siglo XVII y presenta la torre de campanario que se remite al estilo mudéjar y está rematada por un capitel barroco que fue calcinado por un incendio en agosto de 1999 durante unas obras de restauración.
En su interior destaca el retablo del altar mayor así como la capilla real, en la que tuvo lugar el enlace entre Felipe IV y Mariana de Austria.
Esta Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue declarada monumento histórico-artístico, antecedente de la figura de Bien de Interés Cultural en enero del año 1983.
Siguiendo con nuestra ruta cultural y gastronómica, conviene recordar que en Navalcarnero es más que recomendable disfrutar de algunas de las especialidades de raíz profundamente castellana que están especialmente arraigadas en la localidad conocida como tierra de vinos, garbanzos y corderos.
Este es el caso de la Olla del segador, una variante del cocido madrileño que se elabora con los afamados garbanzo de producción local, de delicado sabor, y los productos de la huerta de Navalcarnero.
Justa fama tiene también en Navalcarnero el Lechazo asado preparado a la manera tradicional y utilizando para su elaboración manteca de cerdo y las especias propias de la zona como el tomillo, la menta y el romero.
La caza también ocupa un lugar destacado en la cocina de esta localidad madrileña en la que se encuentran en abundancia la liebre, el conejo y la perdiz que suele prepararse escabechada y que se prepara con hierbas y vinos locales.
Y de postre, Bollos de Navalcarnero, unos pasteles que se siguen elaborando de manera artesanal. Los hay de dos tipos, de aceite y de manteca, que se elaboran dependiendo de la época del año. Los de manteca son más propios de las navidades y en ocasiones especiales se les añade almendras antes de cubrirlos de azúcar.
Todo ello, por supuesto, regado con buen vino porque la subzona de Navalcarnero incluye los 19 municipios del área central sur de la Comunidad de Madrid que recogen cinco bodegas con Denominación de Origen Vinos de Madrid y dispone de un total de 1.694 hectáreas de viñedos que cuenta con variedades de uva como la Garnacha tinta y Malvar.
Y por último recordar que también conviene rendir visita en la plaza de Alonso de Arreo el popular Museo del Vino que ofrece un enfoque didáctico y atractivo, basado en la percepción sensorial y el mundo de sensaciones que implica el placer de degustar un buen vino de la Comunidad de Madrid.
Rascafría
En el noroeste de la Comunidad de Madrid se encuentra el valle del Lozoya y dentro de él está la villa de Rascafría que conserva una arquitectura popular propia de la sierra de Guadarrama y en cuyo término municipal se hallan el parque natural de Peñalara, en la vertiente sureste del pico de Peñalara de 2.428 metros de altura, y el arboreto de Giner de los Ríos, una hectárea en la que se encuentra uno de los once centros con los que cuenta la Red de Centros de educación ambiental de la Comunidad de Madrid.
El origen de la localidad se remonta a la Edad Media y se encuentra ligado a la repoblación de la sierra llevada a cabo por cuadrillas segovianas. El valle era un territorio libre que fue anexionado por el Consejo de Segovia con el beneplácito del rey que obligaba a todos los que adquirieron tierras en el Valle a construir una casa y a tener caballo propio.
Fue allí cuando en el siglo XIV se fundó la cartuja más antigua de Castilla, la de El Paular, al pie del macizo de Peñalara, entre bosques de pìnios y robles. El conjunto monumental del monasterio está declarado como Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento desde 1876, es de titularidad estatal y adscrito al Ministerio de Cultura.
Frente al Monasterio del Paular se encuentra el Puente del Perdón construido por los monjes para sustituir uno antiguo de madera y que lleva este nombre porque los reos podían apelar su sentencia por última vez y ver conmutada su condena si el tribunal lo consideraba de Justicia.
También merece la pena ser visitada la iglesia de San Andrés Apóstol, del siglo XV. El templo conserva algunas bóvedas góticas y artesonado del siglo XVI en su nave central. Su púlpito es plateresco y conserva varias esculturas procedentes de El Paular, como un San Miguel Arcángel del siglo XVIII obra de Luis Salvador Carmona.
Muy cerca de la iglesia se encuentra La Casona, levantada en la misma época de. El Paular y que primero fue Lazareto o Antiguo Hospital. Es un conjunto de interesantes edificios de dos plantas, huerta y jardín.
Al patrimonio cultural, artístico e histórico de Rascafría hay que sumarle el patrimonio gastronómico. Sin duda la buena cocina es otro de los grandes atractivos de la localidad del municipio durante todo el año.
En los platos que conforman la cocina tradicional serrana madrileña tienen especial relevancia los productos de temporada, como las numerosas setas dado que la Sierra Norte madrileña cuenta con un abundante patrimonio micológico, y la carne de caza.
De hecho, durante los meses de octubre y noviembre, se celebran las Jornadas Gastronómicas de Setas, Caza y Vino y durante esos días, los restauradores del Valle de El Paular ofrecen a sus clientes una selección de las mejores recetas preparadas con los ingredientes naturales que se dan en los bosques de este bello rincón de la Sierra de Guadarrama.
Y por último, como en el caso de Buitrago de Lozoya, se antoja imprescindible probar la magnífica carne de esa Sierra del Guadarrama con Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Una carne que, como ya se dijo, sea de ternera de añojo o de cebón es siempre sinónimo de excelencia garantizada por su pertenencia al sello de alimentos 'M Producto Certificado' que es el mejor aval de su calidad.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.