La cultura del vino en la Denominación de Origen Protegida (DOP) Bullas es la natural consecuencia de una herencia milenaria. Así lo atestiguan muchos elementos arqueológicos en diferentes municipios de la DOP que fechan el comienzo de la elaboración de los vinos de la zona en más de 2.600 años de antigüedad, si bien el arraigo de los viñedos y el consumo y exportación de los caldos llegaría en la época romana.
La Monastrell es la variedad autóctona y mayoritaria en la DOP Bullas. Hablamos de una uva de racimos medianos a grandes, densos y compactos, pequeña, de perfil esférico y piel negro azulada gruesa, consistente y de pulpa muy carnosa. Su maduración es lenta y tardía comparada con variedades tintas como la Tempranillo, Cabernet Sauvignor, Merlot o Syrah y es una planta muy resistente, capaz de aguantar bien tanto la sequía como las heladas.
De origen español, la Monastrell es una cepa de porte erguido con sarmientos gruesos y cortos, entrenudos de longitud media y poco ramificados, la hoja posee tres lóbulos marcados y sus frutos son de piel gruesa y repletos de componentes aromáticos que serán cedidos posteriormente al vino.
Son los de Bullas vinos suaves pero con gran cuerpo. Los llamados “semi crianza”, tan de moda hoy en día, son vinos jóvenes con no más de seis meses en barrica y sus crianzas y reservas están entre los mejores de España.
Y, como no podía ser de otra forma, esta localidad murciana cuenta con su Museo del Vino de Bullas, una visita de obligado cumplimiento para cualquier turista enológico que visite esta zona.
Se encuentra enclavado el museo en una antigua bodega del siglo XIX que perteneció a la familia Melgares de Aguilar y en su momento llegó a ser de las mayores de la Región de Murcia haciendo gala de sus 350.000 litros de vino repartidos en 112 tinajas.
El historiador Martín de Ambel nos recuerda que la producción de vino en Bullas ya estaba documentada en 1657 y que el Acta Capitular de 1849 describe la forma artesanal de hacer vino. Sólo en su casco urbano se conservan, total o parcialmente, más de 200 bodegas tradicionales, la mayoría construidas entre los siglos XVIII y XIX.
Así se atestigua en el Museo del Vino de Bullas donde una exposición presenta, de forma didáctica, todos los procesos seguidos en su elaboración diferenciando claramente entre procedimientos tradicionales y actuales.
En total, el espacio museístico cuenta con 1.400 metros cuadrados de superficie en los que se dan a conocer los vinos y la cultura enológica de la localidad y de la comarca que abarca la Denominación de Origen Bullas para que el visitante se sumerja en la relación histórica que desde época romana esta tierra ha mantenido con la viticultura.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.