Jumilla tiene una larga historia vitivinícola y no como espectador sino como protagonista. En el norte de la Región de Murcia, en la comarca del Altiplano, Jumilla es internacionalmente conocida por sus vinos y su producción de peras, ambos con Denominación de Origen Protegida.
La ciudad se ubica en una encrucijada de caminos y culturas que han dejado una rica herencia. Aquí podemos encontrar vestigios históricos y artísticos de todas las civilizaciones del Mediterráneo. No en vano, esta es una tierra próspera y llena de contrastes a la que los árabes llamaron “la Fuerza del Vino”.
La DOP Jumilla se creó en 1966 y es una de las más antiguas de España, en la que actualmente están registradas más de 27.400 hectáreas de viñedo.
Los vinos que se elaboran son extraordinarios gracias a la diversidad de tipos de uva que se encuentran en la zona, siendo la Monastrell, como sucede en Bullas y Yecla, la reina de todas ellas.
Son los de Jumilla vinos suaves pero con gran cuerpo. Los llamados “semi crianza”, tan de moda hoy en día, son vinos jóvenes con no más de seis meses en barrica. Los crianzas y reservas jumillanos están entre los mejores de España. Y los dulces, expresan toda la concentración de esta variedad de uva.
En la DOP Jumilla se elaboran cinco clases de vino: tintos, rosados, blancos, dulces y vinos de licor, y prima la producción de variedades autóctonas. Estos vinos, sobre todo los jóvenes, se caracterizan por ser muy expresivos en la nariz, su frutosidad (frutos negros, frutas maduras, cerezas, fresas, grosellas), su intenso color, generalmente rojo púrpura con ribetes morados.
En boca, tienen estructura y fuerza, con taninos vivos y resistentes. Los vinos con crianza en roble, muestran la elegancia de la madera bien integrada, son sabrosos, carnosos, aromáticos y complejos.
Los vinos rosados se obtienen principalmente a partir de la variedad Monastrell, con cortas maceraciones de pulpa y hollejo; son vinos limpios y brillantes, con tonalidades muy atractivas como rosa, frambuesa, cereza, con matices morados. En cuanto a aromas son elegantes, frutales y florales, manteniendo los aromas de la variedad y en boca son carnosos, sabrosos y frescos.
Los vinos blancos son brillantes y llenos de matices, con tonalidades del amarillo verdoso al amarillo pálido y aromas afrutados, cítricos y frescos. En boca son vibrantes, destacando su frescura, ligereza y equilibrio.
Los vinos dulces naturales y los vinos de licor son vinos tradicionales de gran calidad. Brillantes, densos y de un color intenso, aportan aromas a frutos maduros, acidez equilibrada, buenas sensaciones táctiles y muy persistentes en boca.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.