La gastronomía murciana es una de las más ricas y variadas de todo el territorio español. Su libro de recetas es infinito y en él podemos encontrar desde platos específicos para cada época del año a postres, dulces, comidas saladas, y como no, las tapas murcianas.
Y todas esas recetas tienen como protagonistas a los productos autóctonos de la zona: vegetales, frutas, y como no, el chato murciano. De este cerdo murciano salen los mejores embutidos que encontrarás en la Región, y lo mejor de todo es que puedes encontrarlos en diferentes formas, y algo que seguro que no te esperabas... Algunos son aptos para vegetarianos:
Longaniza murciana
La longaniza murciana es la protagonista de alguna de las tapas más conocidas de la Región. Tanto blanca como roja, es uno de los embutidos que no falla en los tapeos murcianos. A la plancha o frita, pero siempre con una rebanada de pan, la longaniza murciana no te dejará indiferente.
Jamón serrano
El jamón serrano de la Región de Murcia cuenta con la etiqueta 'Especialidad Tradicional Garantizada Jamón Serrano' creada por la Unión Europea. Este distintivo lo tienen todas las empresas que cumplen con una serie de criterios determinados, y que alcanzan unos niveles óptimos de calidad.
La morcilla de verano
La morcilla de verano es uno de las mejores alternativas vegetarianas a la morcilla murciana. Se elabora con berenjena y es un aperitivo sano y sabroso.
El imperial de Lorca
La Imperial de Lorca es uno de los productos que cuenta con la distinción 'Denominación de Origen' de la Región de Murcia. Esta longaniza cuya forma recuerda al 'espetec', se elabora mediante "la selección, troceado y picado de carnes y grasas de cerdo, que incorpora condimentos, especias, fermentos y aditivos autorizados, amasado y embutido en tripa natural", detallan en la página oficial de la Región de Murcia.
El chato murciano
Con su inconfundile pelaje negro, el chato murciano es la gran raza de cerdo autóctona de la Región de Murcia. Su nombre proviene de su cara acortada, con un perfil nasal marcadamente cóncavo, chato, de hocico grande fuerte y grueso y con jeta inclinada de delante a atrás y de abajo a arriba.
Es el clásico cerdo que se ha criado en la huerta toda la vida, atado debajo de la higuera para aprovechar las brevas que se caían y así convertirlas en proteína animal, como era tradicional antiguamente en las economías de subsistencia. Entonces constituía la reserva de proteínas y grasas para las familias huertanas.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.