Es el dulce por excelencia del día de todos los Santos, junto a los huesos de santo. Una tradición que sigue bien arraigada, aunque cada vez esté más extendido en nuestro país el truco o trato de Halloween. Parece ser que el origen de los buñuelos podría ser sarraceno, es decir, de los musulmanes que conquistaron parte de Europa en la Edad Media, y que fueron los Cruzados quienes los trajeron a España. Te damos la receta base de este dulce, para que después decidas si quieres comerlos solos o rellenos de nata, crema o chocolate.
Ingredientes:
130 gr. de harina
200 ml. de agua
25 gr. de mantequilla
25 gr. de azúcar
1 pizca de sal
1 limón
4 huevos
Aceite de girasol
Azúcar normal o glas, para adornar
Elaboración
Para hacer estos buñuelos, en primer lugar, ralla la piel del limón. Usa un rallador, pero con cuidado de quedarte solo con la parte amarilla, en la que se encuentran todos los aceites esenciales y aromas cítricos, pero no la parte blanca de la cáscara del limón, que resulta amarga.
Acerca un cazo o cacerola al fuego con el agua, la mantequilla, el azúcar, la ralladura de limón y la pizca de sal y lleva a ebullición. Cuando rompa a hervir, añade la harina tamizada de golpe y remueve con la espátula hasta que la masa se separe de los bordes del cazo o cacerola y quede homogénea. En ese momento, retira del fuego y sigue removiendo un poco más. Deja enfriar un poco.
Ahora ve añadiendo los huevos de uno en uno y removiendo. No incorpores a la masa un nuevo huevo hasta que no se haya integrado bien el anterior. Ya tienes lista la masa para tus buñuelos de Todos los Santos. Deja reposar un par de horas.
Acerca al fuego una sartén con abundante aceite. Puedes usar aceite de girasol que no aportará sabor a tus buñuelos o un aceite de oliva suave, que resiste mejor las altas temperaturas necesarias para la fritura.
Cuando el aceite esté bien caliente, baja a media potencia el fuego y añade una cucharada de la masa. Añade más cucharadas de la masa, pero ten en cuenta que se inflarán un poco y necesitarán espacio. Así que no añadas muchas a la vez, para que no baje la temperatura del aceite y para que los buñuelos no se peguen entre sí.
Da la vuelta a los buñuelos para que se doren por todos los lados y, a medida que vayan estando bien doraditos, ve sacándolos a un papel absorbente para retirar el exceso de grasa.
A la hora servir, espolvorea los buñuelos con azúcar glas o azúcar normal. Y, si quieres, los puedes rellenar con ayuda de una manga pastelera. Nata, crema, chocolate, crema de cacao, cabello de ángel… ¿cuál te gusta más?
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.