Una de las imprescindibles joyas de la Región de Murcia es Cartagena. Allí la historia sale a nuestro encuentro en cada esquina y cada esquina nos transmite el olor y el sabor de la fascinante gastronomía del Campo de Cartagena. Si de fogones hablamos de migas, michirrones y guiso de pava con pelotas. Y si hablamos de historia lo hacemos de íberos, fenicios, tartésicos, cartagineses visigodos, árabes y, por supuesto de romanos.
El patrimonio histórico de la época del Imperio Romano del que hace gala Cartagena es sin duda uno de los más importantes de España y por ende de toda Europa. Vamos a trazar una ruta por estos vestigios históricos de la antigüedad y después daremos las claves para recuperar fuerzas tras haber culminado nuestro recorrido.
Lo que nos cuenta la historia
A pesar de que existe constancia de asentamientos prehistóricos en Cartagena, como los aparecidos en el yacimiento de Las Amoladeras, espacio protegido en el extremo sur de La Manga del Mar Menor, la primera constancia cierta de poblamiento en la ciudad corresponde al año 227 a.C., en el que el general cartaginés Asdrúbal el Bello, yerno de Amilcar Barca y gobernador de Iberia a su muerte, funda la ciudad de Qart Hadasht ('Ciudad Nueva'), el mismo nombre que su ciudad de origen, después de derrotar al íbero Orisón y asegurándose de esta forma el control de los ricos yacimientos minerales del Sureste.
Qart Hadasht se convertiría en la capital del reino cartaginés fundado en Hispania por el gran Aníbal, uno de los estrategas más destacados de la Antigüedad que amplió las conquistas de Amílcar, su padre, en la península Ibérica y puso en jaque al imperio romano llegando con su ejército hasta las mismas puertas de Roma, culminación de una expedición que partió hacia Italia desde la actual Cartagena a la que llegaría después de cruzar los Alpes con sus temibles elefantes y dar comienzo a la segunda guerra púnica en el año 218 a.C.
Fue uno de los generales romanos sobre los que más se ha escrito a o largo de los últimos 23 siglos, Publio Cornelio Escipión el Africano, quientomó Cartagena en el año 209 a.C., momento en que la ciudad se convierte en posesión romana con el nombre de Carthago Nova siendo una de las ciudades romanas más importantes de Hispania.
De hecho, en el 44 a.C., Carthago Nova fue la tercera ciudad en Hispania, tras Tarraco (Tarragona) y Corduba (Córdoba) en ser elevada al ansiado rango de colonia romana con el nombre de Colonia Vrbs Iulia Nova Carthago constituida por sus ciudadanos en base al derecho romano.
En este proceso de romanización el emperador Augusto la reurbanizó dotándola de un gran foro y un monumental teatro que son parte del recorrido arqueológico que vamos a emprender en la que fuese desde el año 297 y por orden del emperador Diocleciano Cartagena, capital de la provincia romana Carthaginense segregada de la Tarraconense.
El Teatro Romano de Cartagena
La primera y más obligada parada en la Ruta Romana de Cartagena es la de su Teatro Romano cuyo descubrimiento constituye uno de los acontecimientos más importantes en la arqueología de la ciudad. Se trató de un hecho fortuito ya que no había ni referencias escritas ni datos arqueológicos, que pudieran evidenciar su existencia.
El devenir del tiempo hizo que este mismo espacio fuese utilizado para diversos usos y sirvió de emplazamiento a distintas edificaciones. En el siglo V se trasformó en un complejo comercial sobre el que posteriormente se instaló un barrio de la época bizantina y sobre él hay estructuras de la época islámica de los siglos XI y XII. Tras la conquista castellana, se configuró como uno de los barrios más populosos de la ciudad donde se construyó la antigua Iglesia de Santa María o Catedral Vieja.
El Teatro Romano de Cartagena está situado en el Cerro de la Concepción, la colina más alta de las cinco que configuran la topografía de la ciudad. Este emplazamiento era muy habitual en la época. La ubicación en la ladera de un monte facilitaba la construcción del graderío aprovechando la propia roca del monte y su orientación norte con protección a los vientos del sur le confería una excelente acústica.
Los diversos elementos hallados y las inscripciones conmemorativas permiten datar el inicio de su construcción a finales del siglo I a.C., coincidiendo con la época de mayor apogeo urbanístico de la colonia. En cuanto al estilo, el conjunto de elementos arquitectónicos es el propio de la arquitectura oficial en época del emperador Augusto.
El graderío o cavea se articula en tres sectores horizontales, divididos a su vez por cinco escaleras radiales. Tenía una capacidad aproximada de 6.000 espectadores y los principales accesos del público se realizaban a través de dos pasillos laterales. Estos dos pasillos daban también acceso a la orquestra, el semicírculo entre el graderío y la escena que estaba destinado a los magistrados y personajes más notables de la ciudad.
La escena era el lugar donde se presentaba la obra y se situaba frente al graderío. La del teatro romano de Cartagena se articulaba en dos pisos por medio de columnas y tenía un alzado aproximadamente de 16 metros. La variedad cromática de los materiales de los que estaba hecha (mármoles blancos, rojizos, bloques de arenisca amarillenta revestidos de estuco) y el rico programa ornamental le confirieron una belleza realmente espectacular. Baste decir que el Teatro Romano de Cartagena recibió en 2010 el premio Europa Nostra de la Unión Europea que premia la excelencia en la conservación del patrimonio.
La Muralla Púnica
Nuestra siguiente parada es la Muralla Púnica, testigo milenario de uno de los episodios más importantes de la historia del Mediterráneo, las Guerras Púnicas entre cartagineses y romanos.
Allí conoceremos el legendario pasado de Qart Hadast, fundada por el general Asdrúbal, y su yacimiento más significativo, la muralla, uno de los pocos restos cartagineses que se han encontrado España.
Además, junto a la muralla, podremos contemplar la cripta funeraria de la ermita de San José construida entre los siglos XVI y XVII y donde las paredes ofrecen un programa pictórico muy peculiar, las Danzas de la Muerte.
El Foro Romano
El Museo Foro Romano se erige como la entrada a uno de los mayores parques arqueológicos urbanos de España. A través de sus salas, donde se expone una cuidada selección de piezas, podremos conocer la larga historia del cerro del Molinete desde la actualidad hasta la antigua Carthago Nova.
La visita culmina con el recorrido por importantes vestigios de la gloriosa época romana que invitan a pasear por ellos: la Curia o Senado Local con su pavimento ricamente decorado a base de mármoles; el Foro colonial, centro neurálgico de la ciudad, cuya distribución en varios niveles simbolizaba la jerarquía entre lo divino y lo humano; el Santuario de Isis donde se celebraban los cultos mistéricos a los dioses egipcios; las antiguas calzadas con las rodadas de los carros; las Termas del Puerto y su magnífico pórtico de acceso que conserva el suelo original; y para terminar el Edificio del Atrio, con sus altos muros y decoraciones pictóricas que trasladan a los grandes banquetes del imperio romano.
El Decumano Máximo
El viario romano de Carthago Nova, al igual que el de la inmensa mayoría de ciudades romanas, se basaba en el cruce de dos calles principales llamadas Cardo y Decumano máximo.
El Cardo era una calzada que atravesaba la ciudad de norte a sur e iba acompañado de cardines de menor entidad que, en paralelo, se extendían por la superficie de la urbe.
El Decumano Máximo constituía la calle principal de la ciudad, recorriéndola de este a oeste, acompañada de decumanos paralelos y de menor entidad. En Carthago Nova, las excavaciones arqueológicas han revelado que esta calzada transcurriría desde la puerta de la ciudad, donde en la actualidad se encuentran los restos de la ya mencionada Muralla Púnica y el puerto, dividiendo la ciudad en dos.
En el cruce que se formaba en la intersección de estas dos calzadas se erigía el foro del que ya hemos hablado y donde se ubicaban edificios relevantes
Con el paso del tiempo, durante los últimos siglos del Imperio Romano, las losas irregulares de algunas calzadas se sustituyeron por placas rectangulares, o directamente estas últimas se colocaron sobre las anteriores. Este fue el caso del decumano de los siglos III y IV que aún se conserva en Carthago Nova, en la Plaza de los Tres Reyes.
El decumano cartagenero tiene una anchura de cuatro metros, contando a ambos lados con aceras de un metro. Esta calle, durante el siglo I d.C. y bajo influencia Siria debió estar porticada en alguno de sus tramos, protegiendo de esta forma la zona peatonal. En la planta de ciertos edificios que la flanqueaban se han hallado restos de umbrales de tabernas o comercios, identificadas gracias a las marcas de sus puertas en el pavimento.
Hoy podemos visitar el Decumano Máximo, junto a las termas de Carthago Nova, gracias a la labor de recuperación del patrimonio arqueológico cartagenero
La Casa de la Fortuna
Por último, la Casa de la Fortuna nos traslada al ambiente doméstico de la Cartagena romana del siglo I. Recorrermos las diferentes estancias que formaban la vivienda: el comedor donde la familia celebraba los banquetes, la sala de representación en la que el señor de la casa recibía a sus clientes o los dormitorios como parte privada de la casa.
Sus objetos de adorno personal, lucernas, vajillas, entre otros, nos ayudan a entender las modas y costumbres de la época.
Al mismo tiempo, se puede admirar la belleza de sus pinturas murales y mosaicos con variados motivos como el cisne que es la imagen de la casa, esvásticas, flores o granadas. Todo ello cargado de un gran simbolismo mitológico.
Las migas
Una vez cumplida la visita cultural a la historia romana de Cartagena, deberemos hacer lo propio con su cultura gastronómica para reponer fuerzas porque la gastronomía es uno de sus tesoros más preciados del Campo de Cartagena que abarca Cartagena, La Unión, Fuente Álamo y Torre Pacheco, una zona rica en productos huertanos y cuyos platos están para chuparse los dedos.
Grave pecado sería dejar Cartagena sin haber probado sus migas. No hay plato más tradicional, de origen más humilde y al mismo tiempo, más delicioso y de moda. El origen está en la forma en que los pastores aprovechaban las migas de pan duro.
Las migas se comen por toda España, aunque la receta varía notablemente de unos territorios a otros, aunque la base sea similar. Tienen mucha fama las migas manchegas, también las extremeñas, pero las murcianas tienen algo que las diferencia: la carne porcina de la Región con esa raza autóctona que es el chato murciano, una bendición que hace no muchos años estuvo apunto de extinguirse y que gracias a los ganaderos murcianos se ha podido recuperar.
Michirones
Los michirones constituyen una de las recetas de legumbres más populares de la gastronomía murciana, un plato de cuchara delicioso.
Ni garbanzos ni alubias, la base de este plato es otra legumbre, las habas secas son el secreto de esta elaboración.
Guiso de pava con pelotas
Hoy puede parecer un plato sencillo, perfecto para cualquier día de la semana, pero antiguamente era un plato de celebración, un plato de domingo e incluso uno de esos platos que se preparaban en Navidad, cuando toda la familia se reunía en torno a la mesa y se preparaba algo especial.
Un plato tradicional que pasa de generación en generación y está hecho de recuerdos familiares.
Melón gozoso
Y ara terminar, ¿qué mejor postre que un buen melón gozoso? Recién sacado de la huerta murciana y que cuenta con la Indicación Geográfica Protegida.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.