La Región de Murcia cuenta con tres Rutas del Vino, Jumilla, Bullas y Yecla, todas ellas certificadas por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN). Tres rutas del vino murciano, tres denominaciones de origen que en total suman 35.000 hectáreas de viñedos.
Una de las mejores maneras de disfrutar de la cultura del vino es realizando alguna de estas rutas con visitas a bodegas, catas y cursos de enoturismo. Esta actividad está necesariamente ligada al disfrute de las enotecas, de los restaurantes, de los mercadillos tradicionales y de las tiendas especializadas que se reparten por toda la Región de Murcia.
En Murcia el vino no es tan solo el milagro que nos ofrece la vid, es también una manera de entender la vida y vivirla compartiéndolo. En esta Región el vino es sinónimo de compartir y disfrutar haciéndolo como se viene haciendo en estas tierras desde que íberos y romanos ya se dedicaban al cultivo de las viñas.
El clima Mediterráneo, con rasgos semiáridos, aporta a los vinos de Jumilla, Bullas y Yecla matices según la orografía, la cercanía a la costa o la exposición a los vientos dominantes. Las precipitaciones anuales medias son muy irregulares, de unos 300 mm, concentrándose en pocos días. Las temperaturas medias oscilan entre los 17 y 19 grados y el sol brilla con intensidad unos 300 días al año.
Viñedos en Jumilla. Foto: Enoturismo Jumilla
Estos ingredientes otorgan a los vinos murcianos su impronta característica. La uva que más se utiliza es la Monastrell. Una variedad tinta de racimos pequeños y apretados que se adapta perfectamente a las condiciones medioambientales de estas tierras. De ella se obtienen vinos con mucho color y cuerpo en una gama muy amplia y de calidad. Pero también se cultiva Garnacha Tintorera, Cencibel, Cabernet-Sauvignon, Garnacha, Merlot, Syrah y Petit Verdot en los tintos y rosados. Además de Macabeo, Airén, Pedro Ximénez, Malvasía, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Moscatel, que completan los tipos de uvas seleccionadas.
En Jumilla hablar de enoturismo es hablar de la Ruta del Vino en la que se conoce y se disfruta de la larga historia vitivinícola de este territorio, no como espectador sino como protagonista.
Es la de Jumilla una ruta para pasear por los viñedos, conocer los secretos de la elaboración en una bodega, saborear sus vinos, oler sus embriagadores aromas y tocar los antiguos útiles y las herramientas de la tradición vinícola.
En el norte de la Región de Murcia, en la comarca del Altiplano, Jumilla es internacionalmente conocida por sus vinos y su producción de peras, ambos con Denominación de Origen.
Pero además, Jumilla alberga otras muchas riquezas que merece la pena conocer. La ciudad se ubica en una encrucijada de caminos y culturas que han dejado una rica herencia. Aquí podemos encontrar vestigios históricos y artísticos de todas las civilizaciones del Mediterráneo. No en vano, esta es una tierra próspera y llena de contrastes a la que los árabes llamaron “la Fuerza del Vino”.
La Denominación de Origen Protegida (DOP) Jumilla se creó en 1966 y es una de las más antiguas de España, en la que actualmente están registradas más de 27.400 hectáreas de viñedo.
Monastrell, la reina de las uvas en Jumilla. Foto: Wikipedia
Los vinos que se elaboran son extraordinarios gracias a la diversidad de tipos de uva que se encuentran en la zona, siendo la Monastrell la reina de todas ellas. De origen español, es una cepa de porte erguido con sarmientos gruesos y cortos, entrenudos de longitud media y poco ramificados; la hoja posee tres lóbulos marcados. Los racimos son pequeños o medianos, relativamente compactos, con una piel gruesa repleta de componentes aromáticos que serán cedidos posteriormente al vino.
Hablamos de vinos suaves pero con gran cuerpo. Los llamados “semi crianza”, tan de moda hoy en día, son vinos jóvenes con no más de seis meses en barrica. Los crianzas y reservas jumillanos están entre los mejores de España. Y los dulces, expresan toda la concentración de esta variedad de uva.
Denominación de Origen Protegida
La DOP Jumilla se encuentra situada en el extremo sureste de la provincia de Albacete, que incluye los municipios de Montealegre del Castillo, Fuenteálamo, Ontur, Hellín, Albatana y Tobarra y el norte de la provincia de Murcia, con el municipio de Jumilla, que da nombre a esta Denominación de Origen Protegida.
La comarca en la que se asienta la DOP Jumilla constituye un territorio de transición entre la llanura manchega y las suaves tierras mediterráneas del Levante. La zona de producción de la DOP comprende territorios de notable altitud, extendiéndose las plantaciones de viñedo desde los 320 a los 900 metros.
Estamos ante una DOP muy rica en tradición e historia. En el año 1978, se descubrieron los restos de pepitas de vitis vinifera más antiguos de Europa. También han aparecido restos arqueológicos que atestiguan su tradición vitivinícola en más de 2.500 años de antigüedad. De estos hallazgos, cabe destacar la pareja de pendientes de oro con forma de racimo de uva que datan del Siglo IV a.C., una pieza de incalculable valor.
Pareja de pendientes de oro con forma de racimo de uva que datan del Siglo IV a.C. Foto: DOP Jumilla
El clima de la DOP Jumilla se caracteriza porque a pesar de la proximidad del mar Mediterráneo, presenta rasgos claramente continentales: semiárido, con apenas 300 litros por metro cuadrado de lluvia media anual, irregularmente repartida. Por otra parte, las temperaturas máximas estivales son altas y en ocasiones superan los 40 grados, y el invierno es frío y se pueden registrar mínimas negativas que a veces se aproximan a -10 º C.
Los suelos son en su mayoría de naturaleza caliza, sueltos, pedregosos, pobres en materia orgánica y en nutrientes. Normalmente se trata de suelos profundos, si bien en ocasiones, para su aprovechamiento, sea preciso romper la costra caliza aflorante. Estas condiciones, junto con su profundidad son muy favorables para las viñas, en particular, en épocas de sequía prolongada cuando pueden aprovechar bien el agua almacenada.
Vinos de Jumilla. Foto: DOP Jumilla
En la DOP Jumilla se elaboran cinco clases de vino: tintos, rosados, blancos, dulces y vinos de licor, y prima la producción de variedades autóctonas. Estos vinos, sobre todo los jóvenes, se caracterizan por ser muy expresivos en la nariz, su frutosidad (frutos negros, frutas maduras, cerezas, fresas, grosellas), su intenso color, generalmente rojo púrpura con ribetes morados.
En boca, tienen estructura y fuerza, con taninos vivos y resistentes. Los vinos con crianza en roble, muestran la elegancia de la madera bien integrada, son sabrosos, carnosos, aromáticos y complejos.
Los vinos rosados se obtienen principalmente a partir de la variedad Monastrell, con cortas maceraciones de pulpa y hollejo; son vinos limpios y brillantes, con tonalidades muy atractivas como rosa, frambuesa, cereza, con matices morados. En cuanto a aromas son elegantes, frutales y florales, manteniendo los aromas de la variedad y en boca son carnosos, sabrosos y frescos.
Los vinos blancos son brillantes y llenos de matices, con tonalidades del amarillo verdoso al amarillo pálido y aromas afrutados, cítricos y frescos. En boca son vibrantes, destacando su frescura, ligereza y equilibrio.
Los vinos dulces naturales y los vinos de licor son vinos tradicionales de gran calidad. Brillantes, densos y de un color intenso, aportan aromas a frutos maduros, acidez equilibrada, buenas sensaciones táctiles y muy persistentes en boca
Una región cargada de historia
Pero como ha quedado dicho Jumilla no es solo vino, algo que ya de por sí sería más que suficiente para visitarla, Jumilla es también patrimonio histórico gracias a sus muchos siglos que se remontan hasta la protohistoria, con el mundo ibérico en pleno florecimiento. El poblado de Coimbra del Barranco Ancho se puede considerar como el primer núcleo urbano de la comarca pero fue destruido de forma violenta a principios del siglo II a. C.
Con la llegada de los romanos a la península se ocupó la Comarca de Jumilla por el sistema de cuadricular y distribuir las tierras de cultivo entre los legionarios una vez licenciados de sus tareas bélicas. Esto dio origen a las "villas" que tan abundantes son en la Comarca y que tan ricos restos materiales nos han legado, como los magníficos mosaicos pertenecientes a la Villa de los Cipreses, del siglo IV d. C., que se pueden contemplar en el museo municipal Jerónimo Molina.
Mosaico de la villa romana de los Cipreses (S. IV). Museo Arqueológico Jerónimo Molina. Foto: Twitter
La llegada de los pueblos bárbaros a la zona ha quedado reflejada en la toponimia conservada en la actualidad y que obedece al reparto de tierras que llevaran a cabo los visigodos.
Por su parte, la irrupción árabe nos ha dejado abundantes huellas, tanto materiales como toponímicas, destacando El Castillo como yacimiento más importante, ya que la ubicación de un núcleo estable de población en el cerro de El Castillo, dará origen al asentamiento definitivo de la ciudad.
Tras la dominación musulmana fue el rey Alfonso X 'el sabio' quien mandó construir una iglesia dedicada a Santa María de Gracia, junto a la torre del homenaje de El Castillo.
Tras la muerte del 'rey sabio' Jumilla se incorpora a la Corona de Aragón y es bajo la dominación aragonesa cuando se elabora el primer documento histórico dedicado íntegramente a Jumilla, "la carta de amojonamiento del término de Jumilla" en el año 1327. Pero la población no soportaba bien la rigidez de su señor, Federico II, un hombre de carácter fuerte y mano de hierro, por lo que pidió ayuda al rey de Castilla, Pedro I, ofreciéndole respaldo desde el interior si se decidía a tomar la fortaleza. Para dicha empresa designó el monarca a su hermano el Infante Don Fadrique, pasando Jumilla definitivamente a la corona de Castilla el 27 de abril de 1358.
Un patrimonio para ser disfrutado
Declarada Conjunto Histórico Artístico en 1981, el patrimonio histórico de Jumilla es simplemente espectacular. Ya hemos hablado del Castillo, sus primeras fortificaciones se remontan a la Edad de Bronce y civilización tras civilización, se han ido sucediendo en él, debido en gran parte a su situación privilegiada. En la Edad de Hierro, formaron los íberos un gran poblado fortificado y más tarde entran las legiones romanas y también fortifican el cerro, construyendo parte de la muralla que se conserva hoy día. De esta época se encuentran restos de cerámica del siglo I d. C., lo que nos da una idea, de la temprana penetración, en Jumilla, de las legiones romanas. Pero no fue hasta 1461 cuando el marqués de Villena levantó la fortaleza casi tal como la conocemos hoy, con sus tres pisos, sótano y terraza, poniendo en ella el escudo de sus armas.
Castillo de Jumilla. Foto: Turismo de Jumilla
También merece ser visitado el Palacio del Antiguo Concejo realizado a mediados del siglo XVI por Julián de Alamíquez. El edificio es del más puro estilo manierista, a pesar de estar algo reformado, es el único ejemplo de arquitectura civil, no militar, dentro del renacimiento de Murcia. Tras la remodelación llevada a cabo entre los años 1997-1999 alberga la Sección de Arqueología del Museo Municipal "Jerónimo Molina".
Palacio del Concejo. Foto: Jumilla Turismo
Localizado en la actualidad en el casco urbano de la población, el popular Casón es uno de los monumentos tardorromanos mejor conservados de toda España. Data del siglo V y es un panteón funerario paleocristiano de planta de cruz griega que tiene dos absidiolos y puerta de acceso en su cara este que se declaró monumento nacional en 1931.
El Casón de Jumilla. Foto: Jumilla Turismo
Edificio declarado monumento histórico-artístico en 1982, pasando a ser bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento en 1998, la Torre del Rico está situado en la pedanía del mismo nombre, fue construido en 1573 y es uno de los pocos realizados en piedra de sillería de la zona.
Torre del Rico. Foto: Ayuntamiento de Jumilla
Los Cucos son construcciones rurales, dedicadas principalmente a albergue eventual, que están edificadas por el propio agricultor y en la mayoría de los casos a "piedra seca", aunque algunos se encuentren enlucidos, en su parte exterior con barro o yeso para darles más consistencia. Están todos situados en la parte norte del término Municipal, a excepción del Cuco de Zacarías que se encuentra próximo a la pedanía de la Alberquilla, construido totalmente a "piedra seca". Es el mejor construido no solo de Jumilla sino también de los conocidos en las provincias limítrofes.
Cuco de Zacarías o de La Alberquilla. Foto: Región de Murcia
La Iglesia de Santiago es uno de los grandes símbolos de la ciudad. Este magnífico templo de planta central fue declarado monumento nacional en 1931 y está rodeado de un espacioso atrio que tiene un banco corrido de sillería. El piso está hecho con las antiguas losas que sirvieron de lápidas a los enterramientos del interior de la iglesia.
Iglesia de Santiago. Foto: Jumilla Turismo
La primera construcción del convento de Santa Ana del Monte en la zona data de 1450 y se sitúa en Santa Ana la Vieja, junto a la fuente, en un lugar donde, según la tradición, apareció la imagen de la abuela del Cristo. Debido a daños ocasionados por las lluvias se trasladó a su actual emplazamiento, aprovechando igualmente otro afloramiento de agua, la Fuente de la Jarra. Este nuevo convento se abrió al culto en 1573 y sus moradores son franciscanos descalzos.
Monasterio de Santa Ana del Monte. Foto: Wikipedia
La ermita de San Agustín era la última del Camino de Granada, y tanto es así que en la actualidad les una barrera psicológica entre el campo y la ciudad, siendo un ejemplo palpable de ello el que las autoridades y público reciban o despidan allí al Cristo de la Columna de Salzillo, en sus romerías a Santa Ana, erigiéndose como límite o frontera imaginaria de la ciudad.
Ermita de San Agustín. Foto: Wikipedia
Pero en cualquier visita a Jumilla no se puede olvidar visitar también el Teatro Vico, del siglo XIX, proyectado por Justo Millán Espinosa, el mismo arquitecto del Teatro Romea de Murcia, el Museo de Etnografía y Ciencias de la Naturaleza, las pinturas rupestres y un yacimiento de pisadas fósiles del Mioceno Superior en la Sierra de la Pedrera así como el poblado Íbero de Coimbra del Barranco Ancho, en la Sierra de Santa Ana.
Teatro Vico. Foto: Murcia turística
Festividades
Entre las festividades que se celebran en Jumilla merece una mención muy especial la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, con más de cinco siglos de desfiles, procesiones y batallas de caramelos.
Semana Santa en Jumilla. Foto Semana Santa de Jumilla
Por otra parte, las Fiestas de la vendimia han sido declaradas de Interés Turístico Regional, se celebran desde hace 40 años con cabalgatas para todos los gustos y edades a mediados de agosto.
Las Mini Ferias del Vino se celebran los meses de abril y agosto. Se trata de singulares degustaciones en las que se dan cita cada año más de 20 bodegas de la DOP Jumilla para presentar sus nuevos vinos a visitantes y amigos, a precios populares y en ambiente verdaderamente acogedor.
Las Jornadas gastronómicas se celebran durante todo el mes de noviembre y en ellas los restaurantes, bares, bodegas y almazaras ofrecen un amplio abanico de tapas y menús tradicionales, inspirados en los sabores murcianos, manchegos y levantinos. Pero siempre acompañados con los vinos de Jumilla.
Qué comer
Si necesitas buscar una excusa para visitar Jumilla, la mejor es que te gusta comer y beber bien. Así de fácil.
La cocina jumillana procede de las diversas culturas asentadas en esa tierra. La influencia de la gastronomía murciana, alicantina y manchega, junto a los rigores invernales y la dureza de las labores campesinas han dado lugar a unos platos apetitosos y variados.
Es indispensable probar el cabrito frito con ajos y el gazpacho jumillano, un manjar de origen judío, cocinado con trozos de torta de harina de trigo sin fermentar, a la que se añade carne de caza, liebre, perdiz o conejo.
Gazpacho jumillano. Foto: Turismo de Jumilla
Y tampoco pueden faltar los caracoles serranos. Muy típicas de Semana Santa son las empanadas jumillanas, elaboradas con patata, huevo, atún y piñones, que puedes encontrar en todas las panaderías y bares de la localidad. Así como las habas con bacalao.
Caracoles serranos. Foto: Turismo de Murcia
La Navidad no sería lo mismo sin los rollos de vino, mantecados de almendra y de leche y los sequillos, dulce a base de huevos, harina, aceite y azúcar. Para desayunar, no se puede dejar de pedir una fritilla, pasta frita de levadura y harina, con azúcar o miel. Y en los días de lluvia, recomendamos la gachamiga, una receta muy popular por su sencillez cuyos ingredientes son harina, aceite, ajos, agua y sal.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.