La repostería, el arte culinario de preparar deliciosos postres, es algo absolutamente extendido por las cocinas de toda España donde la tradición del dulce es una de nuestras principales señas de identidad gastronómica. Prácticamente cada región de nuestro país tiene sus postres típicos cuyas recetas, por otra parte, han terminado por difundirse y consumirse por toda España. Por ello hacemos hoy un repaso por siete de los más populares y animamos a todos a elaborarlos en casa.
Leche frita
Un postre verdaderamente delicioso y un auténtico clásico de nuestra repostería es la leche frita. El origen de la receta es incierto y son varias las regiones españolas que reivindican su autoría, si bien se suele considerar que surgió en Zamora y de allí se extendió a todas las cocinas del país.
Esta tradicional fritura de sartén se elabora a base de harina cocida con leche y azúcar hasta que espesa. Después la masa resultante se corta en porciones que posteriormente se fríen para después servir el postre normalmente espolvoreado con azúcar y canela en polvo.
Se trata de un postre sencillo, popular y humilde, pero delicioso, que forma parte de los recetarios de las madres y abuelas de este país desde siempre y que se elabora con ingredientes cotidianos, de los que no suelen faltar en la despensa:
500 ml. de leche entera
1 limón
1 rama de canela
40 gr. de maicena
80 gr. de azúcar
2 huevos
Aceite de girasol (para freír)
Azúcar glas
Canela molida
Para elaborarlo, después de lavar el limón y, con la ayuda de un pelador de verduras, saca su piel, pero con cuidado de coger solo la parte amarilla, que es donde se concentran los aceites esenciales y el aroma cítrico. Evita la parte blanca de la cáscara que resulta amarga.
Acerca al fuego la mitad de la leche junto con la cáscara del limón y la rama de canela. El resto de la leche resérvala en la nevera. Cuando rompa a hervir, aparta del fuego y deja que infusione la leche con los aromas de la canela y el limón. Tan solo debes dejar reposar la leche, y que se vaya enfriando a temperatura ambiente durante 20 minutos, bien tapada.
Pasado ese tiempo, retira el limón y la canela y vuelve a poner el cazo con la leche al fuego. Saca la leche que tenías reservada en la nevera y, en frío, añade la maicena. Remueve hasta que se disuelva. Una vez que la maicena se haya disuelto en la leche fría, añádela al cazo, junto con la leche infusionada.
Ahora, debes remover constantemente, para evitar que se pegue al fondo. Poco a poco, la leche irá espesando. En total, deberás mantener la leche en el fuego, sin parar de remover, durante 20 minutos más o menos. Al final, tienes que obtener una crema espesa y contundente. Casi al final, incorpora el azúcar. Cuando esté lista, vierte la leche en una fuente ancha y de paredes bajas. El grosor ideal es de dos centímetros.
Cubre con plástico film, dejando que toque la superficie de la crema, para evitar que se forme costra y métela en la nevera un mínimo de cuatro horas, aunque lo ideal es que repose en la nevera durante toda la noche. Ya al día siguiente, cuando la masa esté fría y con cuerpo, compacta, córtala en cuadrados.
Acerca al fuego una sartén con abundante aceite de girasol. Bate los huevos en un plato y pon maicena en otro. Pasa los cuadrados de leche por maicena y después por el huevo batido. Y de ahí, a la fritura. El aceite debe estar bien caliente y es preferible que no eches muchas porciones de leche frita a la vez. Ve haciéndolas por tandas. A medida que vayan estando bien hechas y doraditas, pásalas a un plato aparte con papel de cocina.
Crema catalana
La crema catalana o crema quemada es sin duda el postre más típico de Cataluña aunque está difundido por toda España e incluso por Europa. Se trata de una crema pastelera con base de yema de huevo que se suele cubrir con una capa de azúcar caramelizada en su superficie para aportar un contraste crujiente.
Su origen se encuentra en la cocina medieval, de hecho ya aparece en los recetarios medievales catalanes como el 'Llibre se Sent Soví' del siglo XIV o el 'Llibre del Coch del siglo XVI, siendo considerado por ello uno de los postres más antiguos en Europa dentro de su categoría, a pesar de ser una evolución de las clásicas natillas, que ya existían en la época romana varios siglos antes de Cristo.
Los ingredientes para hacer esta receta en casa son con cuatro:
Huevos
Leche
Maicena
Azúcar
Si vamos a añadir aromatizantes, debemos tener cuidado de que no se nos vaya la mano y acabe con el sabor dulzón que debe caracterizar a este postre. Se suele añadir canela o piel de limón, pero también un toque de vainilla, por ejemplo.
Para su elaboración, la clave está en el espesante. Lo que aporta cremosidad a la crema catalana es la maicena. Si no ponemos la cantidad justa, nos quedará una mezcla más líquida, más parecida a las natillas que a lo que debe ser este postre catalán. Por ejemplo, para un litro de leche, hay que añadir 30 gramos de maicena. Además, para evitar que se haga grumos, es mejor añadir la maicena a las yemas de huevo en vez de a la leche.
Y, para evitar que salgan grumos durante la preparación de esta receta, es fundamental remover constantemente, ya sea con unas varillas o una cuchara de madera. Esta crema no se prepara sola. Ten en cuenta que no debes dejar la mezcla del huevo y el azúcar y la maicena mucho tiempo antes de poner al fuego porque no cuajará bien.
Es cierto que se trata de una elaboración sencilla y rápida, pero requiere su tiempo. Por eso, es mejor hacerlo con fuego suave para conseguir el mejor resultado. Con el fuego más alto corremos el riesgo de que se nos queme. Con el fuego suave, el huevo va cuajando poco a poco.
Una vez que se aparta del fuego la crema, déjala que se temple antes de meter en la nevera, porque es un postre que se sirve frío. No la pongas caliente en el frigorífico porque los cambios bruscos de temperatura pueden afectar a su sabor. Puedes repartirla en cuencos individuales antes de que se enfríe.
Y, antes de servirla en la mesa, hay que darle el toque final: la capa superior quemada. Espolvorea bien la superficie con azúcar y quémalo con una plancha de hierro o con el soplete de cocina (esta segunda opción es menos tradicional pero más sencilla), el caramelo quemado de la crema catalana es su seña de identidad. Ten cuidado de no acercar demasiado la llama para que no se queme en exceso y arruine el sabor de la crema.
Arroz con leche
El arroz con leche es un postre universal que tiene sus más antiguos orígenes en Asia desde donde saltó a Europa y África y que llegó a América en el siglo XVI a raíz de la colonización. Por supuesto, se prepara y consume en toda España, pero donde más devoción se tiene por este postre tradicional es sin duda en el Principado de Asturias.
Tradicionalmente se elabora cociendo lentamente arroz con leche y azúcar, se sirve frío o caliente y se le suele espolvorear con canela, vainilla o cáscara de limón para aromatizarlo.
Para elaborarlo en casa deberemos contar con los siguientes ingredientes:
Arroz redondo. Con algo menos de dos tazas será suficiente.
Tres cuartos de esa misma taza, pero de azúcar.
Un litro de leche entera. Se puede cambiar por otro tipo si tenemos problemas de intolerancia a la lactosa.
Una taza de agua.
Un poco de canela en rama.
Piel de limón para darle un toque final al postre.
Una vez tengamos listos los ingredientes, pasaremos a realizar la receta de una forma más casera y tradicional. En un primer momento se pone el arroz y el agua en una olla y calentamos a fuego medio alto.
Cuando observemos que está caliente, añadimos la leche, la canela en rama y la piel de limón y mezclamos todo bien. En este paso es importante que cortemos muy fina la cáscara del limón para que no se lleve la parte de abajo blanca que es muy amarga.
Vamos removiendo de vez en cuando para que no se pegue el arroz, bajamos el fuego de intensidad y lo mantenemos unos 50 minutos. Seguimos moviendo cada cierto tiempo y comprobamos si el arroz está demasiado caldoso o, por el contrario, necesita algo más de hidratación. Lo ideal es que la textura sea cremosa, ni demasiado seca ni tampoco con exceso de líquido. Es entonces cuando añadimos el azúcar, mezclaremos bien y dejaremos reposar cinco minutos más con el fuego ya quitado. Listo para ser disfrutado.
Tarta de Santiago
La tarta de Santiago es tradicional de la cocina gallega y desde el año 2006 figura en el registro de Indicación Geográfica Protegida. Consumida en toda Galicia, especialmente durante el mes de julio y la primera semana de agosto debido a la festividad, el 25 de julio, de Santiago Apóstol, se puede comer también en cualquier parte de España.
Se desconoce su origen, puesto que es prácticamente igual a la Tarta de Elche, de la que se distingue por no llevar nada de harina. No se sabe nada acerca del consumo de almendra en Galicia durante la Edad Media, pero sí se sabe que la carestía de este alimento lo convertía en un lujo reservado a pocos.
La primera noticia que se tiene del uso de este bizcocho de almendra, al que hoy conocemos como Tarta de Santiago, procede de 1577 año en el que se documentó por primera vez aunque con el nombre de 'torta real' a pesar de que la elaboración y la proporción de los ingredientes hacía pensar en lo que hoy denominamos Tarta de Santiago cuyas primeras recetas .
El origen de la Cruz de Santiago representada en su superficie data de 1924, año en que José Mora abrió la pastelería Casa Mora en Santiago de Compostela y comenzó a adornar las tartas de almendra con la que sería su silueta característica.
Para elaborarla en casa necesitaremos los siguientes ingredientes:
Almendras
Huevos
Azúcar blanquilla
Ralladura de la piel de medio limón
Canela molida
Mantequilla
Aguardiente
Azúcar glass
Pese a que en principio pueda parecer complicada, esta tarta no reviste de mayor complejidad y pueden incluso ayudarnos los más pequeños de la casa. Lo primero que haremos será moler las almendras, un cuarto de kilo, en una picadora: la mitad más o menos que quede como si fuese harina y la otra parte menos picada. Una vez molida la almendra, la pasamos al horno a 120 º C durante 10 minutos para tostarla.
Mientras las almendras van cogiendo color, añadimos en un bol el azúcar con los huevos (5 grandes para unos 8 comensales) y batimos todo. Reservamos aparte. A continuación, preparamos la ralladura de limón y la añadimos al recipiente del huevo batido junto con medio chupito del licor y media cucharada de canela. Cuando saquemos la almendra del horno y se haya enfriado, la añadimos también a esta mezcla.
Hecha ya la mayor parte de la receta, ya solo nos queda rematarla en el horno. Para ello, lo precalentamos a unos 180º C durante 10 minutos y, mientras tanto, cogemos un molde desmontable y lo untamos con una capa de mantequilla para que la tarta no se pegue al sacarla y se destroce por completo.
Echamos la crema que será la base de nuestra tarta de Santiago y metemos el molde en el horno a esa misma temperatura que lo hemos precalentado durante algo más de media hora. Verás, pasado ese tiempo, cómo ha cogido un tono dorado. Ni se te ocurra desmoldarla cuando aún está caliente; deja que la tarta repose y se enfríe previamente.
Para hacer la receta perfecta, ayúdate de azúcar glass y, con una plantilla, deja marcada la cruz de Santiago tan característica de este delicioso postre.
Miguelitos de la Roda
Como todo el mundo sabe, los Miguelitos son unos pastelillos típicos de la localidad albaceteña de La Roda elaborados a base de hojaldre, rellenos de crema pastelera y espolvoreados con azúcar. Durante la Feria de Albacete se despachan miles de ellos en el círculo interior del Recinto Ferial, normalmente acompañados de café, orujo de miel o sidra.
Según la historia popular, el rodense Manuel Blanco López fue el creador de este postre, allá por los años 1960. Manuel le dio a probar el pastel a uno de sus mejores amigos, Miguel Ramírez, conocido popularmente como Miguelito. Este pastel gustó tanto a Miguel que volvía continuamente a por más y en una de sus visitas se le ocurrió preguntarle a Manuel si había pensado un nombre para él. Ante esta pregunta, Manuel respondió: "pues mira, como tú, Miguelito".
La receta actual, que alcanzó finalmente la fama, fue creada por Roque Andrés Navarro, quien obtuvo un premio en el II Reconocimiento a la Excelencia Empresarial de dicha localidad en el apartado de "Trayectoria empresarial" gracias a su labor en la Confitería La Moderna. Todo el mundo para en La Roda a comprar miguelitos, pero los originales están dentro del pueblo, precisamente en la Confitería La Moderna.
A pesar de que como se ha dicho los miguelitos fueron creados en los años 1960, no fue hasta el año 2000 cuando se creó la Asociación de Productores de Miguelitos de La Roda y se solicitó la patente de estos. Aun así, hasta 2015 no se consiguió que el Ministerio de Industria, Energía y Turismo les diera el título de registro de marca.
Para animarse a hacer miguelitos en casa necesitaremos los siguientes ingredientes:
Hojaldre
Leche
Canela
Limón
Huevos
Azúcar
Mantequilla
Harina
Para su elaboración cortaremos el hojaldre en cuadraditos que meteremos en el horno previamente precalentado a 200 °C durante diez o quince minutos, hasta que suban y se doren un poco. Una vez hecho esto se rellenaran de la crema pastelera que previamente habremos preparado.
Para ello se pone a hervir la leche con la canela y el limón, se deja enfriar para después, sin dejar de remover a fuego medio-fuerte pero sin que hierva, añadir los huevos, el azúcar, la mantequilla, la harina y el azúcar avainillado. Al cabo de un buen rato, siempre removiendo, se irá cuajando hasta quedar la crema en su punto.
Una vez relleno el hojaldre con la crema se espolvorea con azúcar glass y listo.
Coca de San Juan
La coca de San Juan es una de las elaboraciones más populares y festivas de Cataluña y de todo el Levante aunque cada vez se toma más en el resto de España. De hecho, en Galicia, donde también hay mucha tradición de celebrar San Juan, tienen un dulce muy similar, llamado bolla dulce o larpeira.
Se come durante todo el año, pero especialmente para celebrar la Noche de San Juan, del 23 al 24 de junio, la fiesta nocturna conocida como la verbena de San Juan o 'revetlla de Sant Joan'. Y es que la noche de San Juan es una noche mágica con todos sus rituales: la hoguera, dar la bienvenida al verano, preparar la queimada y, por supuesto, degustar una deliciosa coca de San Juan.
Se trata de todo un clásico de la repostería, con una masa de coca dulce, que es un pan enriquecido con huevos, azúcar y mantequilla, muy similar al brioche. Que lleva crema pastelera, unas veces por encima y otras como relleno, y en el que, sobre todo, no falta alguna fruta confitada y los piñones.
No se trata de una receta difícil para hacer en casa, pero sí un poco laboriosa, sobre todo porque requiere que dejemos fermentar la masa, al menos dos veces. Para asegurarte de que esta receta saldrá a las maravillas, debemos confesar que nos hemos inspirado, y hemos seguido la receta de un auténtico maestro, Xavier Barriga, maestro panadero, propietario de los obradores Turris y autor de numerosos libros de panadería, cocas y bollería.
Ingredientes para la masa:
500 gr de harina de fuerza
120 ml. de leche entera
80 gramos de azúcar
30 gramos de levadura fresca
3 huevos
10 gramos de sal
85 gramos de mantequilla en pomada
Ralladura de medio limón
Ingredientes para la crema:
200 ml. de leche entera
2 yemas
60 gramos de azúcar
20 gramos de maicena
1 rama de canela
La piel de un limón
Ingredientes para adornar la coca:
Piñones
Azúcar
Cerezas en almíbar o guindas al marrasquino (u otra fruta confitada)
Para empezar con la elaboración, lava el limón y retira la cáscara con procurando tomar solo la parte amarilla, porque la parte blanca de la cáscara resulta amarga. Lleva a ebullición la leche junto con el palo de canela y la cáscara de limón. En el momento en que rompa a hervir, retira del fuego, tapa y deja que la leche infusiones durante 20 o 25 minutos. Pasado ese tiempo, retira la canela y el limón.
Separa las claras de las yemas de los huevos. Coloca las yemas en un bol junto con el azúcar y bate enérgicamente con unas varillas hasta obtener una mezcla blanquecina y espumosa. Vuelve a poner la leche en el fuego y calienta a potencia suave. No queremos que rompa a hervir, solo que se caliente.
Diluye la maicena una pizca de leche fría y añádela al bol de las yemas y el azúcar sin dejar de batir. Ahora, vierte la mezcla de yemas sobre la leche caliente en el cazo y comienza a batir sin parar, para evitar que el huevo cuaje. Bate hasta que la crema pastelera espese. Entonces retira del fuego y viertela sobre una manga pastelera. Cuando se haya enfriado, métela en la nevera.
Vamos ahora con la masa de la coca. Calienta un poco la leche. No debe estar muy caliente, solo un poco tibia. Añade la levadura fresca desmenuzada. Aparte, tamiza la harina de fuerza para que esté más suelta y aireada.
Bate los huevos junto con el azúcar hasta obtener una mezcla espumosa. Añade la harina de fuerza, la sal, la ralladura de limón y la leche con la levadura, removiendo para integrar todo. Si dispones de un robot de cocina, no dudes en emplearlo para amasar, durante un par de minutos. Deja reposar la masa diez minutos antes de incorporar la mantequilla en pomada, es decir, blandita. Incorpora la mantequilla en dos tandas, mientras sigues amasando, hasta que la masa haya absorbido bien la mantequilla. Amasa hasta obtener una masa lisa y elástica.
Haz una bola con la masa, ponla en un bol ligeramente engrasado, tapa con un paño limpio y deja que fermente hasta que doble su volumen, durante una hora aproximadamente. Mientras, pon los piñones en un vaso con agua para que se ablanden y humedezcan. Así no se quemarán después, durante el horneado.
Cuando la masa esté lista, pásala a la encimera, ligeramente enharinada. En primer lugar, aprietala con los dedos un poco para desgasificarla y deja que repose cinco minutos. Después, ya puedes estirarla con las manos o con un rodillo. Puedes darle forma rectangular, para aprovechar el tamaño de la bandeja del horno, o darle forma oval, más tradicional. Al final, la masa de la coca debe tener un grosor como de un centímetro aproximadamente. Ponla sobre la bandeja de horno cubierta con papel de cocina.
Por último, haz cortes sobre la masa con un cuchillo en forma de enrejado. Con ayuda de la manga pastelera, ve poniendo una línea de crema pastelera sobre esos cortes. Al final, debe quedar la coca cubierta con un ‘enrejado’ de masa. Coloca unas cerezas en almíbar o guindas al marrasquino en los huecos de masa libre. Escurre bien los piñones y distribúyelos por la superficie de la coca. Finalmente, espolvorea también un poco de azúcar al gusto.
Vuelve a dejar reposar durante media hora, más o menos. Mete la coca de San Juan en el horno, precalentado a 190°C y hornea durante 30 o 35 minutos, hasta que esté bien doradita. Sácala y deja enfriar sobre una rejilla.
Flan de huevo
El flan de huevo gusta a todo el mundo y es uno de los postres más sencillos y repetidos en todas las casas de nuestro país a la hora de hacer un dulce casero.
Su origen se remonta a siglos antes de Cristo, ya era elaborado con el huevo como ingrediente principal de la receta, por fenicios, griegos y romanos que entonces lo llamaban 'Tyropatina' y como tal aparece en el recetario de Marco Gavio Apicius, gran escritor culinario romano de la época de Tiberio.
Durante la Edad Media se continuó consumiendo, sobre todo en Cuaresma, cuando ciertos alimentos estaban prohibidos por la Iglesia y fue entonces cuando comenzó a elaborarse con azúcar y caramelo, tal como lo conocemos ahora.
Para elaborar este postre en casa, digamos que para unas cinco raciones, necesitaremos los siguientes ingredientes:
Un par de huevos
Unas 3 yemas.
Un par de cucharadas de azúcar por cada flan que hagas.
Algo menos de medio litro de leche entera. Puedes usar si quieres leches vegetales.
La parte del caramelo la haremos con unas 3 o 4 cucharadas de azúcar blanco, un poco de agua y unas gotas de zumo de limón.
Para prepararlo, lo primero que haremos será elaborar el caramelo que le da el toque característico a este postre. Se podría comprar ya hecho en el supermercado, pero lo mejor es que lo hagamos nosotros mismos. Así, pon una cazuela o una sartén (al gusto de cada uno) al fuego para que vaya cogiendo algo de temperatura.
Con cuidado de no quemar este utensilio, vamos añadiendo uno tras otro los ingredientes esenciales del caramelo tradicional. Y lo haremos siguiendo este protocolario orden: primero el azúcar y después el agua. Dejamos esa mezcla a fuego medio, pero no lo removemos por ahora. Esto último es esencial si no queremos correr el riesgo de apelmazar el azúcar y que el caramelo no quedo todo lo líquido que se espera.
Cuando ya veas que el edulcorante va cambiando de color y empiezan a brotar unas pequeñas burbujas, es el momento de empezar a mover todo. Y para ello, lo mejor es hacerte con una buena cuchara de madera. Una vez esté todo bien integrado, podemos añadir unas gotitas de limón para que adquiera un brillo especial y retiramos del fuego sin dejar de agitar hasta que veamos que tiene el tono ideal como de miel tostada. Espera unos segundos hasta que se atempere y vete echando ese caramelo en los recipientes o flaneras que usarás para hacer tu flan de nuevo. No te olvides de impregnar también las paredes, no solo el fondo y deja que se enfríe hasta que su consistencia sea más dura.
Ahora empezaremos los pasos para hacer el flan propiamente dicho. En un recipiente echaremos las yemas que antes hemos apuntado en los ingredientes, los 2 huevos enteros, el azúcar y la leche entera. A continuación, empezamos a batir todo hasta que esta mezcla tenga un aspecto cremoso. Cuando tengamos lista esta masa la reservamos para seguir con el siguiente paso de la receta.
Preparamos el horno (el flan de huevo también se puede hacer en cazuela a un estilo más tradicional). Y para ello colocamos la bandeja central del horno con algo de agua y encendemos la temperatura para ir calentando el interior y que el agua empiece a hervir. Hasta que llegue ese preciso momento, vamos rellenando con la masa anterior los moldes en los que previamente hemos ido añadiendo el caramelo.
Cubrimos estas flaneras con papel de aluminio y las depositamos en esa bandeja que tenía agua. Calculamos el tiempo y los dejamos algo menos de una hora. El truco para saber si están perfectos es comprobar si los flanes están cuajados y muestra (pinchando con un cuchillo para ver si sale limpio lo sabrás). Pero antes de esto puedes poner en práctica otro consejo: retira el papel de aluminio para que se hagan mucho mejor en los últimos 10 minutos.
El truco de los profesionales del mundo de la repostería es dejarlos que se enfríen a temperatura ambiente y meterlos luego en la nevera para poder comerlos al día siguiente. Cuando vayas a hacerlo, cuidado al desmoldarlos no sea que se rompan y se pierda toda la gracia que tiene el flan.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.