Osborne celebra este 2022 su 250 aniversario. A estás alturas todo el mundo sabe del prestigio acumulado por la firma española que cuenta con presencia en más de 70 países, tiene sendas filiales en China y Brasil, seis plantas de producción en España y un portfolio de más de 30 marcas propias y de distribución entre las que se figuran la icónica Cinco Jotas, Nordés, Sánchez Romero-Carvajal, Bodegas Montecillo, Brandy Carlos I, caviar Riofrío, Ginebra Gold, Whisky Doble V o Vermut Domingo.
Además, en este aniversario, Osborne se sitúa entre las 100 empresas familiares en activo más antiguas del mundo y se consolida como uno de los grandes embajadores internacionales de la gastronomía española.
Bodegas Osborne en el Puerto de Santa María. Foto: Europa Prees
Como parte de los actos de celebración y como homenaje al lugar de origen de la compañía, el chef con tres estrellas Michelin, Ángel León, responsable del restaurante Aponiente, será el embajador de la firma durante este año de aniversario como muestra de una filosofía y valores compartidos con Osborne de sostenibilidad, innovación y elaboración de productos gastronómicos únicos en el gaditano Puerto de Santa María.
El Toro, embajador de Osborne desde 1956
Pero si bien el embajador de Osborne en 2022 será el gaditano Ángel León, la marca tiene otro embajador, este permanente y desde mucho antes de que 'el chef del mar' hubiese nacido. Nos referimos al Toro de Osborne, uno de nuestros más incontestables iconos nacionales que a sus 66 años disfruta de una espléndida salud que ni siquiera pudo quebrantar la ley que en 1988 ordenaba la eliminación de la publicidad en las carreteras españolas.
Cómo ha quedado dicho, la historia de Osborne se remonta mucho más allá de los 66 años de su símbolo más conocido. Fue a finales del siglo XVIII, en 1772, cuando un joven y emprendedor comerciante inglés, Thomas Osborne Mann, se instala en Cádiz y crea una de las empresas que 250 años después identifica a España en el resto del mundo.
Corría el año 1956 cuando Osborne encargó a la agencia de publicidad Azor que estudiase la creación de un símbolo que representara a su brandy Veterano para instalarlo en los márgenes de las carreteras.
Uno de los creativos de la agencia, el artista Manuel Prieto, propuso utilizar la silueta de un toro bravo. La idea prosperó inmediatamente y se dio comienzo a la construcción de las vallas publicitarias de madera de cuatro metros de alto destinadas a poblar nuestras calzadas. Aquellos primeros toros lucían una cornamenta pintada de blanco y llevaban un rótulo: "Veterano-Osborne".
Con el tiempo se comprobaron dos cosas, primero que las condiciones meteorológicas que soportaban los toros a la intemperie dañaba seriamente su estructura de madera y segundo que su aceptación por el público fue, desde el primer momento, entusiasta.
En consecuencia, respecto al primer tema, en 1961 se sustituyeron los toros de madera por otros de metal que resistían mejor las inclemencias del tiempo y respecto al segundo se decidió aumentar su tamaño hasta los 7 metros y poco después, en 1962, hasta los 14 metros, una aumento de medidas que también propició la entrada en vigor de una ley que ordenaba el alejamiento de los carteles publicitarios del borde de las carreteras.
'Salvar al Toro'
Durante décadas las siluetas de los toros bravos de Osborne acompañaron a los automovilistas que recorrían España hasta llegar a identificarse tanto con lo español que pasaron a convertirse en un símbolo indiscutible de nuestro país, dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, en 1988, la Ley General de Carreteras obligó a retirar de las calzadas estatales cualquier tipo de publicidad en aras de la seguridad vial. Fue entonces cuando se suprimió los rótulos de las vallas que, no obstante se mantuvieron en pie.
Casi de inmediato se puso en marcha en todo el país un movimiento con un claro objetivo: 'Salvar al Toro'. Las muestras de apoyo al entrañable icono se multiplicaban en todos los ámbitos de la cultura, los colectivos de artistas, diseñadores, escritores y periodistas, en una reacción que pronto contagió al entorno de la política a nivel de ayuntamientos y comunidades autónomas que se sumaron con entusiasmo a la misión de conseguir el indulto para el Toro de Osborne.
Desde la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que fue la primera en pedir su declaración como bien cultural, hasta la de la Comunidad de Navarra que, amparada en su Ley Foral, decidió mantener los Toros en las carreteras que atraviesan su territorio, todas las instancias políticas del país intercedieron en favor del mantenimiento de las vallas.
"Integrado en el paisaje"
Finalmente, en 1997 el asunto llega hasta el Tribunal Supremo que zanja la discusión reconociendo el "interés estético y cultural que la colectividad ha atribuido a la esfinge del toro". El alto tribunal estima los recursos presentados en su momento por Osborne y entiende que la silueta "supera su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje", permitiendo así que ahora celebremos sus primeros 66 años de existencia.
Los toros de Osborne, que hoy se construyen con 70 chapas que configuran una superficie de 150 metros cuadrados con 4.000 kilos de peso y una altura equivalente a la de un edificio de cuatro plantas, son en estos momentos cerca de 90 y se reparten por todas las Comunidades Autónomas españolas a excepción de tres: Cantabria, Murcia y Cataluña.
Precisamente fue en ésta última Comunidad donde el Toro desató una nueva polémica al ser sistemáticamente boicoteada por los nacionalistas catalanes la silueta instalada en El Bruc (Barcelona), que finalmente fue retirada.
El Toro de Osborne en Japón
De la nternacionalidad y valor como embajador en todo el mundo del símbolo de Osborne da cumplida prueba el hecho de que desde 2018 el Toro está instalado de manera permanente en Japón.
Hace ya cuatro años que el Toro de Osborne pasó a formar parte de la colección permanente de la 'Echigo Tsumari', la muestra de arte contemporáneo al aire libre más importante Asia que está localizada en Matsunoyama, en la prefectura de Niigata, y ocuma una extensión de 760 kilómetros cuadrados en la que han expuesto artistas tan importantes del panorama mundial como Anish Kapoor, José de Guimarães o Dominique Perrault .
La figura del Toro estuvo expuesta tres meses durante la Trienal de Arte 'Echigo Tsumari', pero tras ese tiempo los vecinos de la localidad reclamaron que la icónica silueta se quedase en sus montañas para siempre.
El Toro japones tiene 10 metros de altura y fue construido por trabajadores japonenses según las pormenorizadas intrucciones del Grupo Osborne y, como no podía ser de otra forma estando en Japón, está dotado de las más avanzadas técnicas anti-terremotos.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.