La sequía deja las dehesas sin bellotas y amenaza el futuro del jamón ibérico

La montanera es la última fase de la cría del cerdo ibérico y consiste en dejar pastar libremente al cerdo en la dehesa donde se produce el engorde tradicional, entre alcornoques y encinas alimentándose fundamentalmente de su fruto, la bellota.

Un cerdo ibércio durante la época de montonera, que en estos días encara su recta final, puede llegar a recorrer entre 15 y 20 kilómetros cada día y se come entre 7 y 10 kilos de bellotas diarios de forma que los animales entran en esta etapa con unos 90 kilogramos de peso y pueden llegar a terminarla con 160 en años en una buena cosecha de bellotas

No es el caso de este 2023. La fase de montanera va desde octubre a mediados de febrero, coincidiendo con el periodo de maduración de la bellota, pero este año se ha visto acortada por la escasez de lluvia que ha acarreado que las encinas y alcornoques tengan menos fruto y todo apunta a que esta montanera será más reducida de lo habitual.

No es una situación nueva puesto que en Extremadura las precipitaciones  se han reducido hasta un 35% en los últimos 50 años, pero lo cierto es que la sequía de este año ha sido especialmente dura. Si bien, este no es un problema exclusivo de la Dehesa Extremeña sino que, como el cambio climáticio nos afecta a todos, es compartido por los otros tres territorios españoles que comparten con ella la denominación de origen protegida: Guijuelo en Salamanca, Jabugo en Huelva y Los Pedroches en Córdoba.

 

 

Por si esto fuera poco, la propia escasez de bellotas ha empujado a las dehesas a otros animales que también consumen en sus hábitats el fruto de encinas y alcornoques, los ciervos y jabalíes.

Esta falta de lluvia propiciada por el cambio climático ha llevado al sector a unas previsiones que en principio indican que este año se sacrificarán entre un 10 y un 20% menos de cerdos ibéricos de bellota respecto a la anterior campaña, aunque este porcentaje podría ser incluso mayor si se confirma la actual tendencia puesto que hasta ahora se han llevado a los mataderos casi un 5% menos de animales que en las mismas fechas de 2022.

De hecho, según la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico Laboratorio (ASICI), que tiene su sede en la localidad pacense de Zafra, a 23 de enero de 2022 se habían sacrificado 234.592 cerdos ibéricos de bellota y en la misma fecha de este año 2023 el número de animales sacrificados ha descendido hasta los 223.724, es decir, un 4,6% menos.

Esta situación ha hecho que algunas dehesas hayan tenido que aumentar sus hectáreas para mantener la producción, pero las explotaciones que no han podido hacerlo se han visto obligadas a reducir el número de sus cabezas de ganado. En cualquier caso, ambas opciones suponen una merma importante en su rentabilidad que se suma además a la subida de los costes de producción.

Un alza de los costes y una bajada en la rentabilidad que muy probablemente influirá en un alza de los precios del producto que terminará repercutiendo en el consumidor final. Un encarecimiento del jamón ibérico de bellota que será una realidad sobre todo dentro de cuatro años cuando después de su curado lleguen al mercado los jamones de los cerdos que hoy están en montanera. Habrá escasez de producto y, en consecuencia, el aumento de su precio parece inevitable.