Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorJean Leon es una pequeña bodega del Penedès, fundada en 1963 por el cántabro Jean Leon -nacido como Ceferino Carrión-, un visionario que materializó sus dos grandes sueños: abrir el restaurante más lujoso de Hollywood y elaborar un vino exclusivo para deleitar a su selecta clientela. La bodega es desde 1994 propiedad de la Familia Torres y en ella se ha encontrado un yacimiento íbero que revela restos arqueológicos singulares vinculados al vino.
Los trabajos arqueológicos realizados en Jean Leon, en el término municipal de Torrelavit, a raíz del descubrimiento fortuito de un yacimiento de época íbera de los siglos II-I a.C., han proporcionado “resultados extraordinarios, que sugieren acciones de tipo ritual o votivo”, según el arqueólogo Dani López, director de la cooperativa de investigación arqueológica del Penedès ArqueoVitis y responsable de la excavación, junto con Mireia Sabaté. La pieza más importante del yacimiento es un bol para beber vino con una inscripción en escritura ibérica, la tercera inscripción sobre cerámica más larga de todas las que se han documentado hasta la fecha en el mundo ibérico (más de 2.000), aunque también se han encontrado otros elementos singulares en tres de los catorce silos excavados.
Los resultados de la excavación se han presentado en la propua bodega Jean Leon, en un acto para los medios de comunicación que ha contado con la presencia, además del equipo de ArqueoVitis, de Mireia Torres, directora de la bodega, Andreu Felip Ventura, director de los Servicios Territoriales en Barcelona del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya, y Manuel Raventós, alcalde de Torrelavit. Para Mireia Torres, “este descubrimiento conecta el pasado vitivinícola del Penedès y el presente de la bodega Jean Leon; es muy ilusionante saber que en estos terrenos donde Jean Leon plantó sus viñas a principios de los años 60, ya vivía gente hace más de 2000 años que también cultivaba uva y hacía vino”.
A pesar de que el bol estaba extremadamente fragmentado, se ha podido reconstruir la mayor parte de la inscripción, que empieza con las palabras “Neitin iunstir”, una expresión característica de la lengua ibérica que la mayoría de estudiosos interpretan como una forma de saludo o propiciatoria. “Como que se trata de una inscripción larga hecha antes de la cocción de la pieza y que empieza con la fórmula neitin iunstir, parece plausible pensar que su funcionalidad es religiosa, quizás votiva, en que neitin podría estar identificando a la divinidad mientras que iunstir podría ser un verbo que indicaría una acción propiciatoria”, comenta Dani López. Y añade: “Es muy poco habitual encontrar inscripciones ibéricas, sobre todo de esta longitud, por eso es una lengua todavía muy desconocida”. De hecho, según doctor Joan Ferrer, especialista en epigrafía paleohispánica: “las inscripciones ibéricas se pueden transcribir, puesto que se conoce el valor de los signos, pero no se pueden traducir, ya que no disponemos de ninguna lengua suficientemente próxima que nos permita averiguar el significado de sus palabras”.
En el silo donde se ha descubierto la inscripción, también se han localizado un conjunto de piezas cerámicas enteras como un cálato (un recipiente de cerámica de forma troncocónica y borde plano), una jarrita bicónica (formada por dos conos truncados unidos por la base y una asa) y varios vasos, así como restos de animales. Los restos arqueológicos más relevantes encontrados en los otros dos silos importantes del yacimiento son, por un lado, dos semillas carbonizadas de uva, concretamente de vitis vinífera, y por otro, la miniatura de una cílica o copa griega para beber vino, además de varias fusayolas o torteras para hilar. El silo de la uva también presenta restos singulares que denotan algún tipo de ritual o gran banquete.
En relación a la arqueología del vino, se han identificado ánforas ibéricas y romanas que indican que se consumía vino local y de importación, siendo estos recipientes una evidencia del transporte y almacenamiento del vino. También han aparecido otros restos cerámicos vinculados con el servicio y el consumo del vino, como las jarras, una miniatura de crater (donde se mezclaba el vino con agua) y otra de cílica (copa), así como boles y vasos, además de las semillas carbonizadas de vitis vinifera que certifican que se practicaba la vitivinicultura en el yacimiento.
Durante la excavación del resto de silos, se han identificado otros restos que proporcionan, indirectamente, información sobre las actividades de los primeros habitantes de la finca de Jean Leon, como un arma arrojadiza o jabalina llamada pilum, molinos harineros de piedra del tipo rotatorio, hachas y esmeriladora de piedra, así como gran cantidad de carbones de madera que permitirán conocer, mediante su análisis, cuáles eran los bosques y la situación paleoambiental del territorio en la época.
Los silos son depósitos excavados en la tierra que se utilizaban para almacenar cereal. Una vez dejaban de tener esta finalidad, se abocaban desechos y a veces se utilizaban como tumbas o depósitos rituales o votivos. Los 14 silos excavados en Jean Leon estaban distribuidos en un área de 835 metros cuadrados y posiblemente formaban parte de un granero o zona productiva de un yacimiento íbero de hace 2100 o 2200 años. El yacimiento fue descubierto a principios de abril por Alfons Gumà, vecino de Sant Pere de Riudebitlles, que detectó restos de cerámicas que habían aflorado a la superficie a raíz de los trabajos de preparación de unos terrenos para plantar una nueva viña.
Ahora que ha finalizado la excavación, el Ayuntamiento de Torrelavit inicará los trámites para declarar el yacimiento Bien Cultural de Interés Local. En un futuro, está previsto excavar la otra parte del yacimiento y exponer los hallazgos arqueológicos en el centro de visitas de Jean Leon y en el Museo de las Culturas del Vino de Catalunya en Vilafranca del Penedès, Vinseum.