El alzhéimer y otras demencias afectan a 47 millones de personas en todo el mundo (en torno al 5% de la población mundial de edad avanzada), cifra que se prevé que aumente a 75 millones en 2030 y a 132 millones en 2050, de ahí que la investigación en torno a estas patologías sea una prioridad para la comunidad científica.
El último en aportar datos nuevos ha sido el epidemiólogo David Llewellyn. El experto ha liderado un equipo de la Universidad de Exeter (Reinio) y la Universidad de Maastricht que tenía como objetivo identificar los principales factores de riesgo para la demencia precoz.
“La demencia de aparición temprana tiene un impacto muy grave, porque las personas afectadas generalmente todavía tienen un trabajo, hijos y una vida ocupada. A menudo se supone que la causa es genética, pero para muchas personas en realidad no sabemos exactamente cuál es la causa. Por eso también queríamos investigar otros factores de riesgo en este estudio”, asegura el doctor Stevie Hendriks, investigador de la Universidad de Maastricht, y otro de los autores del estudio.
Para conseguir su objetivo siguieron a 350.000 participantes menores de 65 años, cuyos datos están en el Biobanco del Reino Unido (base de datos biomédica y un recurso de investigación a gran escala que contiene información genética y de salud detallada de medio millón de participantes del Reino Unido), y evaluaron diferentes factores de riesgo muy variados, que incluían predisposiciones genéticas, estilos de vida e influencias ambientales.
Tras este análisis determinaron que factores como una educación formal más baja, un nivel socioeconómico más bajo, la variación genética, factores de estilo de vida como el consumo de alcohol y el aislamiento social, y problemas de salud como la deficiencia de vitamina D, la depresión, los accidentes cerebrovasculares, la discapacidad auditiva y las enfermedades cardíacas aumentan significativamente el riesgo de demencia precoz.
También los niveles elevados de proteína C reactiva y tener dos de las variantes del gen ApoE4 ε4 (un escenario genético que ya se ha relacionado anteriormente con la enfermedad).
Se pueden tomar medidas para reducir el riesgo
“Este innovador estudio ilustra el papel crucial de la colaboración internacional y los macrodatos en el avance de nuestra comprensión de la demencia. Todavía queda mucho que aprender en nuestra misión continua de prevenir, identificar y tratar la demencia en todas sus formas de una manera más específica. Este es el estudio más grande y sólido de su tipo jamás realizado. Curiosamente, por primera vez revela que podemos tomar medidas para reducir el riesgo de esta afección debilitante, centrándonos en una variedad de factores diferentes", asegura Llewellyn.
Por su parte, Sebastian Köhler, profesor de Neuroepidemiología de la Universidad de Maastricht, afirmó que aunque “ya sabíamos, gracias a investigaciones sobre personas que desarrollan demencia a una edad avanzada, que existen una serie de factores de riesgo modificables. Además de los factores físicos, la salud mental también juega un papel importante, incluyendo evitar el estrés crónico, la soledad y la depresión. Me sorprendió el hecho de que esto también sea evidente en la demencia de aparición temprana y puede ofrecer oportunidades para reducir el riesgo en este grupo”.
Con estos resultados, la investigadora de la Universidad de Exeter, Janice Ranson está convencida de que se puede dar un paso muy importante para combatir la demencia: “Nuestra investigación abre nuevos caminos al identificar que se puede reducir el riesgo de demencia de aparición temprana. Creemos que esto podría presagiar una nueva era en las intervenciones para reducir los nuevos casos de esta afección".
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.