Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorYa conocemos que la carne, el pescado o el pan se pueden congelar para alargar su vita útil y evitar que desperdiciemos comida. Pero hay otros muchos alimentos que también pueden ir a parar al congelador si no los vamos a consumir de forma inmediata, de tal forma que evitemos que terminen en el cubo de la basura. Repasamos algunos de estos alimentos.
Seguro que a veces te has pasado preparando arroz para acompañar un plato y un invitado te ha dejado colgado con la comida a medio preparar. No pasa nada, no tires el arroz hervido, puedes congelarlo, aunque mejor si el grano está bien suelto y cocido en su punto, y siempre debidamente enfriado.
Al igual que sucede con la pasta, la quinoa o el cuscús, para congelarlo puedes extenderlo en un plato hasta que se congele del todo y después guardarlo en una bolsa hermética. A la hora de usarlo, puedes emplear el microondas o saltearlo en una sartén.
Este es un alimento que genera confusión a la hora de congelar. Lo cierto que nunca se debe congelar los huevos frescos enteros con su cáscara, pero sí podemos hacerlo con un truco. Las yemas se congelan mejor si están batidas, por lo que o bien los congelamos tras batirlos ligeramente, o bien los podemos congelar tras separar claras y yemas, batiendo estas antes de meterlas a congelar en un recipiente de forma unitaria. Para volver a usarlos, mejor descongelar en la nevera y cocinarlos por completo.
Esta fruta tropical se puede congelar, aunque debes tener en cuenta que cambiará su textura. Sin embargo, para preparar un guacamole, es perfectamente válido. Si ese es el caso, lo congelaremos ya machacado o, al menos, pelado y cortado por la mitad sin el hueso y en una bolsa de cierre hermético.
El queso es otro alimento que se puede congelar, aunque no todos los tipos de queso ni durante el mismo periodo de tiempo. Los quesos frescos y blandos no se deben congelar, el resto sí, pero ten en cuenta que su calidad puede disminuir ligeramente. El queso más curado, y más duro, como el parmesano o el curado de oveja, se puede tener hasta ocho meses en el congelador. Los quesos semicurados, tipo de Gouda, no debería estar más de seis meses en el congelador.
Las pizzas del supermercado son demandadas por la rapidez con la que se preparan, pero podemos hacer nuestras propias pizzas caseras. Podemos invertir una tarde en elaborar varias pizzas con nuestros ingredientes favoritos. La clave está en hornear la masa durante 10 minutos antes de cubrirla con nuestros ingredientes. Después de personalizarla a nuestro gusto, la congelaremos durante dos o tres horas y la envolveremos bien en film transparente hasta que decidamos hacer uno de ella.
La leche se puede congelar mayor problema, siempre que esté en buenas condiciones de consumo. La nata líquida, por extensión, también es apta, salvo que queramos usarla para montar. La nata ligera de cocina o la más grasa para cocinar y mezclar también pueden congelarse, en recipientes herméticos limpios y limitando al máximo el contacto con el aire, pero dejando un pequeño espacio para permitir la expansión. Ten en cuenta que, una vez descongeladas, debes mezclarlas bien para reintegrar los componentes sólidos que se habrán separado en el proceso.
Por su parte, la mantequilla congela todavía mejor que la leche y la nada, gracias a sus grasas y a la menor cantidad de líquido. Lo ideal lo ideal sería congelarla en porciones según vayamos a utilizarla y bien envuelta.