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Alimentación
Churros que parecen artesanos, pero son congelados: así te la cuelan en bares y cafeterías
Los artesanos son menos homogéneos. En eso sí se puede notar, pero no en mucho más
Pocas cosas más madrileñas que empezar el año con una ración de chocolate con churros tras la celebración de Nochevieja, si es en la Chocolatería San Ginés mejor que mejor, y seguir desayunándolos casi a diario durante todo el año. Una costumbre que también comparten muchas otras zonas de España. Pero hay que tener cuidado, porque hay churros que parecen y se venden como artesanos cuando en realidad son congelados. En total 650 toneladas.
"Nosotros hacemos catas y el 80% de las personas no sabe diferenciar uno artesano de uno congelado”, afirma, categóricamente, Eduardo Hidalgo, administrativo de Frío Seseña, una de las principales empresas fabricantes al periodista David Palomo que ha publicado un reportaje sobre este tema en El Español.
Los tiempos están cambiando. Durante años, los churreros han salido a la calle coincidiendo con la apertura de bares y cafeterías repartiéndoles sus churros y porras. Pero “ahora hay muchos establecimientos y cadenas de restauración donde los compran congelados, los fríen y los venden, pero hay cierto miedo a decir que no son artesanos”, cuentan a El Español desde varios frentes del sector.
Maheso, líder del sector, ofrece al diario sus cifras: Elaboran 2.500 toneladas de churros congelados al año en las fábricas de Madrid, Barcelona y Sevilla. El 50% de todos estos los exportan al extranjero en sus diferentes variantes (rellenos, con chocolate, con caramelo…); y el otro 50%, los dispensan en España: venden el 25% a retail (supermercados y grandes superficies) y el 25%, aproximadamente, a hostelería. Es decir, unas 650 toneladas.
El secretismo en torno al churro congelado es máximo. Nadie, abiertamente, se atreve a reconocer en su cafetería o bar que los suyos no son artesanos o que no son de churrería. Basta con darse una vuelta por Madrid entre las 9:30 y las 12:30 horas para comprobarlo. David Palomo ha intentado, sin conseguirlo, localizar algún local. Se encontró con dos escenarios: los que cuentan dónde los adquieren y los que, simplemente, callan y mantienen el misterio.
En Delicias, la conversación apenas se da. Ni tampoco en la cadena de pastelerías Granier. En Sol, en cambio, la leyenda de los churros congelados es vox populi. “Claro que los hay. Si sirven paellas congeladas, tortillas… ¿Cómo no lo van a hacer con otras cosas de ‘menor’ importancia?”, reconoce, indignado, el encargado de una cafetería de la zona que prefiere omitir su nombre. ¿Cual es la prueba? A las 12:00 horas, en condiciones normales, cualquier bar debería haberse quedado sin churros y sin embargo los tienen y se niegan a concretar su procedencia. A la pregunta de si son artesanos, El Español recibe esta respuesta: "No le puedo dar esa información".
Sin embargo a la imprescindible San Ginés llega el periodista a las 12:30 horas y comprueba que se siguen produciendo, hasta 1.500 al día. Y sí, son artesanos, David Palomo lo comprueba porque accede al interior de las instalaciones y ve detalladamente, cómo elaboran la masa, cómo hacen las churros y las porras y las manos que implica una producción artesanal , 65 personas entre todos los turnos. Luego existir, existen aún los churros artesanos, pero, ¿cómo diferenciarlos?. “Los artesanos son menos homogéneos. En eso sí se puede notar. Pero no en muchas más cosas. En un bar o en un buffet cuesta saber de cuál se trata”, reconocen al diario.