Manuela Martín
Con la llegada del frío lo que más nos apetece para entrar en calor es algo calentito. En gran parte de Europa es tradición tomar el vino caliente. Se trata de una bebida típica que se consume durante los meses de invierno compuesta principalmente de vino, azúcar, naranja, anís estrellado y especias como canela o clavo de olor.
Aunque los vinos deben estar cada uno a una temperatura para su consumo, en muchos países una de las formas de disfrutarlo es caliente. En Inglaterra se conoce como Mulled o Hot Wine, en Alemania como Glühwein y en los países escandinavos como Glögg, aunque cada uno de ellos tiene pequeñas diferencias. Es uno de los productos estrella de los mercados navideños de estas ciudades, además de en ciudades de Alsacia-Mosela, Austria, Francia, Suiza, Bélgica, los Países Bajos, Polonia, Luxemburgo, la República Checa y Rumania.
¿Cómo prepararlo?
Para su elaboración, lo recomendable es usar un vino tinto ligero (7-9º), semiseco e intenso, afrutado y con un buen toque de sabor, evitando los vinos de roble, crianza o añejos. También hay recetas con vino blanco seco, especialmente en las zonas de Italia y Austria.
La forma de prepararlo es calentando el vino en una olla a fuego lento. Agregamos uno o dos clavos de olor, una rama de canela, anís estrellado, un trozo de cáscara de naranja y dos cucharadas de azúcar o miel. Lo removemos todo hasta que notemos que va a empezar a hervir, momento en el que debemos apagar el fuego, colar la bebida y ya estaría listo para servir.
Nunca debemos superar los 78º ya que si hierve el alcohol podría evaporarse. Además, hay que moverlo constantemente para evitar que el azúcar caramelice.
Cuando más tiempo calentemos el vino, mayor cantidad de alcohol se evaporará y los gustos de caramelo y quemado se intensificarán.
Uno de los trucos para hacer que esta bebida sea agradable y no tenga un sabor fuerte es encontrar el equilibrio del azúcar o la miel. De su cantidad depende que el espíritu quemante del alcohol y la aridez de los taninos se disimulen.
Esta forma de beber vino tiene su origen durante el Imperio Romano, alrededor del año 20 d.C. Se dice que se utilizaba como medicina entre los legionarios romanos.
Esta bebida es ideal para acompañarlas de frutos secos, galletas o chocolate.
En la actualidad, la técnica de la elaboración de vino caliente se ha depurado tanto que ya hay empresas especializadas en este producto. En los establecimientos de venta de alimentos y bebidas alcohólicas se ofrecen mezclas especiadas con diferentes alcoholes.
Caliente, templado o frío, te invitamos a que disfrutes de una buena copa de vino, ya que además de su sabor tiene muchas propiedades, eso sí, todo con un consumo moderado.