El puerro es una hortaliza que crece formando hojas superpuestas, en capas, planas y bien envueltas. Su tallo es cilíndrico y nace de la parte bulbosa, con hojas verdes en un extremo y un cuerpo blanco al terminar su desarrollo bajo tierra, lo que hace que sea muy fácil que queden restos de tierra e impurezas entre las hojas, tanto por el contacto con el suelo como por la disposición de sus hojas.
Es una hortaliza que se puede conservar durante una o dos semanas en el frigorífico, eso sí: sin lavar y envuelto en una bolsa para conservar la humedad.
En la cocina, el puerro es muy utilizado para hacer sopas (la porrusalda, típica de Euskadi), o cremas (la vichyssoise, de Francia), o el cawl (de Gales), un guiso de puerros y cordero.
Lavar y cortar en rodajas
Si vamos a utilizar el puerro para hacer una sopa y por lo tanto tenemos que cortarlo en trozos pequeños, podemos empezar cortándolo para limpiarlo al final. Solo hay que seguir estos pasos:
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Retiramos con un cuchillo las raíces y la parte de las hojas verdes que no vayamos a utilizar.
- Hacemos un corte longitudinal (de arriba abajo) para tener dos mitades alargadas.
- A continuación, cortamos cada parte en rodajas, quedando las hojas en medias lunas.
- Lo ponemos todo en un cuenco con agua. Removemos un poco para desprender la arena que haya podido quedar en el cuerpo del puerro y lo dejamos en remojo un rato para que la arena y restos se depositen en el fondo del cuenco.
- Pasados cinco minutos y con cuidado de no remover la arena y restos que han quedado en el fondo, retiramos con las manos los trozos del puerro y los ponemos a escurrir.
Lavar y cortar en tiras
Si lo que queremos es mantener las hojas enteras porque la elaboración que vamos a hacer así lo requiere, seguiremos los siguientes pasos:
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Retiraremos las raíces con un cuchillo y cortaremos la parte verde de las hojas a unos dos o tres centímetros de la parte blanca.
- A continuación, haremos un corte longitudinal desde arriba hasta la mitad del puerro, sin llegarlo a separar en dos. Haremos otro corte longitudinal que vaya hasta la misma altura que el anterior, es decir como si fuera en cruz visto desde arriba.
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Separaremos un poco las hojas y lo lavaremos bajo el grifo con la ayuda de las manos, y siempre con la parte blanca del puerro hacia arriba para evitar que los restos terrosos penetren a la parte más interna del puerro.
- A partir de ahí, podemos cortarlo en rodajas, separar las hojas para hacer unos saquitos rellenos de carne o pescado, una lasaña o lo que tengamos en mente.
Curiosidades
- Las raíces también nos sirven para hacer determinados platos, solo hay que limpiarlas bien y cocerlas como si fuera pasta.
- La parte de las hojas que solemos desechar por ser menos tiernas pueden servir perfectamente para hacer un caldo o una sopa.
- Las flores del puerro son hermafroditas y las polinizan las abejas y otros insectos.
- Para blanquear el puerro, cuando el tallo ya está suficientemente desarrollado, se tumba y entierra para que no le dé la luz, de esta manera se consigue un troncho blanco y tierno.
- Su consumo reduce la inflamación de tobillos y manos y favorece el buen funcionamiento del riñón y el hígado.
- Forma parte del escudo de armas de Gales.