Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLos nutricionistas insisten en que según nuestros hábitos culturales, el almuerzo y la cena son momentos importantes nutricionalmente hablando porque durante estas comidas hay más posibilidad de incluir alimentos nutritivos como las verduras y fuentes de proteinas como la carne o las legumbres. Por ese motivo, si decidimos prescindir de la cena, debemos garantizar que esa cantidad de verdura y de proteína, la incluyamos en otras ingestas a lo largo del día.
Algunos estudios señalan la conveniencia de realizar un ayuno entre la merienda y el desayuno, saltándonos la cena, porque la recuperación celular que se produce durante el ayuno se ha demostrado que incrementa la esperanza de vida en estudios con animales y, además, puede resultar beneficioso para bajar de peso. Otros estudios también destacan la importancia de comer en consonancia con el reloj circadiano del cuerpo, lo que significa comer más temprano, lo que puede influir positivamente en la salud.
Pero los nutricionistas insisten en que el problema no es si debemos cenar o no, sino algunos hábitos erróneos como cenar platos poco saludables o demasiado tarde. La idea de cenar una pieza de fruta o un yogur no es un buena o mala en si misma, pero para saber si es o no un hábito saludable, debemos contextualizarlo en nuestra rutina diaria. Es decir, dependerá de lo que hayamos comido el resto del día, y de qé tipo de comida estamos dejando de ingerir por la pieza de fruta.
En este sentido, el Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (@codinucova) destacó en su informe ¿Cómo comemos en la Comunidad Valenciana? déficits nutricionales en dos de las principales comidas en las que se sustenta una alimentación saludable: el desayuno, de manera destacada en el caso de los menores de 18 años, y la cena, entre los mayores de 60 años. Según los nutricionistas, evitar las cenas porque no son necesarias es una pauta de alimentación errónea generalizada que repercute en nuestra salud.
Si llegamos a la cena con mucha hambre (quizás porque la comida ha sido demasiado ligera o no hemos merendado nada entre horas), puede que comamos alimentos más elevados en azúcares, grasas e hidratos de carbono. En cambio, si tenemos en la despensa alimentos sanos para cenar que sean fáciles de preparar como un bol de zanahorias, tomates, espinacas…o alimentos protéicos poco calóricos como el jamón cocido, el pavo, los huevos duros, el tofu o una lata de sardinas en conserva, estamos facilitando una dieta equilibrada y rica en nutrientes.
Otro error común es cenar demasiado tarde. En España es muy típico cenar pasadas las 9:30 de la noche, pero es importante recordar que debemos cenar siempre al menos 2h y media antes de irnos a la cama. Además, adelantar la hora de la cena parece incrementar la quema de grasa durante la noche y reducir el apetito.