Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorEl congelador es un gran aliado en nuestra cocina porque nos permite conservar los alimentos durante mucho más tiempo. Sin embargo, no todos los alimentos se pueden congelar. Bien sea porque pierden sus propiedades y su sabor o bien porque puede ser perjudicial para nuestra salud hay alimentos que no se deben congelar.
El tipo de textura, si un alimento está ya cocinado o fresco, las características de su estructura biológica y la forma en que se descongela son factores que contribuyen en la determinación de si un alimento es indicado para ser congelado o no.
Los huevos forman parte de esa lista de alimentos que se deben comer frescos, lo cual los hace inadecuados para el congelado, pero también hay otra razón. Los huevos son ricos en líquido y tienen una cáscara semirrígida: al congelarse existe el riesgo de que se rompan con más facilidad. No obstante, podrían congelarse siempre y cuando no estén con su cáscara. La clara del huevo es la parte que mejor responde a la congelación.
Los lácteos es otro de esos alimentos. No es recomendable congelar leche, nata y quesos blandos. Estos alimentos deben consumirse frescos, también porque en el proceso de congelación adquieren una consistencia granulosa que los hace poco apetecibles. En cambio, en el caso de los quesos más maduros, estos pueden congelarse, envueltos en papel film.
Tampoco está indicado congelar pasteles o tartas. Es preferible consumirlos frescos o mantenerlos en el frigorífico de dos a cuatro días antes de consumir de nuevo. El problema de congelar productos como los pasteles recae en su descongelado, en el que pierden su textura y consistencia y quedan afectadas sus características organolépticas, como sabor y aroma.
Las verduras y los vegetales en general tienen una gran cantidad de agua en su composición. Al congelarse, se forman cristales de hielo de gran tamaño, que pueden dañar el producto. Esto provoca la ruptura de las paredes celulares de los vegetales, lo que significa una pérdida de la estructura inicial. El resultado final, una vez descongelados, es un aspecto desagradable y un sabor muy distinto al original. Por eso, lo recomendable es comprar verduras ya congeladas, es decir, ultracongeladas.
Las salsas son alimentos bastante delicados, especialmente si se elaborar a partir de huevos. Es mejor evitar la congelación porque sus propiedades se verían alteradas, aunque no supongan un riesgo para la salud.
Tampoco debemos congelar un alimento que ha sido descongelado previamente. La razón es que los alimentos descongelados pueden estar expuestos al ataque de bacterias, que, una vez que se vuelven a congelar, no desaparecen, lo que deteriora los alimentos en los que se depositan.