Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorLas frutas y frutos silvestres se caracterizan por ser de sabor intenso y penetrante y, si bien han estado presentes desde tiempo inmemoriales en la cocina, es en la actualidad cuando están cogiendo más protagonismo, de la mano de los mejores chefs, por su versatilidad, sabor, escasez y delicadeza, convirtiéndose en un alimento de culto para los más sibaritas.
Y lo cierto es que la intensidad de sus colores es un reclamo para cualquier plato que se precie, aportando un toque distinguido al postre más simple con múltiples variantes llenos de sabor, aroma y color: helados, sorbetes, jarabes, mousse, rellenos para tardas, tartaletas o pasteles, la lista puede ser interminable.
También son apreciados para incorporarlos en platos salados, zumos, infusiones, vinagretas y ensaladas, donde destacaran por el contraste de sabores. Son frutas y frutos muy frágiles con lo que conviene manipularlos con cuidado para que no se estropeen. En este sentido, se recomienda no lavarlos bajo el grifo, sino hacerlos rodar sobre un paño húmedo para que dejen en él las impurezas.
En el plano de la salud, son altamente nutritivas por contener gran cantidad de vitaminas, antioxidantes y minerales y actúan sobre el sistema nervioso, inmunológico, previniendo las enfermedades cardiovasculares y degenerativas, así como algunos tipos de cáncer.
Son frutas de bosque y pradera, mucho más pequeñas que sus hermanas las fresas, así como más aromáticas, dulces y sabrosas. Contienen vitaminas A, B6, B9 o ácido fólico, C y ácidos orgánicos. También minerales como el potasio magnesio, hierro, fósforo, yodo y calcio. Todo ello las hace especialmente indicadas para las personas que sufren de enfermedades de tipo reumático, por su capacidad antiinflamatoria y eliminan el ácido úrico. Están recomendadas para hacer una cura depurativa y en estados convalecientes por ser refrescantes y estimulantes.
Estos frutos pequeños y redondos crecen en racimos, son de color rojo o negro (siempre es mejor la variedad oscura) y altamente ricos por sus propiedades nutritivas. Son de sabor un tanto ácido debido al alto porcentaje de vitamina C. También contiene vitamina B y, junto con los betacarotenos, las grosellas son un poderoso antioxidante, reduce los efectos del envejecimiento, estimulan el sistema hormonal, ayudan a mantener una buena circulación, aumentan las defensas y protegen de las infecciones. Además, ingerida en zumo ayuda a bajar la fiebre, calmar la sed y abrir el apetito.
Son bayas de arbusto, que a medida que van madurando cambian su color de rojo a morado oscuro brillante. De sabor dulce destacan por los ácidos orgánicos, flavonoides, antocianinas y vitaminas A, B, C y E, además manganeso, potasio, calcio, fósforo, magnesio, hierro, cobre, selenio y zinc elementos beneficiosos por su efectos antioxidantes y por cuidar el sistema nervioso. Este fruto silvestre es beneficioso para aquellas personas que tiene problemas circulatorios, retrasan el envejecimiento celular y neutralizan las infecciones de la mucosa de la boca y la garganta. Además, por su contenido en pectina, ayuda a disminuir los niveles de colesterol en sangre y a reducir los efectos de la menopausia.
Pequeños, redondos y de color oscuro entre azul y violáceo. Su sabor es ácido, especialmente si no están del todo maduros. Contienen gran cantidad de antocianinas antioxidantes que, además, le confieren su color. Son ricos en vitamina C y entre sus propiedades podemos destacar el cuidado de la vista, previenen las enfermedades de tipo degenerativo, son vasodilatadores, antibacterianos y previenen las infecciones de orina y de próstata.
En definitiva, los frutos y frutas silvestres son un regalo de la naturaleza con múltiples propiedades para proteger nuestra salud.