Mariola Báez
Alimentación
Cómo incluir la carne de cordero en la dieta saludable de un adulto mayor
Su contenido en proteínas la hace aconsejable, aunque su nivel de grasas impone el consumo moderado
La carne de cordero es una delicia que forma parte de la dieta mediterránea. Es un alimento saludable del que España es segundo productor europeo por detrás del Reino Unido según datos de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (@ANICE_ES).
En cuanto a su consumo general de carnes, ocupa el cuarto lugar en los hogares españoles, por detrás del pollo, el cerdo y el vacuno. Existen distintas variedades de cordero, siendo la más valorada la de lechal que, como explica la Fundación Española de Nutrición (@FENnutricion), corresponde a animales sacrificados a los 30 – 40 días de su nacimiento. Proteínas, vitaminas y minerales hacen de la carne de cordero un alimento nutritivo y beneficioso siempre que se tome en su justa medida.
¿Cuánto cordero incluir en la dieta de una persona mayor?
La carne en general es una fuente esencial de la que obtener la necesaria proteína, especialmente importante a la hora de mantener en buen estado nuestra masa muscular. Se trata, además de proteína de alto valor biológico (con todos los aminoácidos esenciales). En el caso de la de cordero, 100 gramos proporcionan unos 18 – 20 gramos de proteína, cantidad nada despreciable.
Además, las vitaminas y los minerales que aporta la carne de cordero es otro de los valores que la convierten en un alimento que debe estar presente en la dieta. Hierro de alta biodisponibilidad, es decir, que el organismo puede absorber fácilmente previniendo la anemia, zinc, fósforo o potasio son algunos de los que están presentes de manera significativa, junto a vitaminas como son las del grupo B, indispensables para el correcto funcionamiento del conjunto del metabolismo y en especial del sistema nervioso.
¿Y de grasa?
En cuanto a las grasas de la carne de cordero, su presencia es destacable aunque hay que matizar que las cantidades varían según la edad del animal y la pieza de la que se trate. Cuánto más joven sea el cordero (lechal) la cantidad de grasa presente en su carne es menor y respecto a la distribución según el tipo de pieza, la que menos contiene es la pierna y la que más, las chuletas (de palo y de riñonada)
Es importante matizar que del total de las grasas de la carne de cordero, aproximadamente el 50% son saturadas (parte de ella colesterol), mientras que la otra mitad corresponde a grasas monoinsaturadas (como el saludable ácido oleico), tal como señalan la Federación Madrileña de Detallistas de la Carne (@Carnimad) y la FEN en su Guía Nutricional de la Carne.
En resumen, la carne de cordero puede aportar importantes nutrientes que contribuyan a la buena salud de las personas mayores siempre que su consumo sea moderado, y especialmente limitado si existe hipercolesterolemia, es decir elevada presencia de colesterol “malo” en sangre.